xviii. el secuestro

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El titán colosal se desprendió de la muralla cayendo hacia donde estaban Eren y Reiner.

—¡Ackerman, salgamos de aquí!—Giselle no dudó un segundo en desplegarse hacia la muralla para proteger a Hange de la explosión, más no había llegado a tiempo.

Sacándo disparada a Giselle hasta chocar contra un árbol, el titán colosal cayó ocasionando una explosión ardiente.

Sasha llegó a cubrir a Armin, por lo que pudieron notar como Bertholdt escapó con el cuerpo inconsciente de Ymir hacia el acorazado, estaban huyendo.

—¡SE LLEVÓ A EREN!

El ataque del colosal dejó heridos e inconscientes a la mayoría, Giselle fue una de las primeras en recuperarse

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El ataque del colosal dejó heridos e inconscientes a la mayoría, Giselle fue una de las primeras en recuperarse.

Leyna, Connie e Historia ya habían conseguido uniformarse, estaban listos para la siguiente orden.

Giselle miraba a Hange, acariciando con suavemente su cabeza, la mujer agradecía verla con vida, pero deseaba haberla protegido en su momento.

A pesar de sus diferencias, aún se amaban con locura.

—Que tonta, debí quedarme cerca.

La teniente notó como Mikasa iba despertando, inmediatamente se acercó para socorrerla.

—Oye, quieta ¿Te encuentras bien?

—¿¡Dónde está Eren!?

—Fue secuestrado, se lo llevaron Bertholdt y Reiner, han pasado cinco horas de eso.

—¿Y alguien los sigue?—la chica miró a Giselle—. Teniente, usted sigue consciente, quizás-

—Desperté una hora después del ataque, incluso de no haberme desmayado, seguirlos sería un suicidio—dijo Giselle—. Todos están heridos, los caballos se quedaron del otro lado, por ahora no podemos más que esperar a los refuerzos, Arlert, encárgate de ella, debo ver a Hange.

Sin más Giselle se aproximó nuevamente a ver a la líder de escuadrón. Leyna caminó hasta Armin y Mikasa, llevando consigo dos petacas con agua para sus amigos, la chica Ackerman ni siquiera la tomó.

—Sé qué ahora estás preocupada por él, pero si no tomas algo no llegarás muy lejos—insistió la pelirroja, Mikasa suspiró tomando el envase.

Becker se sentó junto a Armin, quién tenía la vista baja por la preocupación.

—¿Necesitas algo?

—Estoy bien, en lo que cabe—respondió el rubio—. Temo no volver a ver a Eren.

—No digas eso, en cuanto lleguen los refuerzos iremos por él—contestó ella—. Quería darte las gracias, mi cuerpo no me dejaba moverme, de no ser por ti es probable que haya caído de la muralla.

—No te preocupes, fue mi primer instinto—contestó Armin, antes de darse cuenta de lo raro que sonó aquello—. Es decir-

—Descuida, entendí—Leyna le dedicó una corta sonrisa—. Por ahora descansa, te prometo que iremos por Eren cuando nos equipemos.

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