𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹𝟼 (𝙴𝚟𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚟𝚎𝚛𝚊𝚗𝚘)

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–¡Presente! – Exclamé levantándome de mi asiento algo preocupado. Observé a mi alrededor esperando que nadie hubiera escuchado lo que dije.

–Toma asiento Nat. – Ordenó Yuugo con los pies sobre la mesa – Hoy no tengo ánimos para castigar a ningún alumno.

–Lamento interrumpir su clase. – Tomé asiento, e intenté tragarme mi vergüenza. Levanté el libro que se encontraba en la mesa y me concentré toda mis sentidos en las primeras páginas.

«No me hables, no ahora que acabo de hacer una ridiculez frente a ti...»

–Nat ¿Te encuentras bien? – Preguntó Anna.

–¿Yo? Claro que me encuentro bien – Hablé algo nervioso dirigiendo mi mirada hacia ella – ¿Cómo estás tú?

–Bien, que decir estoy algo emocionada y con nerviosa, después de todo hoy se inauguran los eventos de verano.

–Supongo que debes estar más preocupada ahora que se adelantaron los eventos.

–No... – Intentó negarlo – Bueno un poco, pero está bien. – Anna dibujó una sonrisa en sus blandas y rojas mejillas – Los cambios son buenos, siempre nos ayudan a mejorar y avanzar.

Estaba a punto de alargar la conversación con algún comentario sobre cómo estaba el día, cuando de repente sentí la mirada de Yuugo en mí. Aparté mi mirada de Anna y dirigí mi mirada al tonto libro que sostenía en mis manos.

No podía concentrarme, el malestar de mi espalda era insoportable, cada vez que me inclinaba sentía como si un hueso se me rompiera. Aquel dolor era el resultado del incontable ejercicio que había hecho el día anterior.

El consejo estudiantil siempre había tomado las mejores decisiones, siempre pensando en el bienestar, emocional y físico de los estudiantes, Quien pensaría que cambiarían la fecha de los eventos de verano porque a la nueva presidenta, Legravalima le dio la gana de hacerlo así.

Aquel año estudiantil había sido el más extraño, cambiábamos de presidentes como si se tratara de cambiar el papel higiénico del baño.

«¡Lo sabía, debí a ver postulado para ser presidente!»

–Nat creo que deberías pensar en voz más baja. – Comentó Gilda arrebatándome de las manos uno de sus plumones acrílicos.

–Me faltaba pintar el tituló... –Dije mientras observaba como guardaba el plumón en su enorme cartuchera de colores.

–Nat, si quieres te puedo prestar mis plumones. –Sugirió Don, el cual se encontraba sentado detrás mío.

–Tú ni colores tienes.

–Cierto, Lo había olvidado...

«¿Cómo puedes olvidar algo así?" »

– ... ¡Gilda, me prestas tu cartuchera! – Exclamó Don apoyando sus brazos sobre mí espalda. Inconscientemente dejé caer mi cuerpo a la mesa. –¿Nat, estas bien? – Preguntó alejándose un poco.

–Si... – Afirmé sin apartar mi rostro de la mesa, no tenía fuerzas para volver a levantarme – Estoy bien.

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(Narrador)

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Solo quédate a mi ladoWhere stories live. Discover now