The Dragon

278 35 7
                                    

Hace cientos de años en la península Coreana, existió un hombre de carácter benévolo, sereno y sabio, se dice que era de una alta estatura, su cabello era  tan larga que le llegaba a la cintura, siempre llevaba una sonrisa enorme en su rostro, de  manos ágiles y serviciales; de carácter bondadoso; descendía de las familias mas nobles y antiguas que habían caído en desgracia luego de perder su poder político y social, pero este hombre siempre se mantenía con la cabeza erguida y orgulloso de su sabiduría y humilde corazón. Él creía fervientemente que la inteligencia y la bondad deben ser el mayor estatus de un hombre, no la riqueza, ni la vanidad.

Era tan bueno que las personas empezaron a llamarlo Dios sobre la tierra, esto despertó el odio y envidia de uno de los tres Reinos Coreanos, la Dinastía Kim estaba celoso de lo que consideraba un campesino tonto, se dice que el Rey Namjoon mandó a matar al campesino, por creerse mejor que él, lo cual era un acto abominable y sin sentido, nadie podía ser mas que su Emperador, pero  este  sobrevivió al castigo  de 1.000 azotes ante la plaza pública frente a muchos de sus seguidores,  casi moribundo se arrastró varios kilómetros hasta llegar a una de las cuevas de la montaña, allí había un enorme lago sagrado,  los ancestros dicen que el joven se sumergió a las profundidades y que nunca mas lo volvieron a ver, muchos atestiguan que al ser un hombre leal a las leyes de la naturaleza, la racionalidad y corazón apacible, se le concedió por gracia divina convertirse en un majestuoso Imugi, a la espera de atrapar un Yeouiju cuando esta caiga del cielo y así convertirse en un Gran Dragón, para ello tenía que esperar  mil años.

El pequeño Jimin estaba atento a las historias de su abuelo Seokjin, reposando su rostro entre sus manos, le encantaba estar  a un lado del amoroso anciano y escucharlo relatar la historia una y otra vez. Su pequeña cabeza imaginaba cada parte del relato con un atención impresionante perdido entre sus pensamientos, suspirando miró por una de las ventanas en la cual no estaba revestida de  hanji, a la espera de algun dia ver con sus propios ojos a ese Dragón.

Su padre y madre habían muerto de una enfermedad desconocida, el apenas y estaba recuperándose, su abuelo Jin lo mantenía calentito entre las grandes frazadas y el ondol que distribuía el calor en los duras épocas de invierno, esperanzado en que su pequeño nieto se recuperara del todo, este pequeño de mejillas regordetas era todo lo que tenía su posesión mas preciada. Le dio a beber una infusión de ginseng, moviendo su cabello hacia a un lado, depositó un beso en su frente y se recostó a su lado sobre la almohada rellena de cáscara de trigo. El anciano de pelo canoso esperaba ansioso el dia en que el Imugi que en su niñez vio y del cual había recibido bendiciones, lo volviese a ver una vez mas.

Ese invierno tormentoso dio paso a una gran sequía, el abuelo Seokjin temía no poder criar al pequeño Jimin, el ginseng que el anciano había sembrado y de la cual era su única fuente de ingresos está secándose, lo perdería todo y lloraba por ello cada noche, sin embargo este niño de enorme fe, pidió con su corazón inocente que la lluvia llegará pronto para que su abuelo no llorara en las noches como lo hacía, y cuando creyó que no existía nadie que pudiera ayudarlo, cerca de un arroyo divisó una gran serpiente de escamas blancas, brillantes como perlas nacaradas, el pequeño abrió sus ojos en sorpresa,  asustado  corrió a decirle a su abuelo,  al llegar se abrazó a el con fuerza, en medio de su campo seco  una gran lluvia cayó, bendiciendo así las cosechas y la vida. 

Jimin le contó a su abuelo lo que había visto y este le dijo que aquel majestuoso ser era de buena suerte que ha tenido el privilegio de conocer un Imugi, lo felicito y celebraron este acontecimiento lanzando linternas de fuego al cielo, con notas de agradecimiento. Una vez mas el bondadoso Imugi  había bendecido sus tierras.

Y no se equivocaba el Imugi que posteriormente se convirtió en un hombre de sublime belleza siguió al pequeño Jimin, y en cada paso que daba miro hacia el cielo y sacrifico unos años, cada vez que ayudaba a los humanos e invoca la lluvia se le aumentaron mas años como castigo de su emperador celestial Cheonje, tampoco podía permanecer demasiado tiempo fuera de su laguna celestial o moriría,  aún faltaban algunos  pocos años pero ya sobrepasaba mas de  1000 debía mantenerse con vida para poder convertirse en el Dragón protector y guardián de su Nación.

Al pasar los años  el infantil rostro de Jimin fue cambiando a uno mas adulto, sin perder ese matiz de inocencia y hermoso rostro, fue bendecido en salud, bondad, belleza e inteligencia, además de trabajar junto a su abuelo, en un negocio próspero como comerciante de ginseng y anís de estrella, grandes implementos utilizados en la medicina tradicional de su aldea y parte de la región. El joven de baja estatura  era ahora el que se encargaba de cuidar a su abuelo, quien poco a poco perdia la nocion del tiempo e incluso llegaba a olvidar que era su nieto, eso le entristecía y solía llorar mientras lo abrazaba con fuerza.

Cada año visito el riachuelo esperando volver a ver  a la gran serpiente sin embargo no la pudo volver a observar, a sus 24 años era un joven fuerte y capaz de trabajar en los cultivos, todos estos años sus tierras fueron productivas. No podía quejarse había comida y su casa era lo suficientemente grande como para permitirse tener servidumbre. Su pequeña casa en la que creció de niño se había convertido en una grande y espaciosa, digna de un agricultor- comerciante de ginseng.

En ese último año un hombre joven un poco mayor que el, de aspecto robusto trabajaba en su casa, lo veía caminar entre sus  cultivos, era atractivo de ver incluso creyó observar que una rosa de su jardín se abría esplendorosa cuando este hombre bello y majestuoso pasaba por su lado.  Como si fuera un dador de vida, en otras ocasiones lo encontraba mirando al cielo nocturno sin pestañear, con una añoranza en sus ojos de la cual estaba fascinado. 

En su corazón había anidado un sentimiento diferente al cariño que sentía por su abuelo, a veces se preguntaba si sus sentimientos estaban equivocados pues eran contrarios a su naturaleza, puesto que el debía conseguir enamorarse de una mujer con la cual construiría una familia, pero esos no eran sus deseos, no se acercaban a ese cariño extraño que sentía por el hombre  joven Jungkook.

Mini-Kookmin-Fic^sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora