𝐷𝑖𝑒𝑐𝑖𝑜𝑐𝒉𝑜

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Jeon JungKook

Había salido más temprano del trabajo luego de pedirle al señor Choi que me dejara ir, me inquietaba dejar a SoHee sola cuando se sentía mal, sé que Jennie estuvo con ella parte de la mañana, cuando llego al departamento afuera se encuentra lloviendo un poco, todo está en silencio, dejo mis llaves en la cocina junto a mi celular.

— ¿SoHee? —llamo sin tener respuesta. Son más de las cinco de la tarde, me dirijo a la habitación consiguiéndola envuelta en sábanas, sólo puedo ver su melena castaña sobre la almohada, me acerco sin hacer ruido tocando su frente y su mejilla, su temperatura sigue normal, sus párpados se encuentran cerrados mientras su respiración es lenta, acaricio su cabello para luego deshacerme de mi chaqueta, la acomodo en el armario colgándola, salgo de la habitación dejando que descanse.

En la cocina me sirvo algo de cereal con leche fría, una vez sentado en el sofá enciendo el televisor, pero mi vista se posa en la grabadora que está en la mesa de café. Dami me había escrito hoy preguntando si ya lo había visto, mastico despacio colocando el tazón en la mesa. Recojo la grabadora quitando un poco el polvo, respiro profundo encendiéndola, el primer video que aparece es de mí cuando tenía quince años.

Ver una versión más joven de mí se siente raro, pero al mismo tiempo me causa nostalgia porque ese chico nunca fue feliz en realidad, estaba tan cansado como su madre y preocupado por ella. El JungKook de ese entonces no sabía lo que era amar y ser feliz.

— ¡Feliz día de las madres! —dice el JungKook de la grabadora. Mi madre se encuentra en el jardín intentando arreglar algunas plantas, sonrío tontamente al verla tan joven, pero es doloroso ver cómo sufría en silencio para no preocuparme. Mi madre fue muy sumisa ante mi padre.

Veinte años atrás

Me había hecho una herida en la rodilla al correr por el jardín, había ido donde papá para decirle, pero apestaba a licor, además de eso me reprochó por ser tan llorón con sólo un raspón. Mi madre en cambio había colocado una bandita en la herida luego de limpiarla con cuidado.

— ¿Sabes que decía mi madre? El dulce siempre te hace olvidar el dolor—me entrega una galleta de chispas de chocolate. Estoy sentado en sus piernas, su cabello castaño va recogido en una coleta baja, al darle un mordisco ella besa mi frente abrazándome—Debes tener más cuidado para la próxima, Kookie.

— Appa es malo.

— No lo es, cielo, sólo ha tenido un día malo—dice, pero no estoy de acuerdo, con sólo cinco años me doy cuenta de cómo la trata, es muy frío, muy rudo, me da miedo—¿Alguna vez te conté como lo conocí?

— No—muerdo de nuevo mi galleta.

— Él era muy apuesto—sonríe y noto un leve sonrojo en sus mejillas. Es primera vez que veo sus ojos brillar de esa manera—Estudiábamos juntos pero mi familia no quería que estuviera cerca de él.

— ¿Era malo?

— No, tu padre era...distante con las personas, prefería estar...por su cuenta—acaricia mi cabello—Pero me enamoré de él, en clase era muy buena con mis profesores y tareas, uno de esos profesores me colocó como guía de tu padre para mejorar sus notas—toma una de las galletas del pequeño plato mordiéndola—Allí nos hicimos más cercanos.

La verdad es que no imagino a mi padre siendo dulce o amoroso.

— ¿Él te quiere, omma?

— Sé que sí, hemos ido en contra de muchas personas y aquí estamos—me sonríe—Existe tú, tú eres la mejor prueba de nuestro amor.

Presente

Detengo el vídeo ante ese recuerdo, siento un nudo en la garganta porque cada vez entiendo más porque mi madre veía la relación de nosotros en ellos. Mi padre era como yo en sus años de estudiantes, mamá era como SoHee, ellos sí lograron comunicarse en la escuela, fueron en contra de sus familias, pero papá no tuvo suficiente con el amor de mi madre. Él no cambió, siguió hundiéndose y quiso hundir a la mujer que dijo amar.

Parpadeo varias veces sintiendo las molestosas lágrimas querer aparecer, ¿Significa que lo nuestro será como ellos? ¿Podría convertirse en eso? Niego con la cabeza respirando profundo, a diferencia de mi padre yo si acepté ayuda pasando dos años en rehabilitación, a diferencia de él nunca he querido lastimar a SoHee.

A diferencia de mi padre yo si le digo a SoHee que la amo en cada momento que tengo.

La grabadora sigue en mis manos, repito el vídeo del día de las madres. El JungKook joven le entrega un objeto cuadrado envuelto en papel de regalo, mi madre sonríe quitándose los guantes de jardinería.

— No tenías que regalarme nada, cielo.

— Es tu día, omma, claro que debo darte algo—hablo detrás de la cámara en el vídeo—Te daría mucho más, pero...ya sabes.

Ella acepta el regalo abriéndolo, sonríe emocionada viendo el bloc de dibujo con una caja pequeña de colores. Viendo el vídeo no puedo evitar soltar algunas lágrimas, mi madre siempre se emocionó con cualquier cosa relacionada a la pintura. Aparto las lágrimas viendo lo que sigue, la grabadora es puesta sobre algo, deja ver la imagen perfecta cuando mi madre me abraza agradeciéndome por ello, no deja de llenar mis mejillas de besos sacándome algunas risas.

El vídeo cambia a uno donde apunta mi rostro, el JungKook del vídeo tiene cabello más corto, su rostro es más redondo, probablemente tendría unos quince o diecisiete años. Luzco muy diferente a como luzco ahora. Me mantengo mirando con atención, él suspira antes de empezar a hablar.

— Si en el futuro ves esto JungKook, espero que tengas tu propia familia, haz lo que nuestros padres no pudieron hacer—sonríe un poco—Se un buen chico, como mamá dijo que seríamos.

— Lo hago, intento hacerlo—asiento.

...

Cuando me levanto por la mañana SoHee está preparando el desayuno, me acerco en silencio por detrás abrazándola con fuerza, beso su mejilla sonriendo al sentirla tan cerca.

— Buenos días—saluda. Deja lo que hace y se voltea para abrazarme. Deposito un corto beso en sus labios acariciando sus mejillas—Lo siento, ayer me dormí...

— Creo que estabas muy cansada—miro su lindo rostro—¿Te sientes mejor?

— Mucho mejor—asiente—¿Tienes hambre?

— Especifica el hambre exactamente—bromeo ganando un golpe en el brazo de su parte.

— Ayúdame con los huevos revueltos, saca dos del refrigerador.

Obedezco tomándolos, consigo un tazón, rompo la cáscara y los echo para luego batirlos. Todo va normal como cada mañana, pero cuando los huevos caen en el sartén dejando en el aire un poco de su olor al estar cocinándose, noto que SoHee está más pálida.

— ¿Estás bien? —pregunto comenzando a mover el contenido del sartén.

— Esos huevos están malos—se acerca quitándome el sartén, pero la detengo.

— No, están bien, huele bien.

— No—cubre su nariz con su mano. Pareciera que está a punto de vomitar y lo confirmo cuando sale corriendo al baño de la habitación.

 Pareciera que está a punto de vomitar y lo confirmo cuando sale corriendo al baño de la habitación

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