Capítulo 26.

1.3K 89 5
                                    

Luego de que desatara la soga que aprisionaba a mis pies, salí corriendo hacía la puerta que me llevaría lejos de aquel lugar o eso creí hasta que la abrí.

—¿Esto es en serio? —dije mientras me golpeaba la frente con una de mis manos.

Señoras y señores, ya había averiguado donde estaba sin esforzarme siquiera.

—Venecia —susurre.

Esto tenia que ser una broma muy pesada, no estaba ni cerca de Canadá, ni siquiera en el mismo continente, ¿como había llegado acá en tan poco tiempo?, esto es una locura.

Luego de un largo tiempo diciéndome a mi misma que todo esto era una broma pesada, al fin acepte que no lo era y que debía conseguir un transporte si quería irme de allí, y como no tengo mucha suerte, ahí no había ningún bote, no uno solo para mi claro, aun así el único que veía estaba algo alejado de mí, con suerte si gritaba el sujeto se daría cuenta y si es amable vendría a preguntar que es lo que necesito, si no lo es, me ignorara, creo que es lo que va a suceder.

—¡HEY! —grite.

No, no me escucho.

—¡HEYYYYY! —grite mientras sacudía mis brazos y saltaba.

Ni me quiero imaginar lo anormal que me estoy viendo en este momento.

Vi como el sujeto se daba la vuelta y me miraba, al principio confundido, pero luego algo en el cambio, no sabría decir que, en segundos el se encontraba en su bote a centímetros de mí.

—¿Co..mo? —tartamudee—. Que mierda.

—Deberías cuidar tu vocabulario —dijo el chico que se encontraba frente a mí.

Sus ojos eran de un azul hermoso, no tenia nada que envidiarle al azul del mar, eran sencillamente perfectos, pero el no era normal.

—Ni yo tampoco —susurre.

—¿Tu tampoco que? —preguntó sonriendo.

Oh Zeus, su sonrisa es perfecta. 

Me tiene como estúpida mirándolo.

—¿Qué eres? —fui directa al grano.

—¿Como que, que soy? —su sonrisa quería convertirse en carcajada.

No iba a dejar que se burlara de mí si eso creía.

—Tú sabes bien de que hablo.

—Soy lo mismo que tú.

—¿Un mundano? —sonreí burlonamente.

—Un demonio —me devolvió la sonrisa.

—Lo siento pero yo no... —me interrumpió.

 —Genial es por eso que ya nos vamos.

El salto de su bote hacia donde me encontraba y me agarro de la cintura, sentí como mis pies dejaban de tocar el suelo. Luego el salto devuelta a donde estaba llevándome con él.

Ni siquiera pude reaccionar. 

 —¿Por qué has hecho eso? —pregunté abriendo exageradamente los ojos por la sorpresa.

Ni siquiera note cuando los había cerrado, ni cuando sus manos habían dejado mi cintura para manejar la lancha, ni siquiera había notado cuando el simple bote de madera se había convertido en una lancha a motor, mierda.

 —Debemos irnos de acá antes de que metas la pata —dijo mientras encendía el motor el cual comenzaba a emitir un ruido de mil demonios.

Que irónico.

Ahora es mi turno.Where stories live. Discover now