Capítulo 12

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«¡No por favor! ¡Ayúdenme! ¡Sáquenme de aquí, no quiero morir por favor ayudaaa!»

––¡No! ––se despertó Camila sentándose bruscamente en la cama y luego puso su mano en el pecho para luego respirar profundo asustada y a la vez aliviada, sus ojos color miel claros se tornaron a un color amarillo oscuro y con sus pupilas dilatadas escaneó la oscura habitación para cerciorarse que estaba a salvo y todo no había sido más que una pesadilla. Su teléfono estaba vibrando a su costado en la mesa de noche, tenía más de 30 llamadas perdidas; sin mirar a donde dirigía su mano buscó tumbando un libro, agitó su cabeza intentado abrir los ojos y luego tomó el teléfono  ––Dime Yésica ––dijo atendiendo con voz adormilada y matutina.

––Camila son las 5:30 am, se suponía que tenías que estar despierta desde las 5, llevo más de media hora llamándote.

––Disculpa olvidé poner la alarma ––balbuceó mientras se estrujaba un ojo y bostezaba dejando caer unas lágrimas debido a que pertenece a ese 7% de personas que lagrimean al bostezar, luego hizo un gesto con su boca como si estuviera masticando.

––¿Eso es un bostezo? ¡Camila sigues en la cama, por Dios levántate ya o llegaremos tarde! ––gruñó en alta voz.

––Sí, enseguida me levanto ––dijo bajando la voz a medida que hablaba, ya que se estaba quedando dormida, apoyando el codo en su rodilla arqueada y la cabeza recostada en su mano mientras daba cabezazos.

––¡Camila!

––¡Mierda Yésica que susto me has dado por Dios que casi me sacas el corazón! Ya me voy a levantar pero si continúas hablándome no podré ––bufó con un resoplido.

––Está bien, pasaré por ti a las 6:10.

––Vale adiós ––colgó Camila con voz aburrida.

                     Camila

   Por Dios son las 5:30, es súper temprano, no soporto madrugar pero lo que menos soporto es tener una amiga que se levanta como 4 horas antes del viaje y luego me fastidia para que me levante yo también. Espero no ser la única que tenga una amiga así, es inaguantable y estresante un día de estos le voy a hacer lo mismo para que vea lo mal que se siente. Será mejor que me despegue de la almohada o acabaré durmiéndome de nuevo y no quiero seguir con esa pesadilla, casi me da un infarto, se veía tan real que pensé que en verdad terminaría enterrada viva, por Dios qué horror.

   Me levanté con el pijama de flores de mi adorada camita tan adormilada que parecía una zombie, sentada a la orilla del colchón busqué con los pies las pantuflas, al encontrarlas me paré con gran pereza, mi cabeza descolgaba hacia alante debido al sueño, me pesaba tanto caminar que arrastraba los pies en el piso mientras caminaba lentamente y luego entré al baño. Con ojos entrecerrados toqueteé hasta encender la luz y luego el lavamanos buscando la llave para abrirla, al mirarme en el espejo me di cuenta que parecía una bruja con el pelo enredado y alborotado como una escoba, con un bostezo y un gesto holgazán lo recojo, luego me cepillé los dientes mientras me veía en el reflejo y cuando entré a la ducha tuve la maldita mala suerte que se había roto el calentador y al abrir la llave salió un chorro de agua fría y congelada que me hizo chillar y brincar en plena madrugada despertándome completamente, al caerme esa agua tan helada en la barriga la encogí enseguida y se me puso la piel de gallina, estaba tiritando por lo que me abracé mientras me dejaba mojar.

     15 minutos después salí de la ducha finada con las pantuflas y toalla larga cubriendo mi cuerpo dejando ver la línea que dividen mis senos, me dirigí a mi habitación y busqué ropa en el closet, pantalón mezclilla azul, zapatos azules de tacón, blusa elastizada blanca con rayas horizontales negras y chaqueta... bueno en realidad estaba indecisa...
  «¿Qué chaqueta me pongo, la rosada o la negra?»
   Al final me decidí por la negra ya que combinaba más con la blusa. Dejé mi cabello castaño suelto y ondeado como las olas del mar, cayendo como el agua de una cascada en mi espalda, no soy de maquillarme mucho así que algo de rímel en las pestañas y un toque de creyón rojo en los labios, no me gusta ser muy llamativa, digamos que opto por las cosas sencillas, la mujer no tiene que ocultar el rostro detrás de una máscara, no es por criticar pero hay algunas que se pintan tanto que parecen cara de payaso.
  
   En fin, pasado casi una hora nos vimos en la parada del autobús como acordamos.

Rastros de Amor [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora