Capítulo 68: Tense Conversations And Revelations

Comenzar desde el principio
                                    

-El profesor Slughorn está aquí, maestro Snape- dijo Dobby haciendo pasar al mago antes de desaparecer al ver que ya no lo necesitaban.

-Buenas tardes Horace, gracias por venir- dijo Severus haciendo un gesto para que Slughorn se uniera a él y tomara asiento.

-No hay problema, debo decir que me sorprendió recibir su invitación-, dijo Horace con curiosidad, sentándose cómodamente frente al maestro de Pociones que había sido tanto su predecesor como su sucesor. No sólo eso, sino que le había enseñado al joven durante siete años, y había hecho cosas con pociones que lo desconcertaban hasta el día de hoy. Había asumido erróneamente que no sería tan famoso como los otros que había seleccionado en su club, pero Severus le había demostrado que estaba equivocado, especialmente en los últimos tiempos. Era un poco hipócrita al poner la foto de Severus por delante y la de Lily había desaparecido milagrosamente. ¡No iba a tener expuesta a una mujer que había torturado a su hijo! Podía ser muchas cosas pero no aprobaba la violencia. Sabía que si Harry quería... podría llevar al mundo mágico a una era dorada. ¡No podía entender qué le había pasado a la chica que había conocido! Lily había sido descarada, y tenía un don para las Pociones que provenía de ser amiga de un futuro maestro de Pociones. Había sabido que llegaría a hacer grandes cosas, por Merlín, no había esperado eso de ella. -Efectivamente-, dijo Severus eligiendo no comentar, -¿Té Darjeeling?-.

-¡No me importará si lo hago!- exclamó Horace, de todas las conexiones que tenía, no conseguía té Darjeeling a menudo mucho más caro.

Severus sirvió dos y pasó una de las tazas por el platillo que la otra mano de Severus colocó frente a él. Relajándose, normalmente no bebía Darjeeling, prefería el Earl Grey. Sin embargo, el Darjeeling se cultivaba en el invernadero; los elfos domésticos hacían un gran trabajo con él. Había una bandeja con medios sándwiches, galletas y queso.

-Gracias-, dijo Horace tomando un sorbo antes de añadir un poco de leche, y el azúcar ya no era tan fuerte como estaba acostumbrado. Eso no quiere decir que no fuera un gran brebaje, le encantaba. -¿Cómo está el joven Harry, Severus?- inquirió el profesor.

-Está recuperado-, dijo Severus, sin duda Slughorn quería hacerse amigo de Harry para tener a alguien más poderoso en el bolsillo. Conocía el juego de los magos, lo había sabido desde que era un niño, al menos era inofensivo, le gustaba estar bien relacionado pero no le haría daño a una mosca y menos a alguien más.

-Me sorprende que no esté aquí-, dijo Horace buscando información.

-Sus amigos están aquí para verlo- dijo Severus con ironía, mirando a Horace con complicidad. Al menos tuvo la delicadeza de parecer al menos un poco avergonzado.

-¿Qué le pasó?- preguntó Horace, no creía todo lo que leía en los periódicos. 
-Un simple accidente-, dijo Severus quitándole importancia, simple su trasero, pero no iba a confiar en Horace Slughorn de entre toda la gente.

Horace observó a Severus por encima de su taza de té, bebiéndoselo; empezó a preguntarse, pensativo, por qué lo habían convocado aquí. Severus no era una persona sociable; ni siquiera lo había sido cuando era adolescente. Siempre había sido callado, observador y rápido con una mueca. Por Merlín, el mago tenía una boca que podía hacer llorar hasta a los hombres más duros.

-Muy bien, Severus, cortesías aparte, ¿qué quieres?- preguntó Horace colocando la taza en el platillo a través de juegos. Sobre todo teniendo en cuenta que el mago aún no había hablado más que unas pocas palabras a la vez, había algo en su mente. Su respiración se entrecortó ante la intensa mirada de su rostro, su corazón se hundió preguntándose qué demonios iba a pasar ahora.

-¿Le enseñaste a Tom Riddle no?- preguntó Severus observándolo atentamente, sabiendo que haría un intento de huir.

-Sí-, dijo Horace, secándose el sudor que empezaba a acumularse en la frente. El corazón le latía con fuerza; le aterraba que el mago conociera su vergüenza secreta. Estaba pegado a su asiento, incapaz de moverse mientras contemplaba si sus pensamientos eran correctos o no. -¿Por qué lo preguntas?-, su voz ligeramente aguda. 
-¿Qué puedes decirme de él? ¿Cómo era él?- inquirió Severus, construyendo, con la esperanza de relajar a Slughorn y conseguir que se le escapara un poco.

INVISIBLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora