Gustabo García #04

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— ¿Cómo era tu madre, Gustabo?

El aire estaba mucho más tenso con cada sesión, pero Artaud se mantenía siempre neutral ante él, a quien no podía comenzar a ver como un adversario, pues todo lo que tenía que ser Gustabo García era un paciente y no podía ganarle; más bien, era Pogo quien no podía ganarle, porque sabía que Gustabo era distinto, aunque las diferencias eran sutiles, estaban allí y ella las había podido apreciar.

— Mi madre... hostia puta, comenzamos fuerte — sonrió él. Sí, ese era Gustabo. No el que le llamaba 'puta' a secas, no el que miraba con odio el mundo, sino que con una mirada más juguetona, el liante de siempre. — Pues lamento decepcionarle, Artaud, pero mi madre no era de un trabajo muy moralmente correcto, qué quiere que le diga.

— ¿Cuándo nos ha importado lo moralmente correcto aquí? — razonó la psicóloga sin sorprenderse.

Ah, con que no era un insulto, sino que una manera brusca de llamarla "por lo que era", o algo parecido.

— Ya, también, pero no es algo que me acomode mucho, la verdad. Recuerdo haber flipao cuando lo supe. Ya sabe, yo era un niño y lo entendí años después de pirarme de esa casa para siempre — siguió él, encogiéndose de hombros. — Luego comencé a entender por qué veía a tantos tíos en casa, por qué mi padrastro era un hijo de puta, porque parece que era el chulo o algo así, ni idea.

Gustabo también tenía su manera de ser directo y hablar con una distancia emocional bastante controlada, pero, a diferencia de Pogo, sus ojos y sus maneras, la forma en la que hablaba y movía sus manos demostraba que el tema no era sencillo y nunca lo sería para un niño que había escapado de casa porque no le quedó de otra, porque hubo abandono, porque hubo abuso, porque lo servicios sociales a veces no sirven de nada y él, un niño tan inteligente y tan pequeño, decidió tomar la justicia por sus propias manos.

Aún así fuera un riesgo. Artaud se preguntaba si quizás en la calle se topó con algo peor, si tanto él como Horacio se encontraron con la peor cara de la vida, o quizás la calle, incluso la precariedad de vivir a la intemperie, fue mejor que sus familias.

Familias que de familia no tienen nada. Había visto tantos casos similares, pero si Gustabo padecía de un claro trastorno de personalidad múltiple es porque le había tocado una vida particularmente dura.

— Entiendo que te marchaste de casa porque no querías lidiar con eso...

— Entre otras cosas. — respondió el rubio. — ¿Por qué debemos hablar de eso? Sí, Horacio y yo vivimos una infancia jodida, pero ya pasando los 20 años me importa bastante poco. Solemos bromear bastante con ello, de hecho; reírnos de nuestro pasado algunas veces es... curativo ¿No cree?

Artaud tuvo que darle la razón.

— Claro — asintió. — Pero algunas veces quedan restos molestos, como después de comer, y debemos deshacernos de ellos, hablarlo, solucionarlo, dejarlo ir o adaptarnos. Esconderlo solo hará una herida más grande.

— ¿Y qué es lo que me debe doler de una infancia tan trágica? ¿Qué nunca supe lo que era tener una madre preocupada que me alistara para ir al colegio? ¿Qué no sé lo que es tener un padre? ¿Qué aprendí a sacar cuentas robando y no en la escuelita como un niño de bien? — preguntó Gustabo.

Cuando comenzaba la rabia, ella lo perdía, pues comenzaba a alejarse más y más de sí mismo.

— Por ejemplo — concedió con suavidad, mirándolo. — Un niño tiene derechos y los tuyos fueron vulnerados por completo. Tú te encargaste solo de hacer valer esos derechos con los recursos que tenías, recursos que no era tu trabajo obtener de las peores formas. Es una herida grande, Gustabo, una que la risa no podría curar.

Psyché || spainRPWhere stories live. Discover now