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𝑨 𝑵 𝑫 𝑹 𝑬 𝑾















La cachetada resuena. Es posible que todos los trabajadores que pasan por la oficina de mi padre han sido capaces de oírlo también. La magnitud sorprende, el ardiente cuestionamiento plasmado ha logrado a mi cuerpo tambalear hacia atrás. Mi mirada fue dura cuando regresé a la estabilidad. Ni siquiera me froté la mejilla. Cualquier emoción que evocara en mí, no la mostré.

Mi padre se ha dado la vuelta y se deja caer en su asiento de cuero. Su rostro imperturbable no cambia ni siquiera cuando ha usado su fuerza para golpearme. Su máscara estaba hecha de acero. Nada se filtró. Nada se derramó. Quise reír. A mi mente regresa las conversaciones que tuve con Laila una vez, ella habia jurado que mi padre le preocupaba mi bienestar y lo vio sufrir cuando caí en el hospital debido a las golpizas propinadas por una persona que mi mente prefiere olvidar. Era imposible creer en esa fantasía, conocía a Robert Collins y sé que ese hombre dejó de sentir afecto por mí desde el momento en que él y sus colegas me vieron completamente drogado teniendo sexo con dos prostituta en un evento importante.

Sin alzar la voz, pero demostrando autoridad, Robert Collins habló.

—Cumplirás tu deber para con la empresa. No permitiré que los años invertidos en ti se vayan a la basura a causa de no tomarte en serio la vida.

Finalmente una risa descojonante salió de mis labios. Si hubiera percibido lo que pasaría nunca habría venido a voluntad para ser recibido con un golpe.

—¿Te da risa acaso? —cuestiona.

—Me da risa que creas que estaré contigo como si nada hubiera pasado, por si lo olvidas, soy cómplice de un asesino y prófugo de la justicia. Me estará buscando la policía.

Jace White y Laila Jenner.

La luz y la oscuridad.

Dos personajes que jamás creí estar involucrado. Las vidas de ellos dos se habían cruzado hace muchos años atrás, envolviendo a cada uno en un manto oscuro y lleno de muerte. Aún tengo presente el momento en que Laila por fin confío lo suficiente en mí para contarme su pasado y que significa en su vida Jace White. No la juzgué, ni cuestioné. Solamente me quedé en completo silencio mientras ella rompía el silencio impuesto por mucho tiempo, cuando Laila acabó su relato fue mi turno de mostrarle a ella mi confianza, la abracé al ver sus lágrimas y atesoré su muestra de amistad sincera y agradecimiento.

Mi amor por esa mujer valía ser cómplice.

Mi padre se inclinó hacia delante.

—Y tú pareces olvidar quien soy. No te parece extraño ver absolutamente nada en las noticias respecto a tu nombre —dijo—. Por tu cara deduzco que ni siquiera lo has considerado.

—¿De qué hablas?

Sé perfectamente de lo que intenta insinuar y él no es el primero en hacerlo. La pareja de Laila, Jace White, se había acercado a mí hace días atrás para preguntarme la razón del por qué mi nombre jamás ha salido vinculado en las noticias referente al Asesino de las Rosas.

—¿Quién crees que pagó para que tu nombre no saliera en los medios? —dice Robert.

Sentí el calor abandonar mi cara. 

—No serías capaz...

No puede ser cierto. Tenía que ser una maldita broma.

—¿Capaz de no permitir que arruines tu futuro por una mocosa asesina? Sí, lo hice.

Un Escape Al Infierno De RechDonde viven las historias. Descúbrelo ahora