CAPÍTULO IV

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La primera vez que vi a Carlisle, fue en la calle.

Me había acostumbrado en las mañanas de los sábados a ir a la librería local que frecuentamos con Angela, ubicada en una esquina en lo que era el centro de la ciudad y parecía salida de un cuento antiguo. No era una distancia larga desde la casa, por lo que era un viaje que hacía caminando. Me gustaba sentir el aire de las mañanas frías mientras caminaba por las tranquilas calles de Forks.

Fue a dos cuadras de la librería, bajaba de su auto con aire despreocupado y su sonrisa característica. Era alto, más de lo que recordaba, tenía puesta una camisa azul clara que contrastaba con su piel pálida y hacía que sus ojos ámbar ahora tirando a negro destacarán, era tan hermoso que parecía irreal, llevaba un abrigo en las manos y su caminar era lento, como si el mundo fuese muy rápido y no tuviese ganas de seguirle el ritmo. Me había quedado observandolo mientras cruzaba la calle. Hipnotizada por él.

Estaba subiendo la vereda cuando miro en mi dirección. Sentí su mirada en mí, recorriéndome como intentando ubicarme de algún lado, hasta que sus ojos encontraron los míos. Por lo que pareció la eternidad nos miramos fijamente, a través de personas caminando y del ruido de la calle. Uno al extremo del otro. Vi su sonrisa desaparecer, y la sorpresa ocupar su lugar. Su cuerpo ahora estaba tenso.

No sabía cómo actuar, si debía moverme y seguir caminando o quedarme parada como hasta ahora, era la primera vez que lo veía desde mi llegada a Forks, y también el primer encuentro real de los dos.

No tuvo mucho tiempo para pensar que hacer a continuación, porque fue él el primero en apartar la mirada, bajarla al piso con aire preocupado por dos segundos, para luego seguir adelante como si el encuentro no hubiese pasado. Pero en ese transcurso, del encuentro al desencuentro, vi el cambio. La preocupación escrita en su cara y el desconcierto, era una señal de que él también estaba afectado por mi presencia.

Me quedé parada en la vereda hasta que lo vi entrar en el local y lo perdí de vista. Solté un suspiro que no sabía que había estado conteniendo. Y volví a retomar el camino.

...

Llegué a la librería en un estado de trance del que no podía salir, por años había mantenido mi distancia de todos ellos, pero en especial de Carlisle porque él había sido el primero en mostrarme que mi creación podía vivir en paz y no quería arruinar esa belleza que me transmitía. Pero la urgencia de conocerlo era tan fuerte, el hilo dorado de la vida tiraba de mí hacia él.

- Hola Mel - Me saludo Renata asustandome y sacandome de mi trance. Renata era la dueña de la tienda, una persona peculiar que amaba los libros y aún más recomendarlos.

-Buen día Renata, ¿no está hermoso afuera?- respondí dirigiendo mi mirada a la ventana mientras avanzaba entre las estanterías en busca de algún libro que llamará mi atención.

-Está precioso, parece que pronto vamos a tener nieve- respondió con una sonrisa frente a la idea de nieve -entraron libros nuevos, capaz encontras algo interesante ahí - volvió a mirarme antes de preguntar - ¿vas a tomar algo?

-Si, gracias Renata, lo de siempre- asome la cabeza entre las estanterías para responder.

Mire los lomos buscando algún libro de mitología y leyendas urbanas que me pudiese ayudar a entender la relación que había entre los licántropos y los vampiros. Agarré algunos y me dirigí a mi lugar de siempre, junto a la ventana donde había un sillón violeta de lo más extravagante que me parecía de lo más maravilloso. Y ahí me quedé ahí sumergida en mi café y en los libros tratando de encontrar algo que me guiara en cuanto a que pasaba en el territorio. 

BLUE MOON ➛ Carlisle Cullen (editando)Where stories live. Discover now