5.- 𝑪𝑨𝑳𝑳𝑬𝑱Ó𝑵 𝑫𝑰𝑨𝑮𝑶𝑵

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El miércoles siguiente, la señora Weasley los despertó a todos temprano. Después de tomarse rápidamente media docena de emparedados de beicon cada uno, se pusieron las chaquetas y la señora Weasley, cogiendo una maceta de la repisa de la chimenea de la cocina, echó un vistazo dentro.

—Ya casi no nos queda, Arthur —dijo con un suspiro—. Tenemos que comprar un poco más... ¡bueno, los huéspedes primero! ¿Quién de los dos quiere ir?

Jade solo había viajado por la red flu una vez junto al señor Weasley y vaya que no le gustaba viajar así que señaló a Potter—  ¡Después de ti, Harry, cielo!

Y le ofreció la maceta.

—¿Q... qué es lo que tengo que hacer? —tartamudeó.

—Él nunca ha viajado con polvos flu —dijo Ron de pronto—. Lo siento, Harry, no me acordaba.

—Idiota— le dijo JJ a Potter en su oído, el solo la vio de mala manera

—¿Nunca? —le preguntó el señor Weasley—. Pero ¿cómo llegaste al callejón Diagon el año pasado para comprar las cosas que necesitabas?

—En metro...

—¿De verdad? —inquirió interesado el señor Weasley—. ¿Había escaleras mecánicas? ¿Cómo son exactamente...?

—Ahora no, Arthur —le interrumpió la señora Weasley—. Los polvos flu son mucho más rápidos, pero la verdad es que si no los has usado nunca...

—Lo hará bien, mamá —dijo Fred—. Harry, primero míranos a nosotros.

Luego de preparar la chimenea se metió en la chimenea, gritando: «¡Al callejón Diagon!», y desapareció.

—Tienes que pronunciarlo claramente, cielo —dijo a Potter la señora Weasley, mientras George introducía la mano en la maceta—, y ten cuidado de salir por la chimenea correcta.

—¿Qué? —preguntó Potter, nervioso, al tiempo que la hoguera volvía a tronar y se tragaba a George y JJ le susurraba:

—Si no lo haces bien te pierdes... para siempre y puedes morir

—Bueno, ya sabes, hay una cantidad tremenda de chimeneas de magos entre las que escoger, pero con tal de que pronuncies claro...

—Lo hará bien, Molly, no te apures —le dijo el señor Weasley, sirviéndose también polvos flu.

—Pero, querido, si Harry se perdiera, ¿cómo se lo íbamos a explicar a sus tíos?

—Oh eso sería algo que tendríamos que festejar—dijo JJ

—A ellos les daría igual —la tranquilizó Potter—. Si yo me perdiera aspirado por una chimenea, a Dudley le parecería una broma estupenda, así que no se preocupe por eso.

—Bueno, está bien... ve después de Arthur —dijo la señora Weasley—. Y cuando entres en el fuego, di adónde vas.

—Y mantén los codos pegados al cuerpo —le aconsejó Ron.

—Y los ojos cerrados —le dijo la señora Weasley—. El hollín...

—Y no te muevas —añadió Ron—. O podrías salir por una chimenea equivocada...

—Pero no te asustes y vayas a salir demasiado pronto. Espera a ver a Fred y a George.

Potter entro abrió la boca y un montón de ceniza caliente se le metió en la boca. —Ca... ca... llejón Diagon —dijo tosiendo.

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐂Á𝐌𝐀𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎𝐒Where stories live. Discover now