4.- 𝑾𝑬𝑨𝑺𝑳𝑬𝒀 '𝑺

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Corrieron a su encuentro.

El señor Weasley estaba sentado en una silla de la cocina, con las gafas quitadas y los ojos cerrados.

—¡Qué noche! —farfulló, cogiendo la tetera mientras los muchachos se sentaban a su alrededor—. Nueve redadas. ¡Nueve! Y el viejo Mundungus Fletcher ha intentado hacerme un maleficio cuando le he dado la espalda.

El señor Weasley tomó un largo sorbo de té y suspiró.

—¿Has encontrado algo, papá? —preguntó Fred con interés.

—Sólo unas llaves que merman y una tetera que muerde —respondió el señor Weasley en un bostezo—. Han ocurrido, sin embargo, algunas cosas bastante feas que no afectaban a mi departamento. Se han llevado a Mortlake para interrogarlo sobre unos hurones muy raros, pero eso incumbe al Comité de Encantamientos Experimentales, gracias a Dios.

—¿Para qué sirve que unas llaves encojan? —preguntó George.

—Para atormentar a los muggles —suspiró el señor Weasley—. Se les vende una llave que merma hasta hacerse diminuta para que no la puedan encontrar nunca cuando la necesitan... Naturalmente, es muy difícil dar con el culpable porque ningún muggle quiere admitir que sus llaves merman; siempre insisten en que las han perdido. ¡Jesús! No sé de lo que serían capaces para negar la existencia de la magia, aunque la tuvieran delante de los ojos... Pero no os creeríais las cosas que a nuestra gente le ha dado por encantar...

—¿COMO COCHES, POR EJEMPLO?

La señora Weasley había aparecido blandiendo un atizador como si fuera una espada. El señor Weasley abrió los ojos de golpe y dirigió a su mujer una mirada de culpabilidad.

—¿Co... coches, Molly, cielo?

—Sí, Arthur, coches —dijo la señora Weasley, con los ojos brillándole—. Imagínate que un mago se compra un viejo coche oxidado y le dice a su mujer que quiere llevárselo para ver cómo funciona, cuando en realidad lo está encantando para que vuele.

El señor Weasley parpadeó.

—Bueno, querida, creo que estarás de acuerdo conmigo en que no ha hecho nada en contra de la ley, aunque quizá debería haberle dicho la verdad a su mujer... Verás, existe una laguna jurídica... Siempre y cuando él no tenga la intención de usar el coche para volar, el hecho de que el coche pueda volar no constituye en sí...

—¡Arthur Weasley, tú te encargaste personalmente de que existiera una laguna jurídica cuando redactaste esa ley! —gritó la señora Weasley—. ¡Sólo para poder seguir jugando con todos esos cachivaches muggles que tienes en el cobertizo! ¡Y, para que lo sepas, Harry ha llegado esta mañana en ese coche en el que no tenías intención de volar!

—¿Harry? —dijo el señor Weasley mirando a su esposa sin comprender —. ¿Qué Harry?

Al darse la vuelta, vio a Potter y se sobresaltó.

—¡Dios mío! ¿Es Harry Potter? Encantado de conocerte. Ron nos ha hablado mucho de ti...

—¡Esta noche, tus hijos han ido volando en el coche hasta la casa de Harry y han vuelto!—gritó la señora Weasley—. ¿No tienes nada que comentar al respecto?

—¿Es verdad que habéis hecho eso? —preguntó el señor Weasley, nervioso—. ¿Ha ido bien la cosa? Qui... quiero decir —titubeó, al ver que su esposa echaba chispas por los ojos—, que eso ha estado muy mal, muchachos, pero que muy mal...

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐂Á𝐌𝐀𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎𝐒Where stories live. Discover now