No puedo evitar quedarme observando la expresión que tiene enmarcada en el rostro. Sus ojos color miel están aguados, las mejillas ligeramente enrojecidas y su pequeña nariz se frunce en un expresión que no sabría describir. Soy incapaz de ignorarlo.

Sacudo la cabeza ligeramente tratando de esquivar lo que pienso.

Maldita sea, no puedo pensar eso.

—¿Sabes? —comienza a hablar mirando a algún punto de la sala y sé que trata de cambiar de tema—. Yo había venido aquí a decirte algo. —recuerda sobándose la sien. Sus orbes se entrecierran ligeramente—. Pero creo que lo he olvidado.

Una pequeña sonrisa se escapa de mis labios al ver como el ceño se le frunce con confusión y como sacude la cabeza intentando recordarlo. Sigue muy borracha, lo más probable es que no recuerde nada de esto mañana, y en cierta parte, lo prefiero.

—¿Ibas a decirme que aceptas ser mi musa, Kate? —me aventuro a decir con diversión intentándole molestar—. ¿O puede que quizás venías a decirme lo mucho que me odias? —continúo—. Espera, eso ya lo has dicho —una mueca burlona surca mis facciones.

El color carmesí se aviva sobre sus mejillas y su mirada abandona el contacto con la mía. Lo que sale por sus labios me deja un poco desconcertado.

—Sí...—murmura—. Eso es lo que iba a decir—suelta en un hilo de voz—. Quiero ser tu musa, Elliot pero...Hay un problema.

No puedo creer lo que dice pero aun así algo más llama mi atención. Niego lentamente sin entender a lo que se refiere. Su voz ha decaído de tal manera que me preocupa la forma en la que dice la última palabra.

—¿Qué problema? —clavo mis ojos sobre ella y soy incapaz de ignorar que su rostro se ha descompuesto por completo en una mueca de angustia. Se está mordiendo el labio inferior con nerviosismo.

El aire sale por sus labios y la rubia se pasa las manos por la cara ignorando mi mirada.

¿Qué le pasa? No parece estar bien.

—Sé que no voy a ser suficiente —sentencia quitándose las manos del rostro. Su mirada baja al suelo antes de seguir: —Estoy convencida de que no soy lo que esperas —su voz apenas es audible—. Nunca lo soy.

Lo que dice me sorprende. De todas las cosas que esperaba que dijese esta es la última que había esperado, sospechaba que Kate no era una persona muy segura, pero aquello denotaba algo más.

Siento rabia al pensar en que seguramente haya alguien que le ha hecho tanto daño que ha conseguido que tenga esa percepción de sí misma.

—No quiero que seas lo que espero, Kate —expreso pasando mi mano por su mejilla con suavidad. Algo se me remueve al verla así—. Quiero que seas tú —le digo con sinceridad.

Sus ojos brillan cuando me escucha.

—¿Y qué tengo que hacer entonces? —cierra los ojos dejándose caer sobre el respaldo del sofá—. No creo que pueda inspirarte en nada... Ni si quiera has querido besarme. ¿Vas a escribir sobre la chica normalita a la que te gusta enfadar?

Niego lentamente y no puedo ocultar la sonrisa. El alcohol saca una faceta de su personalidad muy directa y mentiría al decir que no me gusta que diga lo que piensa en todo momento.

—Puede que escriba sobre eso... —expreso apoyando mi espalda sobre el sofá. Giro ligeramente mi rostro hacia el suyo mirándola de lleno—. O puede que escriba sobre una chica preciosa a la que sí que quiero besar.

Una mueca burlona le surca y veo como pone los ojos en blanco antes de devolverme la mirada. Su ceja izquierda se eleva con incredibilidad.

—Definitivamente escribirás sobre la primera opción —sentencia con seguridad frunciendo los labios en un puchero.

Odio Irresistible [+18] © 30 DE ABRIL EN FÍSICO [1]Where stories live. Discover now