La cafetería llamada "los 7 misterios" se había vuelto muy famosa por su temática de terror, la cual atraía a muchas personas, pero lo que más los atraía era ciertos rumores que contaba una chica de cabellos morados cada vez que los atendía.
Pero en...
Tsukasa al sentir aquel cálido abrazo y al escuchar aquellas palabras poco a poco comenzó a volver en sí, sintiendo como ahora lágrimas bajaban por su mejilla... Odiaba cuando pasaba eso, odiaba dejarse llevar por el completo odio que llevaba dentro de él que solo le decía una cosa... que debía matar.
Por eso había acoplado una personalidad alegre e infantil, para no sacar a la luz aquel odio que tenía, porque ese odio solía hacerlo decir ese tipo de locuras... por ese odio es que su hermano a veces salía lastimado de gravedad.
—Lo siento Amane... no quería hacerte preocupar. —murmuro correspondiendo aquel abrazo, tenía miedo.
—No es tu culpa Tsukasa, fue la mía por sacar aquel tema. —le dio pequeñas palmadas en la cabeza de su hermano menor, este sonrió con calidez.
Iban a separarse para limpiarse sus lágrimas, pero la puerta fue abierta, cosa que les hizo dar un salto y limpiarse rápidamente sus lágrimas mientras miraban a la persona que estaba frente a ellos dos.
—Ya está la comida, bajen a comer rápido, hay visitas y no quiero que demoren. —demando aquella persona para luego irse.
Amane miro a su hermano con una pequeña sonrisa.
— ¿Fingir algo que no somos? —pregunto poniendo su dedo meñique delante de su hermano.
—Fingir algo que no somos. —apretó ese dedo con el suyo, era como una promesa que se hacían todos los días como hermanos.
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Ya era el siguiente día, los gemelos Yugi se despertaban para ir a aquella cafetería, otro día donde debían fingir algo que no eran para encajar en ese lugar.
—Nee Amane. —llamo el menor. — ¿tú crees que Kou y Natsuhiko vayan hoy? —pregunto con un toque de felicidad mientras buscaba su traje de maid.
—Posiblemente, últimamente van todos los días. —dijo poniéndose una camiseta. — ¿Por qué el interés? ¿Te gusta uno de ellos? —pregunto coqueto dándole un leve codazo en su brazo.
— ¿eh? —ignoro la pregunta mientras seguía buscando su traje.
—Deja de hacerte el sordo, sé que me escuchaste. —volvió a darle un leve golpe en su brazo.
—No sé de qué hablas Amane, el sueño te hace inventar cosas. —dijo guardando aquel traje en una funda. —deberías dormir más y no quedarte viendo las estrellas.
—Eres un idiota. —susurro. —Bueno como te haces el sordo, no te diré que uno de ellos dos puede sacarte la duda de si los besos saben a limón. —sonrió acomodando su traje mientras esperaba la reacción de su pequeño hermano.
— ¡Espera! ¡¿Ellos saben si los besos saben a limón?! —pregunto acercándose rápidamente a su hermano y empujándolo. — ¡dime Amane! ¡¿Cómo es que ellos saben si los besos saben a limón?!