💊⚡YOU'RE FALLING⚡💣

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Illumi Zoldyck revisaba su teléfono móvil cada dos o tres minutos a ver si tenía un nuevo mensaje o llamada entrante. Habían pasado dos semanas desde la última vez que salió con Hisoka y todo lo que eso involucraba: tragos, dulces, azúcar, sexo, cariño.

Su sangre hervía por dentro como jamás se presentó antes. A ratos creía que su cuerpo temblaba, pero era solo una ilusión. Estaba volviendo a actuar por inercia en sus tareas cotidianas, solo que más sediento de una oportunidad, de cualquier cosa que le hiciera sentir bien otra vez.

Seguía engullendo snacks en secreto para distraerse, pero si ansiedad era tanta que no lograba procesarla bien y volvía a comer de nuevo. Daba igual cuántas horas se llevara en eso, estaba incluso más escuálido que antes.

El día en que le tocó ver a Hisoka por la tutoría no supo qué decirle. Preparó sus apuntes y el pelirrojo fue de lo más obediente a las lecciones. Guardaba silencio, mascaba chicle y actuaba de lo más normal. Los ojos de Illumi estaban penetrantes observando cada detalle que el contrario hacía. Intentó hablarle, pero el mayor lo ignoraba y le respondía cuestiones sobre la tutoría del momento.

Illumi había perdido la paciencia.

Por su parte, Gon y Killua estaban atentos a la conducta del primogénito Zoldyck. Trataban de topárselo casualmente por los pasillos de la escuela, ver qué hacía en la hora de almuerzo, y todo marchaba igual. "Está solo, igual que siempre", murmuraba Killua comenzando a pensar que su teoría podía no ser cierta.

Pero el menor no se rendía. Seguía atento a su hermano mayor y a su semblante tan deprimente. Un día le preguntó a Kalluto si notaba algo distinto en él, a lo cual respondió "no lo veo muy diferente de siempre". Alluka fue algo más expresiva cuando le preguntó, armando un gesto de preocupación en su rostro de inmediato. "Illumi-nii es una persona triste, pero ahora se ve incluso peor". Si su adorada hermana pequeña era capaz de percibirlo, entonces no estaba del todo equivocado.

Al único al que no se le ocurrió interrogar fue a Milluki, y qué cerca estuvo de que la verdad saliera a la luz. Illumi contó todos los billetes que tenía en su billetera y caja de ahorros. No sabía cuánto llevar, pero sí cuánto darle a su hermano otaku para asegurar su silencio.

- Hace tiempo que no salías – comentó Milluki sin real interés. Vio que su hermano mayor estaba bien arreglado y llevaba un perfume peculiar - ¿A qué hora te abro?

- A las siete está bien – y se marchó rumbo a una de las tantas discotecas en las que se apareció alguna vez.

No tuvo problemas para entrar, su rostro ya era familiar por los dueños que conocían a Hisoka, lo asociaban a él sin problemas. Tuvo la esperanza de encontrar al pelirrojo allí, pero no hubo rastro de él. La música era intensa al igual que las luces, y el público de la noche era el que regularmente asistía al local.

Un chico rubio y de alegre apariencia se acercó al azabache. Comenzó a bailar desinteresado cerca de él, hasta que le hizo una seña para que le dirigiera la vista. Illumi lo observó con su típico rostro de pocos amigos, sin entender por qué le buscaba.

- Te recuerdo ¿eres amigo de Hisoka? – no sabía cómo responder a la pregunta, y es que nunca se había planteado la posibilidad de que fueran amigos. Eran compañeros de clase, y el resto nada más que un constante tira y afloja, una relación de dar y quitar – Eres muy genial cuando bailas en la pista

- ¿Se te ofrece algo? – desconocía las intenciones del rubio, y si no podía ayudarle a encontrar a Hisoka, poco le interesaba tener contacto con él.

- Me parece que tú buscas algo – la ladina sonrisa del chico de cabellos claros dejaba entrever dobles intenciones, no estaba seguro de cuáles – Si buscas a Hisoka no lo encontrarás aquí ¿por qué no lo llamas? – él no sabía que llamarlo sería impensable, simplemente no le contestaría, y no estaba dispuesto a pasar por esa frustración.

El brillo de tus ojos - hisoilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora