El cartel del vestíbulo causó un gran revuelo entre los habitantes del castillo. Durante la semana siguiente, y fueran donde fueran, no había más que un tema de conversación: el Torneo de los tres magos. Los rumores pasaban de un alumno a otro como gérmenes altamente contagiosos: quién se iba a proponer para campeón de Hogwarts, en qué consistiría el Torneo, en qué se diferenciaban de ellos los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang...

Blair notó, además, que el castillo parecía estar sometido a una limpieza especialmente concienzuda. Habían restregado algunos retratos mugrientos, para irritación de los retratados, que se acurrucaban dentro del marco murmurando cosas y muriéndose de vergüenza por el color sonrosado de su cara. Las armaduras aparecían de repente brillantes y se movían sin chirriar, y Filch, el conserje, se mostraba tan feroz con cualquier estudiante que olvidara limpiarse los zapatos que aterrorizó a dos alumnas de primero hasta la histeria. Los profesores también parecían algo nerviosos.

(...)

Cuando bajaron a desayunar la mañana del 30 de octubre, descubrieron que durante la noche habían engalanado el Gran Comedor. De los muros colgaban unos enormes estandartes de seda que representaban las diferentes casas de Hogwarts: rojos con un león dorado los de Gryffindor, azules con un águila de color bronce los de Ravenclaw, amarillos con un tejón negro los de Hufflepuff, y verdes con una serpiente plateada los de Slytherin. Detrás de la mesa de los profesores, un estandarte más grande que los demás mostraba el escudo de Hogwarts: el león, el águila, el tejón y la serpiente se unían en torno a una enorme hache.

El trio de Oro vio a Blair, Fred y George en la mesa de Gryffindor. Una vez más, y contra lo que había sido siempre su costumbre, estaban apartados y conversaban en voz baja. Ron fue hacia ellos, seguido de los demás.

-Es una mierda pero la verdad -le decía George a Fred con tristeza- Pero si no nos habla personalmente, tendremos que enviarle la carta. O metérsela en la mano. No nos puede evitar eternamente.

-¿Quién los evita? -quiso saber Ron, sentándose a su lado.

-Me gustaría que fueras tú -contestó Fred, molesto por la interrupción.

-¿Qué te parece una mierda? -preguntó Ron a George.

-Tener de hermano a un imbécil entrometido como tú -respondió George.

-¡Chicos!- Regaño su amiga y ambos la miraron - No se desquiten con Ron.

-Perdón -hablaron a la par.

-¿Ya se les ha ocurrido algo para participar en el Torneo de los tres magos? -inquirió Harry-¿Han pensado alguna otra cosa para entrar?

-Le pregunté a McGonagall cómo escogían a los campeones, pero no me lo dijo -repuso George con amargura-Me mandó callar y seguir con la transformación del mapache.

-Me gustaría saber cuáles serán las pruebas -comentó Ron pensativo-Porque yo creo que nosotros podríamos hacerlo, Harry. Hemos hecho antes cosas muy peligrosas.

-No delante de un tribunal -replicó Fred - McGonagall dice que puntuarán a los campeones según cómo lleven a cabo las pruebas.

-¿Quiénes son los jueces? -preguntó Harry.

-Bueno, los directores de los colegios participantes deben de formar parte del tribunal -declaró Blair, y todos se volvieron hacia ella, bastante sorprendidos - porque los tres resultaron heridos durante el torneo de mil setecientos noventa y dos, cuando se soltó un basilisco que tenían que atrapar los campeones.

𝕱𝖔𝖗𝖊𝖛𝖊𝖗 𝖆𝖓𝖉 𝖆𝖑𝖜𝖆𝖞𝖘 | ʙᴡWhere stories live. Discover now