Capítulo 9. Parte I.

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Lara me está abrazando. Está intentando que mis sacudidas cesen para que consiga respirar, pero es imposible. Me abraza de tal forma para que mire hacia el lado contrario en el que se encuentra el coche destrozado.

Sé que los chicos están chillando, dando patadas... Alguno, incluso llorando.

Alberto ha sido el primero en reaccionar y en llamar a una ambulancia, pero es que también tiene que venir la policia y... no puedo.

Me aparto de Lara y me voy hacia el telefonillo.

Mi madre lo coge asustada. Sabe que tengo novio, sabe la edad que tiene y sabe que tiene trabajo, pero no sabe que corre. Y no, no aprueba que estemos juntos.

La digo que Lucas ha tenido un accidente y que me voy al hospital con él. No entiende nada pero yo ahora no estoy para explicarme.

Lara se lo explica un poco mejor que yo y mi madre dice que vale, que tenga cuidado y que la avise cuando llegue al hospital.

Es entonces cuando dejo de llorar porque ahora mismo, la única persona cercana que tiene Lucas, es a mi. Y bueno, a Alberto.

Me voy acercando a la esquina, donde ha sucedido todo pero mis pies, sin previo aviso, se paran. No soy capaz de asomarme, de ver cómo está realmente el coche y de si él, por lo menos, sigue respirando.

Oigo de lejos el sonido de la ambulancia y me siento más relajada pero más nerviosa. Más relajada porque sé que ellos pueden hacer algo y más nerviosa por si no pueden.

Lara desaparece. No quiero girarme. No puedo. Es entonces cuando me siento en el suelo y me agarro las piernas contra el pecho, escondo la cabeza entre las piernas y vuelvo a derrumbarme con las pocas lágrimas que me quedan.

Siento que alguien se agacha justo enfrente mía y, al levantar la cabeza, me asusto porque no me pensaba que fuera él.

-Corre, ve. Te están esperando-dice Alberto en un susurro.

-Tengo miedo-digo rompiendo a llorar como si fuera un niño pequeño al que le acaban de quitar su peluche favorito.

-Lo sé, y yo también-dice soltando un suspiro-, pero a él le gustaría que fueras tú. Lara y yo vamos a ir en mi coche, ¿vale?

Asiento con la cabeza y Alberto me acompaña hasta la ambulancia. Me tiene sujeta como si fuera un trozo de cristal que está apunto de resquebrajarse en mil pedazos.

Cuando me subo en la ambulancia, no me fijo en nada; ni si quiera le miro. Le cojo la mano, acariciándosela, haciéndole cosquillas. He descubierto que eso le relaja y le encanta y que es uno de sus puntos débiles.

Siempre he soñado con tener a alguien a quien cogerle la mano, a quien poder sostenerme cuando me sintiera sola, y justo cuando creo que he encontrado a esa persona, me la intentan arrebatar.

Le miro y me arrepiento pero es justo ahí, en ese momento, apartando mi mirada que él en dos semanas me ha demostrado más que mucha gente que he tenido a mi alrededor y que esto no se lo merece.

Vale, quizás es un hijo de puta y ha hecho muchas cosas malas. Estoy de acuerdo. Pero, ¿esto? Esto es mucho, incluso para él.

Pero supongo que nada en esta vida es justa.

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Cómo habéis visto en el título, esta es solo la primera parte. Al ver que me estaba quedando demasiado largo, he decidido partirlo en dos. La siguiente parte será subida el miércoles para volver a la rutina de subir todos los miércoles.

También quiero comentaros que una amiga está haciendo un sorteo de un libro en su blog, por si queréis participar http://allidondevanlashojas.blogspot.com/2015/02/sorteo-por-los-50-seguidores.html?spref=tw

Os voy a llamar lectores fantasma porque no comentáis ni votáis. Pero os lo voy a llamar de forma cariñosa.

Me gustaría saber vuestra reacción y opinión del anterior capitulo, en serio, me apetece muchísimo así que si os animáis dejad un comentario o enviadme un tweet (strongnow). No como, soy inofensiva.

Y por ultimo... Muchísimas gracias por seguir leyendo.

Carreras de coches.  ©Where stories live. Discover now