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Francia



El segundo año; Draco lo esperaba con ansias, pero su madre le dijo que no iría la primera semana. Ya que estarían en Praga para un desfile, además había un matrimonio de alguien importante. Aparte el hecho que la intima amiga de su madre, estaba teniendo problemas con su matrimonio.

¡A él eso no le importaba!

Su padre como siempre, nunca le decía que no a su madre, pero esa vez, su padre le dijo a su madre, que no iban a Praga, se irían ellos a Francia, Draco hizo un revuelo y solo gano un regaño de su madre, nada más, y su padre una mirada severa.

Bueno él iría a Francia, pero que conste, no lo iba a disfrutar.

Llego una semana después con tres días al colegio. El profesor Snape y Malfoy lo miraron y le preguntaron si todo estaba bien. Si sus padres no le maltrataban, o si estuvo castigado por algo completamente injusto. Incluso el primer sábado, la señora Malfoy llego al castillo y le hizo las mismas preguntas.

—Queremos tu bien. Y si ellos hacen algo malo iremos a las autoridades correspondientes.

—No, mis padres son buenos. Solo que mamá—la señora Malfoy frunció el ceño—estaba en estado "mejor amiga" y se fue a Praga. Papá decidió que podíamos conectarnos más y me llevo a Francia. Pero he de decir que no lo disfrute.

—Oh y eso.

—Oh profesor Malfoy—Draco lloró con lágrimas de cocodrilo, según Snape—no nos quedamos donde siempre, mamá siempre nos lleva al Chalette que hay en la Riviera, pero papá no quiso gastar en ello, así que nos quedamos en un hostal, nada bonito—. Arrugó su naricita y la Sra. Malfoy rio bajo, con ojos brillantes.

—Así que no disfrute ¿y cómo lo haría?

—Ya veo, joven Ross.

—¿Verdad profesor? —Draco miro directo a los ojos ónix de Severus Snape.

—Si. Comparto tu dolor, Draco querido. Así que te invito a mi casa en Francia, esta también a la orilla de la rivera.

—Oh, gracias, señora Malfoy.

—Es hora que te vayas, joven Rosss.

—Sí, adiós. —se fue muy animado de la oficina del profesor Malfoy. Ellos le caían muy bien, se sentía muy bien a su alrededor.

La Sra. Malfoy sonrió algo cansada al ver salir al niño—. Aun no me acostumbro a que me llame así.

—Lo sé. Yo tampoco.

Severus suspiro, sus amigos apenas pasaban tiempo con el niño, que ellos amaban tanto. Debía ser difícil, muy difícil.

Perspectiva de una vida diferenteWhere stories live. Discover now