She is Death [Bill Cipher, Will Cipher, Phill Cipher y Tú]

¿?

POV: ¿?

Pero miren qué tenemos acá:

A la mismísima muerte acostada en la cama de un moribundo lamentando sus penas con alcohol.

Sonrío con satisfacción.

Ella se encuentra tan... vulnerable. Tan perdida y tan sola que esto solo me causa diversión.

Desde que estoy aquí solo la he visto tomarse tragos largos, destructivos si ha bajado sus defensas para llegar a tan deplorable estado.

Qué bajo has caído, cariño.

Me alejo de la puerta y camino victorioso, risueño. Sintiéndome el jodido dueño de aquel lugar. ¿Y cómo no? Si todo esto era mío.

—¿Que tengo qué?

—Hacer un Raromagedon.

Sonrío recordando ese día.

—No sé... —mencionó mi nombre con cautela—. ¿En serio crees que podré reunirlos a los tres?

Alcé la comisura de mi labio, demostrando mi burla en aquel acto-. ¿Qué pasó, cariño? ¿No confías en tus habilidades de seducción?

Bufó, indignada.

—Claro que no. Lo que no confío es en tener a esos tres... dentro de un mismo lugar —aclara, recelosa—. Son inestables. Unas bombas que explotarán en cualquier segundo.

—¿Y? Eso es lo que necesitamos. Que exploten —la miré, sonriente—. Necesito tenerlos inestables, tanto que hasta olviden cómo se llamen.

Me miró con la duda danzando en sus preciosos ojos—. Siento que esto se saldrá de mis manos... Ellos... Será difícil no tenerte.

Me giré dándole la espalda y callé. Estuvimos algunos minutos en aquel silencio tan sublime hasta que ella volvió a hablar:

—¿En serio crees que podré con todo esto sola?

Lamí mis labios y me dí la vuelta encontrándola más cerca de mí. Sólo faltó dos pasos para tenerla a centímetros de mí. Con cierta delicadeza tomé su mandíbula, con mi pulgar haciendo perezosos roces en su mejilla.

—¿Quieres que sea directo o amable?

Dudó, pero siempre supe su decisión-. Directo.

—Terminarás tan inestable y tan perdida como ellos. —dije con simpleza. Me miró con confusión, tal vez indignada y a la espera de otra respuesta—. Serás la primera en perder el control de sí misma.

Y así fue. Fue la primera en perder el control. ¿Matar a una chica inocente por celos? No fue muy sensato de su parte.

Llego al frente de la puerta de aquel sujeto tan agradable y tan cavernícola.

No me hizo falta abrir su habitación para saber que se encontraba enfrascado en aquellos recuerdos sin valor.

El amor... Tan precioso para algunos y tan destructivo para otros.

Pobre... consumido por un amor que no tuvo comienzo, no tuvo fin, y que ni siquiera existió.

Todos están viviendo algo que no existe. Todos están perdidos. Todos están en donde deberían estar.

Cierro los ojos y al abrirlos llegó a la habitación del debilucho de cabello azul. No toco, ni pregunto si puedo pasar. Entró y me quitó mi camisa, tirándome directamente a la suave cama. Pongo mis brazos atrás de mi cabeza y sonrió otra vez.

Todos están volviéndose inestables. Todos están en donde quiero.

Sigo encontrando ponerme cómodo, consiguiéndolo de inmediato. Levanto mi mano derecha y en un abrir y cerrar de ojos aparece en ella un cigarrillo ya prendido y listo para consumir.

—Esto sólo es el comienzo de su final.

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Nota de la escritora: ¿?