She is Death [Bill Cipher, Will Cipher, Phill Cipher y Tú]

7°

POV'S WILL:

-¡Eres un mal nacido! -saboreo la sangre que se estanca en mi boca. Causado por una cachetada, -que debo aclarar que permití que lo hiciera, porque sino, no hubiese dejado que ni respirara el mismo aire que respiro-, que me dejo con la cabeza ladeada. Escupo la sangre al lago.

Me incorporo, mirando aquellos ojos llenos de furia e impotencia, pero sobre todo con...

-Un mal nacido a quien amas con locura.

-¡Ya quisieras que te amara! ¡Nunca amaría a un ser tan despreciable como tú! -cada palabra le sale con una rabia que ciertamente me causa gracia, -¿Y ésta quién se cree para hablarme así? ¿Ella sabe quién soy?-. Claro que lo sabe, y hace lo que hace porque cree que tiene inmunidad. Una puta inmunidad que yo le he dado y que se la puedo quitar cuando se me de la gana.

Cierro con fuerza mis puños cuando mi cabeza me traiciona y me hace la pregunta que todavía no sé cómo o qué responder.

-¡Ojalá y nunca me hubieras visto! ¡No sabes cuanto lo deseo!

Si se la puedes quitar cuando se te dé la maldita gana ¿Por qué no lo haces ahora? Pregunta otra vez, causando que me cabreé aún más.

Mi mente sabe que sí sé la respuesta y por eso siempre me lo pregunta. Quiere que confiese algo que me jode el orgullo. La rabia y el enojo hace grandes cosas, siempre lo he dicho, y más cuando éstas dos me hacen abrir la bocota de vez en cuando.

-¡Lo hice por nosotros, joder! ¡Todo lo que he hecho es por nosotros!

-¡No! ¡No te atrevas a decir eso cuando hiciste lo que hiciste conmigo! -grita, manteniendo el mismo tono que el mío-. ¡No me preguntaste si yo quería! ¡Nunca lo hiciste!

-¡Por qué sabía que no aceptarías y pondrías a todos encima de nosotros!

-¿De nosotros o de ti? -me mira con el mentón alzado-. Di la verdad. Te duele que elija a otros y no a ti ¿Verdad? Eso es lo que te duele.

Siento el usual hormigueo en mis ojos, tensando mi mandíbula. Suelta una risita negando con la cabeza, como si ya supiera algo y eso le jodiera.

-¿Sabes? Yo sí me creí, en su momento, el “nosotros” -confieza, limpiando unas lágrimas que se hallaban en sus mejillas-. Me lo creí, y créeme cuando te digo que en ese lapso de tiempo yo sí pensé en nosotros y no solo en mí.

-Créeme -repito esa palabra con sorna, tomándola de la cintura provocando que las aguas del lago se arremolinen por la fuerza que ejerzo-. Que si no me importara nadie más a excepción de mí, te hubiese dejado sola. Dejándote que te murieras y te pudrieras en la maldita soledad, -respiro con fuerza, con la rabia palpitándome en todo el cuerpo-. ¡Pero sorpresa! ¡Mírate aquí! Respirando y siendo una maldita mentirosa y malagradecida.

-¡Suéltame!

-¿Qué pasó, bonita? ¿No te gusta que te digan las verdades en la cara?

-He dicho que me sueltes.

-¿Por qué?

-Porque me da asco que me toques, maldito animal.

Suelto aire por la nariz.- ¿Es joda, no?

-No.

-Dime, Venus. ¿Temblar por mi cercanía es mero asco? ¿Ponerte nerviosa porque nulamente te pongo la mano en la cintura, es asco?
-Sí.