PRÓLOGO

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- Harold! Dame un último abrazo...- Mamá siempre tan sensible, odio verla con los ojos inundados en lágrimas. 

 -Vamos Mamá... Volveré dentro de poco, solo voy a ir a estudiar este verano a París para poder seguir estudiando aquí. -

Hace ya tiempo me ofrecieron hacer un curso académico en verano para poder convalidar un año de la universidad. A mi novia nunca la ha gustado la carrera que estoy estudiando, puesto que es una carrera un tanto peculiar. Y ya ni te digo de mis padres, dos años de carrera discutiendo para dejarla, pero siempre lo he dicho. A mí, me encanta. Me estoy licenciando en estudios sobre vikingos y los antiguos nórdicos.

Nella, mi novia, se acerca para darme un beso, hemos llorado mucho juntos por el hecho de separarnos este verano. Sé que me necesita en su vida, pero es una chica increíble. -Te quiero mucho pequeña. Volveré pronto, antes de que termine el verano y podremos hacer muchos de los planes que teníamos preparados.- Le guiño un ojo en señal de que todo está bien y mostrarle que yo también estoy bien.

 -¿Amor no te lo puedes replantear? No te digo que no vayas... bueno no sé, te voy a echar muchísimo de menos.- Nella me abraza muy fuerte. Es una chica muy alta por lo tanto me llega a mi altura y no tengo que agacharme para besarla. La adoro muchísimo. Y le tengo un cariño impresionante, aunque es normal, llevamos cuatro años de relación. 

***PASAJEROS CON DESTINO AEROPUERTO CHARLES DE GAULLE, LAS PUERTAS DE EMBARQUE SE ENCUENTRAN ABIERTAS***

-Cariño, tengo que irme, verás, que se hará más leve de que lo que piensas, además estarás trabajando y estarás muy ocupada.- Me da pena dejarla aquí, se mudó a Barcelona a estudiar dejando a toda su familia en Pamplona. Aunque va a verlos casi cada finde. Es una chica muy fuerte. 

Mis padres me abrazan muy fuerte y mis hermanos me abrazan de uno a uno. Mi novia con un beso se despide de mí. Me acerco a la sala de embarque después de pasar por la seguridad. Tengo unas pequeñas ganas de llorar, pero esto es muy importante para mí. No puedo encerrarme aquí. Me gusta abrirme en opciones, visitar mundo, descubrir mi soledad. Mi propio disfrute de la vida.

Una vez en el avión, me acomodo en el asiento que da al pasillo, pues lo decidí así, no me gusta tener que molestar a alguien para que me deje pasar. Me pongo los auriculares inalámbricos para descansar un poco del día tan movido que he tenido. Tenía muchas ganas de irme a París. Buenas noches, señores pasajeros. 

El comandante y todos nosotros les damos las gracias por elegir este vuelo de la compañía europeairlines con destino París, Gracias por su atención y feliz vuelo. 

Dos horas más tarde el avión aterriza en el CDG de París. La agencia que organiza el viaje de la universidad nos envió un correo un día antes del vuelo constando que nos vendrían a recoger a cada uno según su destino. Mi destino es Chantilly, un pequeño pueblo de París. 

Cuando salgo por la puerta grande, veo a un señor vestido de negro con un cartel en el que pone Durand, ese es mi apellido. Me acerco a él. Y subimos a un coche oscuro. No esperaba que fuera alguien tan serio. Parece el guardaespaldas de alguien importante, y no por su apariencia. Si no porque me recoge en un Maserati ghibli. Y mascarilla. Tiempos de Covid.

Suena un timbre en el coche, es una llamada entrante para el conductor. Él mismo sube la ventana que hay entre él y yo, pero no acaba de subirla cuando coge la llamada. 

 -Señor ya he pasado a recoger a su hijo del aeropuerto, apenas llevaba equipaje, no sé porque me ha dicho que coja el coche grande.- Escucho una voz grave e imponente desde el otro lado de la línea telefónica. 

 ¿Cómo que hijo? ¿A donde me llevan? Ya decía mi padre que este programa era demasiado barato y demasiado sencillo como para ser real. El supuesto chófer baja la ventanilla y me mira.

-Eres mujer?- Me mira de arriba abajo, parándose en mi barba y luego en mi entrepierna y luego se gira volviendo al teléfono. - Señor Durand, creo que he recogido a la persona equivocada. Su hija debe de estar todavía esperando.- 

No he dicho nada en todo el rato, pero salgo del pequeño trance. - Bueno entonces, siento el error, es que también me apellido Durand, y tenía que venir alguien a recogerme.- Veo que no dice nada, cierra la ventanilla y sigue su rumbo hacia delante.

Llegamos a un camino que dirigen muchos árboles a los costados, dos niños muy bien vestidos están paseando a caballo como si fuera lo más normal del mundo. Y justo, cuando el coche se para, aparece una pequeña ciudad rodeada de una valla hecha de piedra y madera y se asemeja a una gran muralla que envuelve toda la pequeñísima ciudad que se acaba de abrir delante de mis ojos. 

Si, la De la Villa en ParísWhere stories live. Discover now