Capítulo 10.

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Corazón mantente en calma.

Tiago abre la puerta de copiloto y me indica que suba. Nick espera que Alexander llegue hasta nosotros y los dos se deslizan en los asientos traseros. Tiago, el conductor designado da marcha al auto.

Me giro sobre el asiento para ver a los dos que van atrás. Alexander está de brazos cruzados, las piernas separadas y con su vista puesta en las calles. Nick ahora me está observando. Tiago mira a Nick por el retrovisor y los dos ríen.

—¿Qué? —pregunto.

—¿Necesitas algo, trocito mío?

—¿No puedo mirarte?

—¿Segura que me mirabas a mí?

Alexander me mira y espera a que responda— Muy segura —digo y veo al azabache volver la vista a las calles.

—Le sigue gustando hacer eso de observar en silencio —el comentario de Alexander es casi un murmullo.

—Nick, —le llamo, tratando de cambiar el tema— ¿pudiste solucionar lo de la fiesta?

Él asiente— Será dentro de cinco días.

—Oh... ¿disculpa? —me detengo en seco como si hubiese escuchado mal— ¿Cinco días? —Tiago y Nick asienten— Pero ese día es la cena en casa de los Page.

—Lo sabemos.

—Ustedes saben que tienen que asistir.

—Y lo haremos. Los tres iremos a la cena y después vamos a la fiesta, no es tan difícil.

—¿Cuáles tres?

Bueno, hay tres chicos en el auto, pero Alexander ya ha dicho que no irá a la cena y muy poco le he escuchado que se anime a las fiestas.

Nick enarca una ceja— ¿Lo preguntas en serio? —asiento— Vas a ir, Erin. Vas a acompañarnos.

—Paso.

Tiago ríe— Nick ya confirmó tu asistencia. Valeshka ya ha reservado cita en el salón de belleza para que vayan las dos.

Si Valeshka viene de visita eso quiere decir que... oh... Me acomodo en el asiento y miro a Tiago. Me he puesto muy nerviosa de repente.

—¿Él también vendrá? —decido preguntar.

—Claro que lo hará. Él espera verte allá.

Mi corazón ya no puede estar en calma.

—¿Pietro? —pregunta Alexander.

—Pietro —confirma Nick.

Jugueteo con mis dedos y empiezo a mirar por la ventana. Han pasado cuatro meses desde la última vez que lo vi. Han pasado más de seis meses desde la última vez que nos dimos un beso. Pietro era esa clase de amor imposible que un día dejo de serlo solo porque logre conseguir ese primer beso que tanto soñaba.

Yo tenía diecisiete y el veinte cuando ocurrió. Él me dio mi primer beso. Él fue el primer sabor y más exquisitos labios que he probado. Era esa fruta prohibida que tanto anhelaba degustar. Siempre he pensado que no me han gustado los labios de otros o no he podido sentir algo fuerte porque siempre termino comparándolos con los de Pietro que te hacen debatirte en si están dulces o ácidos, es una mezcla de ternura y calentura. Yo, al igual que otros, creí que con él lograría más que un beso porque es algo que todos suponen cuando Pietro pone sus ojos en una chica, pero no lo conseguí y él solo me dedicó un: «No quiero que termines como yo»

Siempre quise buscar la aprobación de Pietro con respecto a la apariencia, pero a él muy poco le importaba eso. Siempre quería que habláramos de otros temas o me contaba como era su vida en la universidad. Siempre quise verme más bonita para él, pero creo que nunca se fijó en eso. Yo empecé a sentirme mal, había encontrado un chico que no quería fijarse en lo único que yo siempre he sentido puedo ofrecer, una buena apariencia.

Mi vecino del RoyalWo Geschichten leben. Entdecke jetzt