#16

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SÉPTIMO DÍA:

 

02:00 am.

 

Peter condujo hacia una cancha.
–Qué bonito –sonrió Lali, viendo la cancha toda iluminada por escasas farolas de la madrugada. El faro los relucía de vez en cuando– Hay alguien –sonrió.
Lali se fijó en algunas personas que estaban allí.

–Oh dios.
Abrió rápidamente la puerta del auto.
– ¡Carlota! ¡Alicia! –fue corriendo hacia ellas– Dios, cuánto tiempo –abrazó a ambas– ¿te volviste a teñir? –dijo mirando a Alicia, ella volvía a estar morocha. Sonrió ampliamente, mientras asentía – sinceramente, te queda mejor el cabello claro.
–Bueno –se encogió de hombros– A Raúl le gusta.
Lali sonrió y volvió a abrazarlas.

–Bueno, nosotras nos vamos… -afirmó Carlota– Ya son las dos de la madrugada… mañana tengo que ir a la tienda Adidas, y admito que no tengo nada de ganas… será mejor que descanse.
–Pero… ¿no se van a quedar un poco más? ¿Con Peter y conmigo?
Carlota negó.
–Pasé toda la tarde con Peter. La noche es de ustedes –miró a Alicia– mañana ya pasaremos más rato juntas ¿o no Alicia? –le guiñó un ojo a ella.
–Obvio. Pasalo bien con Peter… tiene un buen plan –miró hacia el cielo– Además, hace calor y el cielo está despejado, está como para jugar al fútbol –suspiró– ¿Sabés Lali? El amor es esto, el amor… no son regalos estúpidos o salidas aburridas. El amor es locura.
Le besó la mejilla. Carlota también saludó a Lali y se subieron al auto de ésta.
–Buenas noches, Peter –lo saludó Alicia por la ventanilla.
–Igualmente –sonrió él, apoyado en el auto. Se quedó mirando a Lali. Ella se volvió a acercar al auto de Peter con las zapatillas en una mano.
Peter sonrió, llevó una pelota, guantes de arquero, dos pares de rodilleras, y dos pares de botines.
– ¿Y? ¿Tenes ganas de jugar a penales?

–Peter, no jugué un partido en mi vida.
–No importa. Solo dejate llevar, yo te enseño… –la rodeó por la cintura y la besó lentamente– Vení, te pongo las canilleras y los botines.
Peter tomó los botines y fue colocando los botines en los pies de Lali.
–¿Cómo sabías mi número?
–Fácil, la 37 de mujer. Estuve… ojeando tus pies y tus talles de ropa.
–¿Miraste en mi ropero?
–Si, y lo tenés re desordenado.
– ¡PETER! -Peter soltó una carcajada.

–Bueno, tampoco me hubiera hecho falta… con el culo chiquito que tenes... –la miró y le guiñó unojo.
–Peter… –Lali se sonrojó. Vio que él se quitaba la remera. Observó sus músculos tensarse– ¿Vas a cambiarte acá en plena cancha?
–Obvio. ¿Por qué no?
–Porque estoy yo delante.
–Ni que fueras una desconocida –se rió, desabrochándose el cinturón.
–Espera, espera… –Lali tomó el atuendo de fútbol y se fue hacia la parte de delante– ¿No habrá nadie mirando?
–Tranquila… Esta es mi cancha privada. Con mi familia la mandamos a hacer hace 3 años, y ya di las órdenes de que nadie entre y estamos solos –sonrió.
Lali la dejó pasar, no contestó a la burla de Peter.
–No mires, eh.
–No miro –dijo Peter quedansose en bóxers. Se puso el pantalón– ¿Estás ya?
–No…
Peter se asomó. Lali estaba de espaldas. Unos hombros curvados, una cintura fina… la línea de la espalda marcada, terminando en un culo respingón. Peter no pudo apartar la mirada. Lali se colocó la equipación.
– ¡Hey! –dijo molesta– te dije que no miraras…
–Un culo chiquito pero bien puesto –se rió Peter– No te enojes –fue hacia a ella– te amo -la besó en los labios de nuevo.
–Acomodame bien este pantalón dale.
–Boludita… Te pusiste al revés el pantalón –dijo Peter riendo.
–Te dije que no sabía nada de fútbol.
–Aunque si queres… Te ayudo con el pantalón, solo tenes que sacártelo.
–No, yo puedo sola –dijo Lali percibiendo la picardía de Peter.

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Peter se rió al ver como Lali erraba la pelota al arco cada vez que pateaba. Ella se enojó, apartándose el pelo de la cara.
–Ya me harté –se fue al costado de la cancha

Peter la siguió.
–No te enojes, es normal –la abrazó por detrás. Lali apartó sus manos.
–Claro, porque sos hombre y te resulta fácil.
Peter rió.
–Vení Lali –abrió una canasta- ¿Queres comer algo?
–Bueno… –en ese momento le rugió el estómago– Son las cuatro de la madrugada y voy a comer con mi novio… está bien.
Peter la miró, entrecerrando sus pequeños ojos.
–Cerra los ojos.
–¿Por qué?
–Espera, no me fío de vos –se levantó y buscó un pañuelo en la canasta– Ah, pero que practico soy, metí uno de mis pañuelos de cuello –rió para sí mismo.
–¿Con que no te fias de mi eh? –dijo Lali haciendo que se enojase de nuevo. Pero su enojo duró medio segundo. Inspiró el particular olor del pañuelo de Peter. Olía a él. Sonrió, mientras él se lo terminaba de atar alrededor de los ojos.
Peter entrelazó sus dedos con los de la mano de Lali.
–Vení, sentate –la ayudó a sentarse, en aquella especie de sábana. La ropa era de futbol, pero daba igual– Abrí la boca –le ordenó, agarrando uno de los alimentos que tenía guardados y preparados.
Peter le metió una fresa con chocolate.
–¿Qué es?
–Fresa… hum, con chocolate del que vicia –Lali solía llamar así a las cosas que, una vez empiezas, ya no podías parar.
–Ajá… –Peter ahora le metió un trozo de banana con chocolate– ¿Y esto?
–Hum, riquísimo –sonrió– Banana con chocolate.
–¿Y esto? –se acercó y la besó. Lali correspondió al beso. Ella sabía a fondue de chocolate. Dios, ¡él no podía comer cosas con azúcar! Rió.
–El mejor de los manjares… –Lali se quitó el pañuelo de los ojos– Tu boca…
Peter le sonrió y acarició una de sus mejillas. Lali estuvo pensativa. Se dejó caer en la especie de mantel improvisado. Peter se acostó al lado de ella. Apartó su pelo.
–Peter… –murmuró ella. Se abrazó a él–  Si me muero dentro de una semana… ¿me vas a recordar?
–No empecemos…
– ¿Pero me vas a recordar?
–Siempre –besó su frente– ¿A qué viene eso?
–Tengo el presentimiento de que pasará.
– ¿Por qué tenés que ser negativa? Los tratamientos van a hacer efecto, y te van a curar…
–No soy negativa, soy realista. Hay muy pocas probabilidades… y yo… –los ojos se le aguaron– Estoy hecha mierda.

Peter suspiró y apoyó la barbilla en la cabeza de Lali. Le alzó la remera que correspondía a un equipo de fútbol y acarició su espalda, un poco húmeda.
–Peter no quiero morir sin saber lo que es… lo que es… –se aferró a él– Dios, qué vergüenza.
–Decime… ¿que cosa? –la miró a los ojos. Lali intentó sostener la mirada. Pero terminó por bajarla. Peter rozó su labio inferior con su dedo pulgar– Decime, mi amor…
–No quiero morir sin saber cómo se siente…
– ¿Cómo se siente qué? – Los latidos del corazón de Peter se aceleraron…

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Hola gente bella! ¿Ya se está termiando febrero? wuou. Qué rápido pasa el tiempo eh. Nooooo, ya empiezan las clases :( :(

Los quiero muchoooo!

Maga. (Tw: @HumorDeLalita)

16 Días {Laliter}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora