Amor de Guerra (Severus Snape X Tú)

Capítulo 24

Un par de días después, Draco, Narcissa y _____ fueron al callejón Diagon para comprar los útiles que los chicos necesitarían ese año. _____ observaba en silencio lo cambiado que estaba el callejón Diagon, mientras esperaba fuera de la tienda de túnicas de Madame Malkin a que terminaran de ajustar las nuevas túnicas de Draco. Las calles que antes habían estado llenas de color y gente alegre ahora estaban repletas de tiendas abandonadas, algunas a medio destruir, ventanas tapiadas, y personas que caminaban silenciosamente y en grupo, apenas levantado la vista del suelo. En las paredes de las tiendas pudo ver varios carteles de "Se busca" con las fotos de los mortífagos, entre los que se encontraba su querida tía Bellatrix.

Luego de un rato vio a Hagrid, Harry, Ron y Hermione acercándose a la tienda. En cuanto la vieron la saludaron con un gesto de mano, aunque no ocultaron la preocupación y tristeza que se reflejaba en sus ojos por la forma en que la guerra se reflejaba en el callejón Diagon.

—Señorita Gaunt, ¿cómo está?—la saludó amablemente Hagrid.

—Buenas tardes, profesor Hagrid. Estoy bien, en lo que cabe. ¿A ustedes cómo les va?

—No deberías estar sola aquí afuera, considerando la situación actual.—le dijo Ron.

—No estoy sola, tía Cissy y Draco están dentro. Yo ya tengo mis túnicas,—dijo alzando la bolsa con su nuevo uniforme—pero me aburrí de esperar adentro.

—¿Draco está aquí?—preguntó Harry, que al parecer era lo único que había escuchado.

—Harry, sé que hace bastante tiempo que no lo ves, pero no es un buen momento. Tía Cissy está aquí, y tú sabes por qué no es conveniente que los padres de Draco sepan de su relación.

—Esperen, ¿estás saliendo con Malfoy, Harry?—exclamó el semi gigante con sorpresa.

—Dilo más fuerte, Hagrid. Creo que no te escucharon en Durmstrang.—respondió sarcásticamente el de lentes.

En ese momento salió el rubio de la tienda; Narcissa se limitó a hacer un asentimiento de cabeza como saludo a quienes estaban a los lados de la puerta de la tienda, demasiado distraída como para notar quienes eran. _____ se despidió de los leones en silencio, y el rubio les dirigió una pequeña sonrisa antes de volver al gesto tristón que había tenido durante los últimos días y seguir a su madre. Harry vio alejarse a los tres sangre pura en silencio, y no pudo evitar soltar un suspiro cuando perdió de vista la rubia cabellera de Draco.

—Demonios, Harry; el hurón te tiene loco.—comentó Ron.

Riendo apenado, el ojiverde se limitó a hacer que sus amigos entraran a la tienda, mientras Hagrid decidía quedarse afuera para que no estuvieran tan apretados dentro.

Luego de un rato, después de casi haber terminado con sus compras, Narcissa, Draco y _____ pasaron frente a la tienda de bromas de los gemelos Weasley sin apenas notarla, a pesar de que destacaba demasiado con sus llamativos colores en medio del ambiente grisáceo del callejón. Draco le hizo una seña a su prima, quien asintió en respuesta antes de tomar a su tía por el brazo.

—Tía Cissy, el señor Avery me dijo que compró a Mimi en la tienda de los Weasley; quiero comprar otro micro puff, para que Mimi tenga con quien jugar cuando yo esté en Hogwarts, ¿podemos entrar?

Cissy vio su reloj de bolsillo antes de darle una mirada crítica a la tienda de bromas. Finalmente suspiró antes de aferrar más fuerte el agarre de su sobrina.

—De acuerdo, pero no quiero que compres nada para hacer bromas. El pobre Pettigrew ya te tiene pavor sin necesidad de que incluyas artefactos posiblemente peligrosos.

Con una sonrisa, _____ guió a su tía al interior de la tienda; Narcissa se aseguró de que su hijo las seguía, pero el alboroto dentro de la tienda le permitió a Draco cerrar la puerta antes de entrar sin que su madre lo notara. Sin embargo, quien sí notó que se separaba de su madre fue Harry, quien lo vio a través de las ventanas mientras conversaba con Fred y George. Tan distraídos estaban todos viendo los maravillosos productos de los Weasley que no notaron a Harry, Hermione y Ron salieron de la tienda tras Draco bajo la capa de invisibilidad del pelinegro, los últimos dos porque sabían que con la guerra presente no sería prudente dejar a su amigo vagar solo por las calles.