Dragon Tattoo | Jikookmin

Parte única

El último cliente salía por la puerta del local, dándole fin a su estadía en dicho lugar, era alrededor de las 9 de la noche, y un lindo rubio terminaba por fin sus horas de trabajo como tatuador, era dueño del local y a pesar de tener más personas trabajando para él, le era inevitable pasarse horas en el estudio dibujando y tatuando, pasaba más tiempo allí que en su propia casa, y no podía estar más que feliz con ello. Siempre le había apasionado los tatuajes, muchos lo consideraban un artista, sus magníficas manos eran una máquina de arte, cualquier cosa que hiciera Park Jimin lo haría a la perfección; era un hombre conocido en el medio, y todos querían tatuarse en su local, celebridades de todo tipo pedían citas con meses de antelación para que ese bello hombre tatuara su piel con tanta delicadeza y profesionalismo incomparable.

Su talento y apariencia habían hecho de su éxito algo más fácil de florecer, o eso era lo que todos creían; Jimin era una persona bastante cerrada, solo tenía dos amigos, y cualquiera que tratara de acercársele solo se estancaba en la línea de conocido, el rubio jamás había querido o necesitado de los demás, todo lo había conseguido por mérito propio y con mucho esfuerzo, desde muy temprana edad había comenzado a trabajar, después de ser echado de casa por se gay tuvo que ganarse la vida por sí sólo. Tenía 3 trabajos, dos de ellos eran de medio tiempo y el último era el trabajo donde pudo desarrollar sus hábiles como tatuador, en un bar haciendo tatuajes clandestinos a cualquier tipo de bandido.

Consideraba que había sido muy afortunado de tener talento en algo y que este le generara dinero, y una muy buena cantidad; recordaba esos días en los que trataba de mantener sus estudios en su escuela pública a la par de sus trabajos, había días en los que sentía que iba a morir, si no era por el cansancio sería por él mismo, cortándose la muñecas con una navaja hasta desangrarse; pero sus dos amigos, Yoongi y Hoseok lo habían ayudado a manejar la situación lo "mejor" posible, ayudándolo en todas sus recaídas e intentos, hasta llegar a la actualidad en la que el rubio había superado todo eso y ahora vivía una vida plena, solitaria, pero no necesitaba de personas falsas que solo lo buscarán ahora por lo que había conseguido, su única familia eran esos dos chicos que nunca lo dejaron solo, y así vivía bien.

Era una noche muy calmada perfecta para comenzar con un nuevo trabajo, Park a pesar de los años y aunque tuviera su propio negocio, no había dejado de tatuar en aquel bar lleno de mafiosos. Le gustaba los riesgos, y la adrenalina que corría por su cuerpo al pensar que con sólo una pequeña equivocación en un tatuaje su vida terminaba, lo extasiaba. Sabía que jamás se equivocaría pero siempre estaba la muy pequeña probabilidad de que algo malo ocurriera, y si pasaba Jimin estaría listo para enfrentarlo.

Hoy haría un tatuaje de dragón, el típico dragón chino pero negro, su cliente había escogido como lugar la espalda, así que sería un tatuaje bastante grande y que tomaría muchas más noches en terminar. Al entrar al local caminó con tranquilidad, conocía el bar como la palma de su mano, así que no fue para nada complicado para él dirigirse al lugar más recóndito del lugar donde se escondía su zona de trabajo. Mientras esperaba por su cliente preparó todo lo necesario, guantes, tapabocas, agujas estériles, jabón antiséptico, pañitos... Era todo un recuento mental que hacía el rubio, esto podría ser clandestino pero mantenían los cuidados necesarios, iba a tatuar a un hombre peligroso, no quería que este después resultara con una infección en la piel. Cuando la puerta se abrió un hombre alto y musculoso con una cabellera negra se hizo presente, junto con una pequeña sonrisa adornando su rostro, sería una larga noche.

-Hola solecito- dijo acercándose al rubio para dejarle un suave beso en su mejilla- ¿Me extrañaste?

-No he dejado de verte en los últimos 6 meses, extrañarte es lo último que haría- dijo serio y desganado mientras se lavaba las manos.