Capítulo 4

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A la mañana siguiente despertó con la esperanza de que lo vivido los últimos dos días hubiese sido solo un sueño, pero, por más que lo deseaba, estaba muy consciente de que no era así. El chico estiró su brazo frente a su rostro, encontrándose con una mano que no reconocía como la suya, la mano de un niño. Aún somnoliento, se dirigió a la cocina en busca de algo para comer cuando se encontró con el primero de muchos inconvenientes que se encargarían de recordarle su nueva condición. El chico suspiró fastidiado, tendría que despertar a Zhan.

Se dirigió a la habitación del mayor y lo encontró profundamente dormido. Por un segundo pensó en dejarlo dormir, no había rastro de tristeza en sus facciones, solo tranquilidad. Pero su estómago no estuvo de acuerdo.

—Gege. Gege, despierta. —Como respuesta recibió un gruñido—. ¡Gege! —gritó.

—Estoy despierto —se quejó con los ojos cerrados—. ¿Qué sucede?

Zhan abrió sus ojos con pereza, encontrándose con el rostro de Wangji frente a él. Al ver al chico se sorprendió, le tomó un momento recordar lo sucedido el día anterior, y la tristeza nuevamente lo invadió. Se esforzó en sonreír, no era justo que el pequeño lo viera con mala cara.

—¿Qué quieres, Wangji?

—Tengo hambre —dijo frunciendo el ceño—. Aliméntame.

El mayor comenzó a reír mientras se desperezaba y veía la hora, eran las nueve de la mañana, el día recién comenzaba.

—Bien, vamos a preparar el desayuno —dijo el mayor al tiempo que se levantaba.

Zhan se encargó de preparar un delicioso desayuno para el menor, con jugo, leche, tostadas y panqueques con manjar. Mientras preparaba todo, Wangji había insistido en que quería ayudarlo, pero el mayor se negó rotundamente a que se acercara a la cocina, al menos no lo tenía permitido si había algo encendido. El chico bufó, no solo no alcanzaba lugares que antes sí estaban a su altura, ahora tampoco podría cocinar porque, según Zhan, era muy pequeño. ¡Qué fastidio!

—Si quieres, puedes ayudarme a poner la mesa —dijo Zhan con una sonrisa—. ¿Está bien?

¿Cómo decir que no cuando Zhan sonreía? El niño asintió y resignado fue al comedor para poner en la mesa los cubiertos, las tazas, el pan, entre otras cosas. Mientras hacía esto, no podía dejar de pensar en lo molesto que era volver a tener siete años, y se dio cuenta de que no solo era más bajo, también había perdido libertad e independencia. Seguía sin comprender las razones por las que se encontraba en esa situación, todo lo que Ziyi le había dicho no tenía sentido, nada lo tenía desde el momento en que ella se cruzó en su camino.

El desayuno ya estaba listo y, sin esperar más, Wangji comió todo lo que su gege le había preparado. Estaba delicioso.

—¿Te gustó? —El niño asintió con la boca llena—. Me alegro.

Mientras comían, Zhan no dejaba de hacerle preguntas al menor. Si tenía hermanos, dónde vivía, dónde estudiaba, cuándo era su cumpleaños, qué le gustaba comer y qué no. Se le ocurrían todo tipo de preguntas con tal de saber un poco más sobre el niño, ya que, según él, si iba a cuidarlo era necesario conocerlo bien.

—Gege, responderé todo lo que quieras, pero después, ahora déjame comer —pidió con un puchero.

—Está bien, lo siento —dijo riendo.

Después de comer y cambiarse ropa, Wangji le dijo al mayor que quería jugar con la consola. Ambos estaban muy entretenidos matando monstruos cuando el teléfono de Zhan sonó. Su semblante cambió y, antes de dirigirse a su habitación, le dijo al menor que se quedara jugando, siendo completamente ignorado y desobedecido. El niño fue tras él sin que se diera cuenta y escuchó lo que decía.

Just a Little BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora