𝙻𝚒́𝚖𝚒𝚝𝚎𝚜 [𝚂𝚎𝚟𝚖𝚒𝚘𝚗𝚎]

Respiración✳

Después del encuentro de ayer con Snape, Hermione decidió quedarse en la cama el resto del fin de semana, saliendo de su habitación sólo para asistir a las comidas.

Ahora mismo estaba sentada en la comida jugando con el resto de sus patatas.

Bueno, asistía a las comidas pero no comía mucho, nunca más de la mitad de su plato, así que estaba sentada en su lugar habitual dejando que sus ojos vagaran por la sala observando a los demás estudiantes.

Otro pasatiempo que adquirió después de la guerra, ya era bastante buena leyendo el lenguaje corporal y las expresiones faciales de sus compañeros.

Tenía que admitir que era bastante entretenido observarlos.

Justo cuando puso sus ojos en un par de slytherins que iban a empezar una pelea en cualquier momento, sintió que alguien intentaba invadir su mente.

Por suerte, ella era experta en oclumancia, así que él no pudo traspasar sus paredes.

Sin embargo, no dejó de intentarlo. Hermione giró la cabeza hacia la mesa alta, buscando a Snape.

Sus sospechas se confirmaron cuando lo sorprendió mirándola fijamente a los ojos.

Le lanzó una mirada fulminante, pero él no pareció molestarse, pues seguía intentando meterse en su mente.Molesta y ligeramente irritada se levantó y se fue a su dormitorio.

Abriendo la puerta se dirigió directamente a su cama y se dejó caer en ella. Gracias a Merlín, todos los séptimos años tenían dormitorios separados.

Ahora no soportaría la presencia de otro.Todo era tan confuso y, lo que era más importante, agotador.

¿Qué pretendía Snape?

¿Por qué querría entrar en su mente?

Y más importante aún, qué le da derecho a intentar siquiera usar la legeremancia con ella.

Ha, debe haber pensado que no la escudaría. Sorpresa, hombre, está protegida las 24 horas del día, búscate otro pasatiempo porque no vas a entrar en mi increíble cerebro, se rió para sus adentros, antes de caer en un sueño intranquilo.

Mientras tanto, en las mazmorras.

Snape se paseaba por su salón.

Hermione Granger ocupaba todos sus pensamientos.

Seguía preocupado por su bienestar, ya que seguía sin comer mucho y, a juzgar por esas ojeras, tampoco dormía lo suficiente.

Lo estaba desesperando y frustrando tanto que incluso intentó usar legeremancia con ella durante el almuerzo.

Merlín, esa chica guarda su mente mejor que los guardias de Askaban...

Ella parecía saber al instante que era él. Pero no estaba asustada como todos los demás habrían estado, estaba enfadada.

Enfadada con él por intentar conseguir una información que claramente no estaba dispuesta a dar.

De repente dejó de pasearse y dejó escapar un gruñido bajo y frustrado.

Se sentía culpable. Tal vez debería ir a disculparse con ella.

¿Estás loco? ¿Cuándo fue la última vez que te disculpaste con alguien? Y mucho menos a una alumna tuya. Eso no va a suceder.

Pero, parecía estar agotada, tal vez incluso enferma en el Gran Salón... tal vez debería ir a ver cómo está.

Sí, eso es lo que voy a hacer.

Y con eso salió por la puerta directo al ala donde se encontraban los dormitorios de 7º año.

Después de unos minutos subió las escaleras y fue entonces cuando lo escuchó.

Gritos, sollozos y tartamudeos, y venía directamente de detrás de lo que supuso que era la puerta de la señorita Granger.

Sin siquiera pensarlo dos veces sacó su varita y abrió con cautela la puerta justo para encontrar a la joven bruja revolcándose en su cama, pateando y agarrando las sábanas.

Terrores nocturnos.

La pobre bruja tiene terrores nocturnos. Se preguntó si le ocurría a diario.

En ese momento ella gritó otra vez y él vio que las lágrimas corrían por su cara.

Se acercó a ella a dos pasos y, con precaución, le puso una mano en el hombro, sacudiéndola ligeramente.

Ella se estremeció bajo su contacto y empezó a golpearle con toda la fuerza, y a gemir "para, por favor, para. No puedo soportarlo más".

Él se sentó en la cama y la cogió en brazos apretando un poco el agarre alrededor de ella para asegurarse de que no se hiciera daño ni a él ni a sí misma. "Todo está bien. Ahora estás a salvo. Despierta. Es sólo un mal sueño. Despierta". Empezó a susurrarle al oído y después de unos momentos ella se calmó en sus brazos y abrió mucho los ojos.

Él pudo ver que le costaba respirar y empezó a sacudirla ligeramente diciéndole que respirara.

Ella tuvo un ataque de pánico.

De nuevo, él empezó a arrullarla y a acallarla, suplicándole que respirara.

Al cabo de unos segundos, la oyó respirar con dificultad y derrumbarse en sus brazos.

Las lágrimas silenciosas seguían cayendo por su cara y de vez en cuando se le escapaba un sollozo.

Snape empezó a acunar suavemente a la exhausta bruja en sus brazos y a susurrarle palabras dulces hasta que oyó que su respiración se estabilizaba.

Se había quedado dormida sobre él. Snape se recostó contra la pared y cerró los ojos.

¿Qué habrá visto ella para reaccionar así?

Aunque se hacía la dura e impasible, acababa de ser testigo de lo vulnerable que era la joven que ahora dormía en sus brazos.

No la dejaría pasar por esto sola.

No ahora. Nunca.

Daría lo mejor de sí mismo para hacerla feliz de nuevo.

Nunca dejaría que nadie hiciera daño a su preciosa brujita.

Con esos pensamientos se durmió lentamente.

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