19. Lágrimas, Helado y Canciones de Taylor Swift

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Christopher

Entre a mi oficina todo empapado, y me sorprendí al ver a Danielle sentada esperándome.

—¿Qué haces aquí? — ella levanto la vista de su celular y me observo de arriba abajo.

—¿Por qué estas mojado? —boto mi pregunta para hacer la suya

—No contestaste mi pregunta

—Y tú tampoco la mía— nos retamos con la mirada como solíamos hacerlo de niños.

Dejo de mirarla dejando que gane, porque no estoy de humor para esto. Me recuesto sobre el sofá y oculto mi rostro con ambas manos.

—Lo fastidie todo, Elle— aunque no la pudiera ver sé que ella se acercó a mí.

—¿Qué fastidiaste?

—Mi relación con Gabriela, mi...—dejo la oración al aire porque no es momento de hablar sobre eso con alguien.

—¿Tú qué? — me ínsita a que continúe, me levanto del sofá y la miro.

—Nada contesto simplemente— No me has dicho ¿qué haces aquí?

—Tú me pediste que viniera— me muestra un papel.

Mandar mensajes por cartas, o sea no soy tan retrograda.

Observo la carta y esa en definitiva no es mi letra.

Genial otro problema que anotar en la larga lista.

Luego recuerdo la cara de Madison cuando vio a Gabriela, las palabras de la rubia acerca de un favor y todo apunta a que fue por ella por quien lo hizo, ¿pero por qué?

Gabriela

Estaba estacionada en un callejón poco transitado, con un bote de helado en mi regazo y la radio a todo nivel.

Se preguntarán ¿siempre llevas helado en tu auto o qué? Y la verdad es que no, o sea me encantaría, pero no, de hecho, hay una tienda en la esquina de este viejo callejón.

Por la radio suenan canciones de Taylor Swift, esas de rompimiento, la canción que está sonando en este momento me hace sentir tan miserable, pero como ya sabrán escuchar música triste cuando estas triste es lo mejor, le agrega drama a la cosa, en fin, aquí estoy yo en mi auto llorando, comiendo y escuchando música triste, porque negativo más negativo da positivo, aunque realmente no me siento así.

Cuando el bote de helado se acaba, decido ponerlo a un lado y dirijo mis manos a mi vientre. Se supone que cuando estas embarazada no tienes que concentrar tantas emociones negativas, principalmente en los primeros meses, sin embargo, aquí estoy yo más rota que un plato de porcelana al estrellarse contra el suelo. No me dolió tanto el hecho de que besara a Madison, o sea obviamente si me dolió, pero tampoco es la razón por la cual me encuentro así, La verdadera razón de mi sentir es lo que Christopher dijo al final de la discusión, y lo estúpida que fui al ilusionarme.

—Estaremos bien— le hablo a mi bebé, aunque no sé si pueda escucharme.

Suspiro y cierro los ojos. Recuerdo todo lo que creí que era real y mis ojos se llenan de lágrimas.

—Te odio, Christopher— susurro— te odio tanto.

Enciendo el auto y voy al mirador al que solía ir de pequeña. Al llegar ahí bajo del auto, como sigo algo mojada, siento el frio hasta donde el sol no me pega. Tomo un abrigo que tengo en la cajuela y me lo pongo.

La vista es maravillosa, y por un momento quisiera no estar admirándola sola, porque entonces recordaría todas las razones por las que escapaba del horrible orfanato para venir aquí.

Mi celular vibra, y veo las 20 llamadas perdidas que tengo de Chris y los 15 mensajes, guardo el aparato y me concentro en mí, aunque eso no sirve de mucho, en cambio me hace sentir peor. Así que decido abrir los mensajes y empiezo a leer.

La mayoría, si no es que todos me pedían que volviera, que no fue su intención decir lo que dijo. Al final hay un mensaje de voz, lo reproduzco y su voz ronca llega a mis oídos, causando algo en mi interior. (Me reprimo mentalmente por mi respuesta a su voz), no obstante, juraría que sentí algo en el vientre (tal vez me digan hay que exagerada eres Gaby, pero juro por todo lo sagrado que de verdad lo sentí).

Guardo el celular en la bolsa de mi abrigo y acaricio a la criaturita en mi vientre.

—Te gusta escuchar la voz de papá— sonrió mientras hablo.

Ni siquiera debe estar bien formado el bebé, no lo uses como excusa para evadir que en realidad eres tú a la que le gusta escucharlo y ese no es él bebe son mariposas- habla mi yo estresante.

Sigo mirando el paisaje con lágrimas en los ojos mientras reproduzco una y otra vez el audio, y no se atrevan a culparme, ustedes harían lo mismo si estuvieran en mi lugar.

Después del atardecer decido volver al auto. Este es el momento en el cual no sé a dónde ir, al final decido volver a la mansión y no porque sea una toxica sin amor propio que quiera volver a Chris, sino porque necesito ropa.

Cuando llego abro la puerta principal con sumo cuidado, para que nadie me escuche, ya es algo noche por lo que asumo la mayoría ya debe estar descansando, y de verdad cruzo los dedos porque Chris pertenezca a esa mayoría. Pero como la puta suerte nunca está de mi lado, lo encuentro sentado en la sala del recibidor más despierto que nunca y observando cada detalle de mi persona.

—Llegaste— se levanta del sillón individual y camina en mi dirección.

—Eso parece.

Camino hacia las escaleras, para huir lo más rápido que puedo, pero él me detiene tomándome del brazo y estrechándome contra su pecho, no sé cómo responder al supuesto abrazo, así que no lo hago y él se da cuenta de mi negativa, así que me aparta.

—No fue mi...

—No importa, Chris— dije, aunque en realidad deseaba gritarle que me lastimo, que me siento miserable por su culpa, que no lo entiendo y que no podemos seguir así.

Subo las escaleras con él siguiéndome.

—te quedaras ¿cierto? — dice cuando entro a mi armario.

No respondo, porque el hecho de sacar una maleta y empezar a poner cosas dentro de ella debe ser más que suficiente.

—No me puedes dejar— dice desesperado

Cierro mi maleta y me acerco a él, con mis cosas en mano.

—No lo hago Chris— dejo mis maletas en el suelo y coloco mi mano en su mejilla tomando todo el valor para decir lo que diré.

Lo quiero lastimar tanto como el me lastimo.

— Porque para eso lo nuestro debió de ser real— sonrió cuando su expresión se transforma, mientras tomo mis cositas y salgo de la habitación.

Cuando sé que el ya no puede verme las lágrimas empiezan a salir, pero debo ser fuerte por mí y por mi bebé.
....

Hasta acá el capítulo Linduras

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XOXO
Brielle





Casada con el CEO ©Where stories live. Discover now