Demonio [MariChat] +18

Te llevaré al infierno, ángel.

Marinette podía sentir sus manos grandes y enguantadas recorriendo todo su cuerpo. Ella lo sintió cuando él arrastró su lengua a lo largo de su espalda, sosteniendo un puñado de mechones en la parte de atrás de su cuello, y luego arrastrando sus dientes hacia allí. Ella se estremeció.

—Te voy a llevar al infierno, ángel...

La giró, por lo que Marinette se enfrentó con dos pares de ojos verdosos brillando en la oscuridad y un cuerpo grande, completamente esculpido y con dibujos que no podía distinguir.

Debería tener miedo. Pero no fue así.

Se paró sobre ella una vez más, y dejó caer su mano sobre su miembro cuando Marinette sintió que era estimulada por su coño.

—Y te gustará.— Dijo con voz ronca, arrastrando los dientes alrededor de su cuello, fue entonces cuando sintió que su piel se rasgaba.

Marinette se despertó apresuradamente.

Respiraba rápido, su corazón latía rápido, su cuerpo estaba completamente húmedo de sudor. Lo cual era absurdo ya que París estaba en un invierno horrible. Miró a su alrededor, estaba en su habitación. Las cortinas de la ventana abierta se balanceaban con el viento que entraba. No debería haberla cerrado justo antes de irse a dormir, así que cerró la única fuente de iluminación de la habitación en ese momento.

Miró el rincón más oscuro y luego recordó un sueño. Una vez más, el mismo sueño, que la perseguía durante semanas.

Regresó a la cama sintiendo que su corazón aún latía rápido, su cama era un completo desastre. Sintió un escozor entre las piernas, estaba adolorida, deslizó la mano por allí para ver lo obvio: su coño estaba completamente mojado.

Cielos, no podría estar sucediendo de nuevo. Tendría que hacer sus necesidades, una vez más disfrutaría sola del pecado .

Sabía que debía detenerlo, pero entonces esa misma voz de su sueño pasó por su mente.

—Te voy a llevar al infierno, ángel, y te va a gustar.

Gimió de frustración, luego se dio cuenta de que sería la última vez. Iría a la iglesia al día siguiente y se confesaría.

Necesitaba la salvación, o ella realmente se iría al infierno.

—¿Pero la salvación de qué exactamente?.— Una pequeña voz en su mente preguntó en voz baja, pero Marinette pronto trató de expulsarla.

Esa noche la azabache durmió angustiada, pero la imagen de dos ojos verdosos y manos sobre su cuerpo no abandonaron su mente.