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El mensaje de Shelby llegó el domingo por la tarde. Le preguntó a Toni si tenía algún inconveniendo con encontrarse fuera del pueblo, algo que le pareció exagerado porque quién podía sospechar en primer lugar al verlas juntas y estaba el problema de que Shelby consideraba a Toni como una persona con quien no debería ser vista, pero no quería tomarse nada de eso personal. Respondió que sí y siguió con su vida, no quedaba tanto del verano y había aplazado algunas lecturas que les había dejado su profesor de Literatura porque honestamente no deseaba ser consumida por tareas cuando se supone era su receso de las actividades escolares. A Toni, sin embargo, le gustaba leer. Con los años había encontrado la tranquilidad y un pasatiempo en los libros principalmente en esa época del año que su agenda estaba tan libre; nunca había tenido una infancia normal ni vacaciones de verano como sus amigas, tampoco era la primera vez que se quedaba sola en el pueblo y eventualmente se había adaptado a la soledad como si fuera una vieja amiga.

El baloncesto era, por otro lado, su pasatiempo favorito y ni siquiera lo podía considerar un pasatiempo porque le parecía demasiado simple considerarlo de esa forma. Martha le había dicho que tal vez su amor por ese deporte surgía del refugio que había encontrado Toni en él, un escape de su mismo temperamento volátil que ocasionó tantos problemas en su vida, y que, cuando estaba en la cancha, olvidaba por un momento para dejar todo lo que podía en ella. Por supuesto, no estaba exenta de enojarse cuando cometían una falta contra su equipo o era injusta la actitud del árbitro, pero jamás se había atrevido a cruzar la delgada línea para ser expulsada después de que en un partido perdió los estribos y la entrenadora amenazó con sacarla del equipo para siempre. Eso la obligó de alguna forma a controlarse y enfocarse en mantener una de las pocas cosas buenas en su vida. Con el tiempo empezó a ser buena, realmente buena, de la clase de atleta que los reclutadores buscaban para las universidades y que la buscaran empezó a ser una posibilidad cada vez más factible.

Pero ser una atleta no era lo único que debería mejorar y si bien sus calificaciones no eran malas, tampoco era algo en lo que podía darse el lujo de fallar. Así que pasó el domingo por la tarde leyendo El Gran Gatsby en su habitación, siendo interrumpida por la madre de Martha que llamó a la puerta entreabierta, antes de pasar a la habitación, para no invadir su privacidad.

—Adelante —dijo Toni y cerró el libro.

—No quiero molestarte, Toni, sólo venía a dejarte algo de dinero para esta semana antes de que nos vayamos —le dijo Bernice.

—No es necesario —se apresuró a decir Toni, pero la señora Blackburn ya estaba negando.

—Claro que lo es, podría haber una emergencia —le extendió un pequeño sobre que Toni dudó en tomar—, puedes entregármelo intacto cuando estemos de regreso, pero me sentiré más tranquila si lo tienes.

Sin estar muy convencida, Toni lo tomó.

—Ya me han dado suficiente con dejar que me quede aquí, no me parece correcto seguir aceptando cosas de su parte —le dijo.

—Eres familia —mencionó Bernice sin dudar—, y la familia se apoya. No nos cuesta poner un plato extra en la mesa para ti, ésta también es tu casa —aseguró y extendió su mano para dejar una suave caricia en la mejilla de Toni, luego se marchó.

Desde que Toni y Martha comenzaron a ser amigas, su familia había sido amable con ella aun cuando sentía que no merecía su amabilidad. En ese entonces Toni no era amable ni le importaba serlo, se metía en tantos problemas por su actitud tan errática y hosca que le era imposible tener amigos. Pero, por alguna razón que todavía no tenía sentido para ella, Martha decidió no rendirse y su familia entró en la ecuación. No vivió de inmediato con ellos, pero sí pasaba tanto tiempo allí que podía considerarse más su hogar que cualquier otro lugar en el mundo. Cuando oficialmente se "mudó", a nadie le costó adaptarse, sólo a ella, que estaba acostumbrada a vivir en sitios diferentes cada cierto tiempo y encontrar algo permanente parecía algo imposible, cada vez que empacaba sus cosas rumbo a un hogar diferente deseaba con todas sus fuerzas cumplir la mayoría de edad para dejar por fin el sistema y era algo que seguía en su mente todavía porque no quería quitarles más de lo que ya había hecho todo ese tiempo. Pero aquel tema no lo había comentado con nadie, ni siquiera con Martha.

Hope is a Heartache | Shoni AUWhere stories live. Discover now