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El fin de semana pasó lento y aburrido, había descansado el domingo y dedicó su día a arreglar su habitación nueva. Era agradable tener su propio espacio y aunque era pequeña, tampoco tenía una cantidad exorbitante de cosas. Al contrario, acomodó tan rápido sus pertenencias que la mayor parte del día la pasó sin nada más que hacer y como fue un día lluvioso, tampoco pudo salir. Incluso llegó un punto en el que Martha y ella comenzaron a jugar UNO simplemente para pasar el rato.

El lunes, sin embargo, las cosas dieron un giro extraño.

Por la mañana había salido a correr, había dejado de entrenar la mayor parte del verano y necesitaba estar en forma para regresar a la escuela y, en específico, a los partidos de básquetbol. Aquel iba a ser su año y no iba a desperdiciarlo. Estaba decidida a hacer todo lo posible por conseguir una beca porque era eso o quedarse atrapada en ese pueblo y lo que menos deseaba era aquello. Fatin le había propuesto que, si las dos eran aceptadas en la Universidad de California, vivirían juntas. A Toni aquel le parecía un plan imposible, pero aun así aceptó y aunque estaba segura de que no pasaría, una parte de ella se permitía seguir con una pequeña esperanza.

En la heladería las ventas estaban bajando ligeramente, la mayoría de los niños estaban en algún campamento de verano y era poca la clientela regular. Así que Dot y ella se mantenían ocupadas platicando, respondiendo algún test sin ningún sentido en internet o retándose mutuamente para no aburrirse.

Era casi mediodía cuando Dot le dijo que iría a la farmacía. A ese paso aquello era algo que se repetía cada lunes y Toni no hacía preguntas porque consideraba que no era necesario, pero comenzaba a sospechar que había algo más allá de una visita por medicamentos. De cualquier forma, se despidió de su amiga y la cubrió. Habían pasado menos de diez minutos desde su partida cuando la puerta se abrió y el característico timbre que los primeros días la sacaba de sus casillas, sonó.

—¡Hey! —la saludó una chica con una amplia sonrisa.

Toni nunca la había visto, pero parecía de su edad. Un poco más alta que ella, con cabello castaño y corto hasta los hombros; llevaba una playera con el logotipo de alguna banda que Toni no reconoció, pero que de momento le pareció interesante.

—Hola. ¿Qué vas a ordenar? —le preguntó Toni, sospechando que la había mirado demasiado desde que entró.

—En realidad nada, lo siento por molestar —dijo con una sonrisa avergonzada—, no soy de por aquí y sólo quería saber una dirección.

—Ah —Toni asintió, más para ella misma por acertar en que aquella chica no era del pueblo—. Claro, dime.

—Se supone que me veré con mi primo Ian, pero me dijo algo de una cerrajería y no sé exactamente dónde está —admitió con el mismo tono avergonzado de antes y a Toni le pareció ligeramente adorable.

—No es muy difícil, sólo hay una cerrajería en el pueblo, saliendo de la heladería a la derecha, llegas al final de la calle, doblas a la izquierda y más o menos a la mitad del camino la vas a encontrar —le explicó, en otras circunstancias se ofrecería a acompañarla porque la oportunidad de conocer a una chica nueva era una en un millón tratándose de un lugar donde nadie se mudaba y todos se conocían.

Dot le debía una muy grande por quitarle esa oportunidad.

—De acuedo —dijo la chica, memorizando las instrucciones que le había dado—. Gracias, prometo que para la siguiente compraré algo.

—Descuida, cuando quieras puedes regresar —le sonrió de lado.

—Lo tomaré en cuenta —la chica le sonrió y Toni pensó que quizá también le estaba coqueteando—, soy Amy, por cierto.

Hope is a Heartache | Shoni AUWhere stories live. Discover now