Rapturs

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Te conocí en aquella playa, veías el móvil mientras fumabas sentada en la arena. Tu cabello rojizo me llamo la atención, era un rojo medio intenso, eras casi como una cereza. Me dejaste ver tu perfecto rostro cuando volteaste a verme, yo estaba parado en la arena mirándote, mientras que esperaba a mi mejor amigo. Disimule muy bien que no me diste más atención. Las olas golpeaban suavemente y pude jurar que te salpicaban pequeñas gotas por lo cerca que estabas del mar.

Aún recuerdo esa noche como si nunca hubiera pasado el tiempo. Recuerdo cuando iba todos los días por la noche a verte, siempre estabas allí. Recuerdo la primera vez que me acerque a ti y me trataste de una forma dulce pero a la vez indiferente. Recuerdo el día que te pedí ser mi novia, y tú aceptaste. Recuerdo cuando nos mudamos juntos. Recuerdo el día que me dejaste.

Una noche de diciembre llegaba a casa, había salido a comprar la cena; comida china, la que tanto te gustaba a ti. Te llame para que bajaras a comer, esperandote con helado para después.

No bajaste.

Me quite el abrigo y mientras subía las escaleras, gritaba tu nombre, diciendo que si era una broma que no era divertido.

Pero no contestaste.

Abrí la puerta de nuestra habitación y no te encontré, la cama estaba desecha y la tv prendida. Antes de salir estabas acostada en la cama mirando televisión. Me preocupe, pensando en donde podrías estar. Intenté abrir la puerta del baño, pero estaba cerrada con seguro. Estabas allí, yo estaba seguro de eso. Ràpidamente fui a la comoda que había a un lado de nuestra cama y saque las llaves del baño. Como pude la abrí y una imagen horrorosa se puso frente a mí: Tú, acostada en el piso, con los ojos cerrados y píldoras a tu alrededor. Asustado y horrorizado me acerque a ti y te susurre que no me dejaras. Corrí afuera del baño para llamar una ambulancia. Y vaya, como recuerdo ir tras la ambulancia en el auto.
Había llamado a tus padres avisándoles lo ocurrido y les avise en que hospital estabas siendo llevaba. Cuando entramos al hospital, yo no pude ir tras de ti, las piernas me flaquearon y me convertí en piedra, rezando porque tú estés bien.

Anhelaba poder escucharte y que me digas "Cariño, vamos a casa a comer la comida que trajiste; es mi favorita y muero por comerla". Las lágrimas ya estaban apareciendo en mis ojos y no pude hacer mucho. Paramedicos hablaban y un doctor salió alarmado. Poco después llegó tus padres junto a tu hermano mayor. Tu madre estaba hecha trizas, derramando lágrimas mientras tu hermano la consolaba. Tu padre se acercó a mí y me preguntó que qué había pasado y dónde estaba. Se lo explique todo con un gran nudo en la garganta y lágrimas ya desbordando de mis ojos. Me senté en una silla en una sala de espera y lloré mucho, casi que sentí que me podría desmayar ahí. Tu familia me estaba consolando tratando de hacerme creer de que yo no tenía la culpa y que tu estarías conmigo en un par de días.

Pero no era así.

Me culpaba por haberte dejado sola, nunca debí dejarte. Podríamos haber ido los dos juntos a comprar sushi los dos, juntos, pero ya era demasiado tarde. Si tan solo supiera el porqué te sentías así juro que dejaría todo y te ayudaría a sanar, porque tú lo hiciste así conmigo.
Nuestros amigos llegaron lo más rápido que pudieron y empezaron a consolarme, diciéndome que tú vas a estar bien y regresaremos a casa.

No fue así.

Un doctor acompañado de un paramedico llamaron a tus padres y empezaron a hablar de cosas, cosas que yo no comprendía. Sentía mi cabeza bajo el agua y un dolor de cabeza me hizo sostenermela. Reze para que tú esstuvieras bien, viva. Pero mis esperanzas se fueron cuando tu madre cayó al suelo llorando y tu padre se tapó el rostro. Tu hermano me miró y se acercó a mí, llorando en mi hombro. Comprendí lo que pasaba unos segundos después y me heche a llorar, soltando lo que había estado aguantado en todo este trayecto. Tus amigos y los míos lloraban, no como yo, pero sí que lo hacían. Estabamos todos destruidos.

Aquella noche no volví al apartamento que compartía contigo, simplemente no pude. Una amiga de las dos se ofreció a ir al apartamento para cerrar el apartamento con llave y traerme ropa y dinero porque no iba a pasar mucho tiempo allí. Acepté y llamé a mis padres, mi madre lloró y mi padre se quedó en silencio, no pudo decir nada más. Les pregunté sí podía quedarme un tiempo con ellos, que no podía aguantar estar en nuestro departamento sin recordarte. Aceptaron y me hospede en su casa.

Llore todo el trayecto, las lágrimas me impedían ver bien, pero aún así seguí conduciendo. Al llegar mis padres me abrazaron y me preguntaron que harían con tu cuerpo, les dije que te harían un funeral y te enterrarían, que posiblemente sea mañana por la mañana. Nuestra amiga llegó y me dio las cosas, con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Me dio una carta, diciendo que estaba doblada en la cama, que era tuya por tu perfecta caligrafía.
Me encerré en mi antigua habitación y abrí la carta.

"En la vida hay muchas cosas buenas, y tú fuiste una de ellas. Sin quererlo trajiste alegría a mi corazón, me amaste y te ame, me enseñaste como amar, pero cuando pierdes el sentido a la vida, ya no puedes recuperarlo. O quizá sí, pero para mí fue imposible. Intenté por meses volver a como era en un principio, sin tantas cosas que me atormentaran y solo preocuparme por comprar mi cajetilla de cigarros, pero no pude. Las cosas cada día iban peores, mi trabajo era una basura y mi hermana mayor solo se la pasaba burlándose de mí, ella no me quería. Me cansé de sentirme sola, vacía y miserable, a pesar de que te tengo a mi lado. Te veo como una persona inalcanzable para mí, el ser más hermoso de este miserable mundo. Y cuando me miró a mí, soy la persona más horrenda y fea del mundo. Mi vida ya no tenía colores, mi vida era gris, Ángel. Estoy cansada de sufrir, de sentirme vacía, tonta y loca, de llorar por las noches cuando tú estás dormido. Estoy cansada de todo esto. Lamento tanto que tengas que pasar por esto, lamentanto tanto dejarte solo. Solamente perdoname, es mi culpa y de mis demonios. Te amo tanto, cielo..."

Me culpe todos los días de tu infelicidad, de que te sientas así. Quizá si yo estuviera todos los días contigo, ayudándote, amándote mucho más y enseñandote que te podía ayudar a sanar, estarías aquí, conmigo. Pero tiempo después comprendí que el "hubiera" no existe, y solo tendría que aprender a sanar.

hoy me dieron ganas de un oneshot triste y largo, así que bueno je.

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