Decimocuarto Cigarro

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West camino hundiendo su cabeza en su bufanda mientras que su nariz levemente colorada marcaba el frío del crudo invierno.

A la distancia diviso al cigarro de Malboro que brillaba en la neblina. Era como una pequeña chimenea, solo que ella lo último que hacia era brindarte calor.

Sonrió y siguió caminando a paso lento.

Recordó su beso y los que le siguieron a ese, su sabor a menta y su dulce aliento mezclado con lo tóxico de sus labios. Formaban así una mezcla exquisita, irresistible para el que tenía la suerte y la dicha de probarla.

Malboro nunca estaba mal, pero tampoco estaba bien.

Sólo era Malboro, con su cabello mojado por la lluvia, con su horrible actitud y su odio hacia todo ser vivo.

Era Malboro tan simple como sonaba pero más complicada de lo que se suponía.

Él tuvo que acostumbrarse a ello, aunque siendo sincero no le molestaba en lo absoluto.

-Hola- le dijo cuando ya se encontraba sentado a su lado, ella dejó salir el humo de su boca y sólo guardo silencio- hoy estas igual que hace una semana, y es preocupante.

-¿Que quieres?

-A ti.

-Buen intento, pero no.

-Entonces seguiré intentando.

-Pues la respuesta será la misma, siempre.

-¿Que paso con eso de matarnos?

-Ya soy inmortal.

El soltó una carcajada y luego para sorpresa de ambos en un momento ella lo acompaño.

-Eres rara.

-Lo sé.

-Me encantas.

Ella lo miro de reojo y sonrió levemente.

-No debes enamorarte de mi West.

-Demaciado tarde Malboro.

-En ese caso lo siento.

-¿Por que?

-Por romperte el corazón.

-¿A que te refieres?

Ella volvió a su cigarro y después al silencio que parecía haberse esfumado, pero que apareció causando más que intrigas.

West guardó silencio y se dedicó a mirarla.

Por su lado Malboro se dedicó a disfrutar de la mirada que aquel chico le otorgaba.

MalboroWhere stories live. Discover now