Extra 01

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Aquella mañana en la cual el cantar de los pájaros de escuchaba desde la ventana y un cielo celeste pintado de infinitos tonos azules era hermoso a la vista.

Una mañana tranquila, pacífica y con todo la esperanza de ser magnífica.

Aunque las cosas siempre dan un giro de 160 grados para la mala suerte de Oikawa. Quien estaba en medio de su "hora feliz" antes de que los golpes en la puerta de su casa empezarán a molestarlo.

—¡Iwa-chan, abre la puerta!

—Con gusto —Exclamó el, aproximándose a la cama donde Tooru se encontraba boca arriba con una mascarilla en el rostro.

—No Iwa-chan, yo no. Me refiero a la puerta.

—Pues por eso —Se encogió de hombros.

—¡Iwa!

Hajime sonrió poniéndose la camisa ya que al parecer Tooru no quería "jugar" —Pues debes especificar de qué puerta me estás hablando.

—Claramente no quiero que me abras a mi —Musitó, poniéndose de pie —¿Sabes que? Yo iré a abrir la puerta ¡La puerta de la casa, la que usamos para entrar y salir! —Especifico.

Y aquello hizo largar una risa a Iwaizumi.

—Pues por eso —Volvió a decir —Yo podría entrar y salir de ti en un segundo.

—¡Iwa-chan! —Se escuchó de quejido para que Hajime parase con sus chistes.

Tooru iba bajando las escaleras dando zancadas, alguien estaba tocando la puerta de su casa, interrumpiendo su bella mañana de paz y tranquilidad.

Mientras en su cabeza iba pensando en quien podría ser y lo que haría depende de quien fuera.

Si era el cartero, solo recibiría su correspondencia y le tiraría la puerta en la cara.

Si era Akemi, la regañaría por olvidar sus llaves antes de salir.

Y si eran testigos de Jehová les pediría que esperen un momento para luego subir a su habitación e ignorar la puerta por el resto del día.

Aunque al abrir la puerta era alguien que se esperaba, se llevó una sorpresa.

—¡Maldita sea! —Exclamó Akemi entrando de golpe y arrojando su mochila al piso con todas sus fuerzas para luego subir las escaleras corriendo.

La chica llevaba una polera amarrada a la cadera que no era suya, aquello llamó la atención de Tooru pero no le dió importancia en ese momento.

—¡Akemi, espera! —Exclamó viendo cómo ella subía las escaleras sin la más mínima intención de detenerse.

—Ey —Hajime se topó con ella y la cogió del brazo —Akemi ¿Que pa... —Al ver el gesto que traía su hija en el rostro la soltó. Tenía los ojos rojos y la boca entreabierta mientras respiraba con dificultad, era claro que quería estar sola.

Se dirigió al baño y no demoró diez segundos en salir con otro pantalón y luego se encerró en su habitación con llave.

—¿¡Iwa-chan, por qué la soltaste? —Reclamó Tooru —Debemos hablar con ella.

—No, no ahora. Deja que se calme un poco.

—¿¡Que se calme!? —Alzó la voz — ¡Hajime, tu hija de doce años llegó a la casa tirando sus cosas, molesta, irritada y probablemente llorando! ¡Y tú quieres que espere a que se calme! ¡No!

Era claro que el que necesitaba calmarse en ese momento, era Tooru.

—Bien, hablaremos con ella ¿Si? —Lo tomó de los hombros obligándolo a verlo a la cara —Pero primero necesito que te calmes, no hablaras con ella en ese estado. Ve a lavarte la cara y quiero que salgas tranquilo.

Los tres chiflados - HaikyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora