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Los pensamientos intrusivos no habían desparecido y el estrés lo estaba dañando más afectando incluso una parte de su cuerpo. Había sido muy tonto de su parte pensar que los pequeños problemas no traerían consigo consecuencias. Tras esa palida piel, manchas rojizas e irritadas se habían impregnado por todo su cuello a causa del estrés y que ardía con el leve toque de sus dedos, no parecían ceder. Empeoraba si Akaashi tenía la sensación de picazón, pero se resistía a arañar su ya delicicada piel, lo único que le servía era un pequeño envase de crema que el mismo había comprado en la farmacia a escondidas de Kenma.
No quería escuchar lo obvio. Sin embargo a pesar de lo irritado que estuviese, un sentimiento de culpa se apoderó de él.

Había dejado a un lado a Bokuto, aunque nunca fuese su intención. Apenas si compartían mensajes y cuando lo hacían, era el nombre de Hinata quien aparecía y sabía que no tenía ningún derecho de reclamar, cuando lo único que había estado haciendo era evitarlo. Se sentía una pésima persona y un pesimo novio. No pensó que levantarse de la cama le sería tan difícil últimamente y luego concentrarse en sus clases, se había hecho peor. Nunca fue ese tipo de persona, ¿cómo fue que terminó así? Se decidió por ir a ver a Bokuto, y en su pecho se instaló un sentimiento cálido y su mente que mayormente se encontraba en blanco, recordó el rostro de Bokuto y se sintió con un poco más de ánimo.

Se encontraba en la entrada del gimnasio, era la hora en que su práctica habia terminado más nunca esperó que la persona que lo acompañaba era ese chico de cabello naranja y que tenía la misma energía de la última vez que lo vio. El bicolor estaba de espalda, mientras le susurraba algo al oído al más bajo. Un sentimiento en su pecho se le hizo extraño y no hizo más que apartar la vista al otro lado del gimnasio para encontrarse con Oikawa, haciendo pasos algo extraños a lo cual los otros lo seguían. El pequeño ánimo que tenía hace un segundo se esfumó y lo mejor sería marcharse, pero sintió una mano tomando su muñeca.

"¿A dónde crees que vas?" Kuroo había llegado hasta él, pero en el momento que keiji volteó su rostro cambió e incluso pudo notar lo delgado que lucía. "Cielos, Akaashi, te ves terrible." El pelinegro ni siquiera se molestó, sabía que no se veía bien de igual forma. Solo dijo la verdad. "Gracias, Kuroo San."

El mayor se abofeteó mentalmente y negó con la cabeza frenéticamente. "Quiero decir, tu sabes que eres increíblemente hermoso, y que incluso saldría contigo y..."

Keiji seguía inexpresivo y parpadeó lentamente. "Y creo que mejor debería cerrar la boca" Se pasó la mano por el cuello y sus ojos vieron la bufanda que estaba alrededor del pequeño cuello del pelinegro, pero vio las marcas que ni el propio trozo de tela pudo ocultar y se alarmó por segunda vez.

"¡Demonios, Akaashi!" Acortó la poca distancia que había sin dejar ningún espacio entre ellos y le aflojó la bufanda. Le alzó el rostro con su dedo índice y pulgar, dejando expuesta la piel del más bajo. "¿Qué te pasó? "¿Quien te hizo eso?"

"No es nada." Alejó su rostro sin parecer grosero y se acomodó de nuevo la bufanda. "Y le agradecería que no hiciera un alboroto por eso. Solo venía por Bokuto San, pero parece ocupado." Comenzó a tiritar, el frío del clima estaba haciendo de las suyas. "Le puede decir que vaya con cuidado a casa. Me retiro."

"¿Akaashi?" No dejó ni siquiera que el pelinegro dijera una sola palabra más y estaba dispuesto a marcharse, pero fue detenido por esa voz que tanto había extrañado escuchar. El bicolor veía la escena de Keiji y Kuroo muy juntos sin embargo eso no lo detuvo de ir en busca de un abrazo a su buhito. "¡Agasheee! No desaparezcas de mi vida, te extraño." Kuroo se fue sin escuchar sus palabras ya que primero había notado la ligereza de su Akaashi. Estaba más delgado de la ultima vez, sus ojos y su rostro no tenían ese brillo característico.

Por otro lado, Keiji estaba confundido. No se suponía que sería así, el bicolor deberia estar molesto y escuchar reclamos que sabía que se lo merecía. Sin embargo fue recibido con ese calido abrazo, que sintió su pecho quemarse. Y no le importó si el mayor había sudado o no, sus manos se aferraron a la ancha espalda de Bokuto, regocijandose de su calor. Lo había necesitado tanto, aunque hubiese sido solo dias.

"Bokuto San, ¿no está molesto? No lo vi por varios días, debería estarlo." El rostro del mayor era una interrogante. "Nada de lo que hagas, me molestaría. Si dices que estás ocupado, lo entiendo. Mi precioso Akaashi." Se tomó el atrevimiento de besar los labios del pelinegro y Akaashi no supo como expresar el bonito sentimiento que solo con Bokuto sentía.

Quería explicarle lo sucedido con él, pero no quería arruinar este pequeño y lindo momento con él. Se separaron después de unos segundos y el de ojos dorados tomó entre sus manos su rostro.

"Kaash, ¿estás bien? Tus mejillas se sienten diferentes, y siento que podría romperte... Eso pasa cuando no estoy, debo cuidarte más. Perdóname, Akaashi." Lloriqueó y se permitió poner su mano sobre los labios de un angustiado Kotaro.

Le sonrió de la manera más sincera posible, la primera en toda la semana. Mentiría si no se sintió culpable, pero al menos esta vez, no iba a ocultar lo feliz que se sintió. "Ahora estoy bien, Bokuto San. Quería hablar con usted."

"Claro Akaashi, pero..."

"¿Kotaro?" Una tercera voz se escuchó y esta vez fue Hinata quien los veía desde el umbral de la entrada del gimnasio. Se irritó un poco de escuchar ese nombre en los labios de otro. Akaashi no se consideraba una persona celosa pero había algo que no terminaba de gustarle del todo o tal vez solo era su imaginación.


Gracias por leer.

Feel special || BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora