12. También te quiero, llorona

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D O C E

» Especial de San Valentín 2/3

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—¿Qué están haciendo?

Adam palideció al escuchar la voz de Jayden detrás de él. Se dio vuelta encarándolo de forma inconsciente y cerró el cajón apoyándose en este a toda velocidad.

—No toqué nada, ¡Lo juro!

Jayden, quien había estado observándolos mientras revisaban sus cosas desde hace rato, dirigió su mirada de molestia hacia Beth, pero curiosamente Adam volvió a intervenir con nerviosismo.

—Tampoco hice nada con ella, ya me voy.

Beth observó a Adam sin comprender.

—Tranquilo, Jayden no se pondría celoso. Al parecer no le atraigo de ninguna manera.

Jayden ignoró aquellas palabras y los apartó para colocarse en frente de la mesita de noche.

—¿Por qué me pondría celoso de dos niños malcriados y chismosos? —inquirió antes de extenderle a la pequeña pelirroja su ropa completamente seca—. Toma y deja mi pijama en su lugar.

—¿De qué hablas? —cuestionó ella dejando caer su cabeza hacia un lado con inocencia—, pero si me lo regalaste hace ratito.

El mayor puso los ojos en blanco.

—Espero que no estés pensando en hacer un ritual con mi ropa o algo así porque no va a funcionar.

Beth observó al suelo con tristeza.

—Sí, ya me di cuenta —murmuró—. El amarre que hice hace seis meses no funcionó todavía.

Adam pasaba su mirada de Beth a Jayden con la boca semiabierta.

—Vaya —dijo lentamente—, ustedes son raros.

Jayden ladeo su mirada hacia él.

—Ya no estás triste ¿Cierto? —le preguntó— Todo arreglado entonces. Me voy.

Pero, en su camino a la puerta, la voz de Adam lo detuvo.

—Todavía sí, un poquito —murmuró dolido—, pero supongo que debo aceptar su extraña relación.

—Ella y yo no... —Intentó decir Jayden, pero fue interrumpido por Beth.

—¿Por qué no le decimos a Adam que venga con nosotros?

—No —negó el mayor al instante.

—Pero igual el helado es para él.

—¿Cuál helado? —preguntó Adam con interés.

Jayden volvió tras sus pasos y le cubrió los oídos.

—Niña, solo vamos a ir y volver rápido. Con Adam el tiempo se extiende mientras se pone a saltar por ahí.

El menor de apartó las manos de Jayden.

—Yo también quiero ir. No sé a dónde, pero llévenme.

Jayden se frotó la frente frustrado.

—Bien, pero volvemos rápido. Odio salir de día.

—Son las cuatro de la tarde —aclaró Adam.

—Todavía hay sol —se quejó el mayor señalando la ventana y el poco sol que todavía se asomaba por las persianas semiabiertas.

—Eres como un vampiro —dijo Beth observándolo con ilusión—. Tan lindo.

El tormento del Asesino © [Trastornos 2]Where stories live. Discover now