Capítulo 10 : ¿Una cualquiera?

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Con un suspiro tomo mi mano y la guie a la pista mientras el pianista comenzaba con la canción de Yiruma passing by la tome de la cintura e hice que siguiera mis pasos.

-Eres un gran bailarín – comento sin mirarme a la cara.

-Aprendí de la mejor.

-¿Quién Mara? – pregunto mientras alzaba el rostro y sus ojos castaños exigían una explicación.

-No. Mi abuela me enseño mientras mi abuelo se pasaba horas tocando el piano o el violín.

-Ah – dijo mientras agachaba la cabeza. – Lo siento.

-¿Qué sientes? – pregunte acercándola a mí, y susurrándoselo en el oído.

-La muerte, tu abuelo me dijo que fue muy fuerte para ti.

-Lo fue… era como una madre para mí.

Bailamos unos segundos más hasta que la música finalizo. Pague nuestra cuenta y maneje regreso a casa. Porque ya no solo era mía.

Cuando llegamos Yuliza fue directo al su cuarto y yo de mala gana fui a mi despacho.

Hable con Daniel y quede con él para que viniera en la tarde con las secretarias para ver lo de los hoteles, casinos y lo elegante.

Sin más me fui a descansar.

Pov. Yuliza.

Entre a mi cuarto y tome una larga ducha. La noche no había salido del todo bien, pero Raúl no parecía tan molesto como cuando estaba en la casa de su abuelo. Aún  cuando decía que ya no le afectaba lo de su abuela sus gestos decían más. Cuando lo vi allí parado exigiendo que nos fuéramos sabia que la noche se había arruinado aun cuando deje de lado nuestra discusión tenía que darme una explicación del porque me había investigado.

Me sentía casada. Me acosté sobre la cama con una pijama.

De pronto un llanto me despertó. Mire el reloj dos de la madrugada. Con paso adormilado camine a la recámara de Alicia. La puerta estaba entre abierta y ella seguía llorando. Con rapidez camine a su cuarto. ¡Por favor que este bien! Cuando entre con cuidado me quede de piedra.

Raúl estaba parado con Alicia en brazos tratando de tranquilizarla.

-Tranquila nene, todo va estar bien – decía mientras la arrullaba.

-No se va a callar – dije mirándolo desde la puerta – tiene hambre, vamos a la cocina.

Aún en sus brazos tenia a  Alicia, me siguió a la cocina mientras preparaba la leche y Alicia se distraía con la cadena de oro blanco que traía Raúl en su cuello.

-Hermosa cadena – comenté mientras entibiaba su leche.

-Si, lo tengo desde siempre.

-Ya está su leche, dámela yo se la daré.

-No – respondió abrazándola más a él – Yo le daré de comer, si no te molesta.

-No me molesta – dije mientras le entregaba el biberón.

Con mano temblorosa lo tomo y le dio de comer. Hasta que Alicia se tomo todo.

-Ahora sácale el aire.

-¿Aire? – pregunto arrugando su rostro.

-Dámela principiante – le quite a mi hermana y le saque le aire y la adormecí en mis brazos. - ¿Por qué la sostuviste entre tus brazos?

-Deduje que estabas cansada así que decidí consolarla. Nada más.

-Si, bueno gracias.

Con Alicia en los brazos camine a su cuarto la deje en la cuna y di un respingo al tener a Raúl detrás de mí. Ni cuenta me había dado que estaba siguiéndome.

Compromiso a la fuerza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora