Flashback: Primera Parte

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    ~Horacio POV: Flashback~

    –¿Estás segura, Kate? –pregunté por segunda vez desde que Kate había aceptado testificar contra La Cosa Nostra.
    –Sí, mago. –Kate lloraba. Se sentía responsable por el estado de Willy, después de todo, ella había disparado principalmente–. Ellos son como mi familia, pero esto ya se nos ha ido de las manos. Ya no puedo más.
    La abracé. Sabía que para ella era como un hermano mayor, y para ser honestos, ella también era como una hermana menor para mí. Le tenía mucho aprecio y cariño. Su corazón todavía tenía bondad, no estaba podrido, aún podía salvarla. Tenía que sacarla a tiempo de esto. Había sido la última voluntad de Willy, y si él no sobrevivía no podría cargar con la culpa de haber dejado a Kate sola.
    –Todo saldrá bien, ¿de acuerdo?
    –Confío en ti, mago.
    –Confía en mí. –Solté el abrazo y le puse las manos en los hombros–. Abogaré para que tu condena sea más corta y puedas salir rápido. Tú y Willy se irán de Los Santos, y no quiero que vuelvan jamás.
    –Lo prometo –dijo Kate.
    –Venga, ánimo. –Saqué mi celular del bolsillo–. Llamaré a Dominic para que nos reunamos.
    –Estoy nerviosa –dijo Kate con las manos apretando su pantalón.
    –Tranquila, sólo recuerda el plan, dímelo.
    –Nos reunimos con Dominic, yo digo que me llaman por teléfono, me alejo, llamo a Kovacs, le mando la ubicación y le pido que traiga refuerzos armados, me retiro de la zona avisando que tengo una emergencia en casa y ustedes se encargan de todo.
    –Así es –le sonreí para tranquilizarla.
    Kate ya no dijo nada más, solo pasó saliva con preocupación. Y era normal que estuviera nerviosa, porque no iba a hacer cualquier cosa. Entregar a gente poderosa, que encima consideras tu familia, no era una situación sencilla, se necesitaba de mucho valor.
    –Mago –dijo Kate justo antes de que llamara a Dominic, sujetando mi brazo–, no sé cómo acabará esto. Willy tuvo tiempo de despedirse, y ahora es ese momento para nosotros.
    –No, Kate, no será necesario una despedida. –Me aguanté las ganas de llorar al escuchar las palabras de Kate. No quería pensar que fuera necesaria una despedida–. Te prometo que todo saldrá bien.
    –No puedes prometerlo, esto no depende de ti. –Kate tragó saliva y se aclaró la garganta–. Mago, eres como un hermano para mí. Siempre estaré agradecida por conocerte. Tú eres el ancla que mantuvo a mi corazón con bondad y amor. Gracias a ti tal vez me pueda ir con Willy si él puede perdonarme. Te quiero mucho.
    –Kate, haré lo que sea por protegerte, te lo prometo. –La abracé con fuerza y ella a mí. Se sentía como una despedida y odiaba esa sensación.   
    Respiré profundo y presione el teléfono en el contacto de Dominic para llamarle. Esto tenía que salir bien, no podía salir mal. Tenía que vengar a Willy, eso era definitivo. La Cosa Nostra ya había llegado muy lejos, les tenía que poner un alto para bien y de una vez por todas. Lo que había bueno en ellos ya no existía, tenía que detenerlos antes de que lograran matar a alguien, si no es que antes moría Willy.
    –¿Sí diga? –contestó Dominic.
    –Dominic, habla el mago.
    –Hola mago, ¿qué sucede?
    –Tenemos un problema –empecé a decir–. He venido a casa de Kate porque había un grupo de polis intentando entrar a la casa, pero no tenían una orden de cateo afortunadamente.
    –¿Kate está bien? –preguntó preocupado.
    –Sí, Kate está bien. –Miré a Kate, quien definitivamente no estaba bien–. Tenemos que reunirnos porque ellos volverán y tenemos que ver cómo detenerlos.
    –Pensé que el mensaje quedaría bastante claro con el puto poli muerto. –Dominic sonaba molesto–. Veamonos en la ubicación que te mandaré ahora mismo.
    –Vale, mandame la ubi.
    –De acuerdo, nos vemos. –Dominic colgó.
    Miré a Kate, quien no solo lucía deprimida, sino que también lucía asustada, cansada, enferma, entre otras cosas. Me senté junto a ella en el sillón. Ella no quería hablar, yo tampoco, así que podíamos estar ahí en silencio pensando en la vida, en cómo era tan frágil siempre, pero ahora parecía más rompible que nunca.
    Sonó mi celular, un mensaje había llegado, pero no era Dominic. El contacto era "JaCO DROGA". Sabía que era Jack O'Conner, así que abrí el mensaje rápidamente. Él estaba con Willy en el hospital y yo ya anhelaba saber cómo se encontraba Willy ahora mismo.
    3:31: «Agente H, quería informarle que lamentablemente Willy no tiene pulso. Están intentando reanimarlo pero parece en vano.»
    3:31: «Debería venir al hospital a despedirse.»
    Mi corazón cayó hecho trizas y desapareció. Era obvio que Jack no quería hacérmelo saber directamente, pero Willy había muerto. Mi cuerpo se sintió débil. El celular cayó de mi mano. Lo escuché caer pero no podía reaccionar, solo podía pensar en Willy, en sus palabras antes de morir. No contesté su "te quiero", y ahora ya no lo podría hacer nunca.
    –¿Mago? –preguntó Kate preocupada–. ¿Estás bien?
    –Kate... –la miré para darle la noticia, pero apenas abrí la boca y mis ojos se llenaron de lágrimas.
    –No, por favor dime que no es cierto. –Kate se llevó las manos a la cabeza y empezó a llorar de una manera inconsolable–. ¡Dime que no es verdad!
    –Willy no tiene pulso –repetí el mensaje que me habían dado–. Ya no.
    –¡No! –Kate lloraba y gritaba, pero no podía consolarla porque ni siquiera yo podía consolarme–. No lo merecía, nunca lo merecí, él era un sol y yo la maldita que lo apagó.
    Me tiré al piso sin fuerzas en absoluto. No sabía si estaba en shock o qué me estaba sucediendo. No quería saber nada de la vida ni de nada, como tal. Solo quería estar en el aire flotando sin existir. Otra persona había muerto por mi culpa, pero no era cualquier persona. Willy no era Torrente, no era Leo, no, Willy era mi mejor amigo, casi como un hermano para mí, el único que me conocía de verdad y le había fallado. Debí haber sido yo y no él.
    Oí un portazo, el cuál me sacó un poco de mi shock. Miré hacia todos lados y no pude divisar a Kate. Me levanté y me limpié la cara con rapidez para buscarla, pero no la encontré. Hilé un poco las cosas y me di cuenta que había salido, pero ¿a dónde? Salí yo también para buscarla y ahí estaba, subiendo a su auto.
    –¿Kate? ¡Kate, espera! –grité–. ¿Qué crees que haces?
    –Los mataré yo misma y después me mataré a mí. Ninguno de nosotros merece vivir, mago. –Se ponía el cinturón desesperadamente–. Arreglaré las cosas como lo que soy, una mafiosa.
    –No, espera, Kate. –Intenté abrir la puerta del coche, pero estaba cerrada–. Así no se arreglan las cosas. Tienes que resistir, por Willy. Por favor, él no quería esto para ti.
    Kate comenzó a llorar nuevamente. Se llevó las manos a la cara para cubrirse. Sabía que esto era su culpa, y le tenía ahora mismo un poco de odio por eso, pero también sabía que ella se odiaba a sí misma por ello. Tenía que apoyarla, me necesitaba, y yo a ella. Así es la vida, ninguna relación puede ser perfecta. La odiaba y la quería.
    Kate salió del coche finalmente. Estaba hecha un lío, pero parecía tener todavía un poco de sentido común. Se recargó en el coche y se llevó nuevamente las manos al rostro. Me acerqué a ella y me recargué en el coche también. Me sentía incapaz de abrazarla. Sabía que ella también sufría, pero simplemente no podía abrazarla, no con este doble sentimiento en mi pecho.
    –Sé que debes odiarme ahora mismo. –Kate me miró a los ojos y no fui capaz de ocultarlo o negarlo–. No te preocupes, yo también me odio. Daría lo que fuera ahora mismo por meterme una bala en la cabeza.
    –No es lo que Willy quería para ti, Kate. –No sabía de momento si deseaba que muriera o que viviera, pero intentaría calmarla–. Willy te quería fuera de la mafia. Antes de que todo esto pasara, él me dijo que si era necesario daría todo porque la dejarás. Él dio todo. Debemos seguir adelante, pero no sin primero hacer trizas a quienes provocaron esto.
    –De acuerdo.
    Solo unos momentos más y todo estaría acabado. Era cuestión de minutos para que pudiéramos reunirnos con ellos y acabar de una vez por todas con esto. Tal vez era una redada un poco precipitada, todo el mismo día era casi imposible, pero tenía que intentarlo. Solo tenía una oportunidad antes de que acabaran con otro policía.
    –¿Horacio? –preguntó una voz detrás mía. Volteé a pesar de saber quién era porque no quería creerlo.
    –Collins, ¿qué haces aquí? –pregunté molesto.
    –¿Puedes explicarme qué cojones estás haciendo? –Collins tenía su mano cerca de su arma, como si quisiera estar listo para sacarla y usarla.
    –No te metas en esto, te lo suplico.
    –Es imposible que no me meta. –Tragó saliva. Sabía que era difícil que él mostrara emociones, pero algunas veces estas se le escapaban por el rostro, y ahora mismo lo inundaba la decepción–. Somos pareja, y por si lo olvidas también soy un agente policial, y eres sospechoso ahora mismo.
    –¿Cómo? –pregunté furioso–. ¿Sospechoso de qué? ¿De qué cojones hablas ahora mismo?
    –De la muerte de Willy, –contestó–, así que tendré que llevarte a comisaría para interrogarte hasta que todo se resuelva.
    –¿Qué? –Estaba muy sorprendido, no podía creer de lo que se me estaba acusando.
    –Agente Horacio, queda usted bajo arresto provisional por ser sospechoso en la muerte del agente Willy Walker. –Collins sacó las esposas de detrás de su pantalón y procedió a esposarme.
    –¿Cómo? –Kate preguntaba sorprendida mientras veía la escena–. No se lo puede llevar.
    –Tiene derecho a guardar silencio y no prestar declaración a ninguna de las preguntas que se le formule–procedió a leerme los derechos, ignorando a Kate–. Tiene usted derecho a ser tratado por un médico en comisaría en caso de ser necesario. Tiene usted derecho a no declarar contra sí mismo y a no declararse culpable. Tiene usted derecho a ser informado de los delitos que se le atribuyen. Tiene usted derecho a un abogado siempre y cuando no se encontrase en flagrante delito. Tiene derecho a comida y bebida si fuese necesario. También derecho a una llamada de no más de un minuto en presencia de un funcionario público, ¿ha entendido sus derechos?
    –Esto es una mierda –solté enojado–. ¿Cómo puedes siquiera pensar que yo sería capaz de hacerle daño a Willy? ¡Era como un hermano para mí!
    –Lo siento, Horacio, pero también lo hago para protegerte.
    –Collins, basta, como tu superior te ordeno que me sueltes ahora mismo.
    Un disparo se escuchó bastante cerca y todos nos quedamos perplejos. Miramos hacia el punto en el que se había escuchado. Ahí delante de nosotros estaba La Cosa Nostra. Portando armas largas en las manos. Dominic era el que había disparado, o eso parecía ser, ya que él era el único que apuntaba al cielo.
    –Nunca me han agradado los sheriffs y no me molestaría acabar con uno de ellos. –Dominic apuntó hacia Collins–. Suéltalo ahora mismo o te llevas un tiro entre las cejas.
    –Collins, suéltame y vete ahora mismo –ordené–. Tenía un plan, lo has echado a perder y esto es lo mínimo que me debes.
    –Pero-
    –No, sin peros –lo interrumpí, luego lo miré a los ojos. Collins parecía preocupado. Quería decirle que todo estaría bien, pero no lo sabía–. No puedo perder a nadie más, ya no. Por favor, vete.
    –Regresaré por ti.
    –Te enviaré ubicación, tranquilo. –Collins empezó a desesposarme con rapidez–. Ya me está soltando, vayan preparando los coches rápido.
    Collins se fue de manera forzada. Sabía que él solo no podía contra ellos, pero que yo no me encontraba en peligro. Ellos me consideraban prácticamente parte de su familia y Collins lo sabía. Tal vez eso lo calmaba un poco, pero tampoco era demasiado. Nadie coherente podría estar tranquilo sabiendo que tu pareja está con una mafia que en cualquier momento podría descubrir tu identidad.
    –¿Estás bien, mago? –preguntó Dominic acercándose a mí.
    –Sí, ya sabes cómo son los sheriffs. –Mire a Kate de reojo. Sabía que el momento había llegado, tendríamos que ejecutar el plan en cuanto estuviéramos en un lugar poco sospechoso–. Muchas gracias.
    –Por nada, mago. –Me dio una palmada en el hombro y comenzó a alejarse–. Oh, por cierto.
    Antes de que pudiera preguntar "¿Qué?" Dominic apuntó hacia mí y me dio dos tiros en la pierna derecha. Caí al suelo de manera inmediata. Tantas emociones pasaban por mi cabeza en estos momentos. Me sentía traicionado, asustado, sorprendido, adolorido; eran tantas emociones. No me había dado cuenta pero estaba boquiabierto mirándolo.
    –¿Creíste que no nos enteraríamos de todo, agente H? –Kate se acercó corriendo hacia mí–. Apártate.
    –No, no me voy a mover de aquí, déjalo ir.
    –Kate, muevete, es un puto federal.
    –Eso no es cierto, –Kate tragó saliva–, porque yo soy la federal.
    –¿Qué? –dijimos todos al unísono.
    –Mi nombre no es Kate, jamás lo ha sido. –Kate era muy buena actriz. De no ser porque yo sabía quién de los dos era el federal me hubiera hecho tambalear–. Se han convertido casi en una familia para mí, pero esto debe parar.
    –Eso no es cierto –dijo Dante casi llorando.
    –Les di muchas oportunidades de cambiar, de hacer las cosas mejor, pero solo han hecho el mal. –Kate comenzó a llorar–. El mago supo de esto, pero lo extorsioné para que no dijera nada y le dije que se metiera lo menos posible a trabajar con nosotros, por eso casi no lo veían.
    –La familia es primero –dijo Dominic.
    –Willy era mi familia, si eso fuera cierto no-
    Ahí, frente a mí, Dominic le disparó a Kate en el pecho. Su sangre recorriendo empapando su blusa, su mirada vacía al dirigir sus ojos a mí. Quise correr hacia ella a pesar de que sabía que lo merecía en cierta forma. El mundo parecía ir más lento en este tipo de circunstancias. Mi mundo solía tener este tipo de sensación todo el tiempo. Kate cayó al suelo, casi sin vida. Daba bocanadas de aire, pero era inútil, probablemente la bala había dañado los pulmones.
    –¡No! –gritó Dante llorando–. ¿Qué has hecho? ¡¿Qué has hecho?!
    Me arrastré hacia Kate con mucho dolor. No sabía cómo reaccionar ahora mismo. Todo esto era demasiado para un día. No podía manejar mis emociones ya. Parecía que mis emociones estaban bloqueadas ahora. Mi mente solo actuaba por instinto, casi como un maldito perro buscando su hueso.
    –Mago, –casi no podía hablar, pero aún así logró formular unas palabras con el poco aire que le quedaba–, iré con Willy. ¿Me odias todavía?
    –No, ya no. –Mi corazón sintió compasión por ella, necesitaba perdonarla antes de que se fuera–. Ve en paz.
    Dio unas últimas bocanadas de aire hasta que soltó su último suspiro. Cerré sus párpados con mi mano. Puse mi dedo índice y medio en su muñeca para comprobar si tenía pulso, y en efecto había partido. Sentí cierta tristeza por Kate, ya que se había sacrificado por mí. Haría que su muerte valiera.
    –¡Sabías que la amaba viejo estúpido! –gritaba Dante. Supongo que llevaba tiempo discutiendo con Dominic, solo que yo no lo había notado porque estaba enfocado en Kate–. ¡¿Cómo pudiste?! ¡Decías que era como tu hija!
    –¡Ya basta! –gritó Joaquín–. Tenemos que irnos de aquí antes de que venga la policía. 
    –¿Cómo pudiste dispararme? –le pregunté a Dominic con lágrimas en los ojos. No era fácil para mí mentir, pero con el estrés del día pude llorar con bastante facilidad–. Decías que era como tu hijo.
    –Lo siento, mago. Han sido días duros. –Dominic se acercó y me cargó en brazos–. Vayamos a un hospital a que te curen.
    –Pero es demasiado arriesgado, ¿y si...-?
    –Lo llevaremos a un puto hospital, Joaquín. No se les olvide quién es el líder.
    Bajé mi mano a mi pantalón, puse cara de dolor y discretamente prendí el localizador. No tenía que fingir dolor en la pierna ya que Dominic me había disparado, lo cual ahora mismo me había ayudado a hacer creíble mi movimiento para bajar la mano hasta mi localizador y encenderlo.
    No sabía si funcionaría, pero esperaba que Collins e incluso Kovacs dudaran sobre por qué el localizador del federal que nunca quería ser localizado ahora estaba encendido. Tal vez con un poco de suerte esto funcionaría. Y tal vez con un poco de suerte aún tenía un testigo, Dante Duarte. Lo miré de reojo, lloraba, pero su rostro también demostraba una emoción bastante profunda. Su enojo era bastante notorio. Él podría ser mi testigo. Él podría limpiar mi nombre.
    Llegamos al hospital bastante rápido. Todos se quitaron las máscaras y la ropa que podía hacer que los reconocieran. Eran inteligentes, pero no sabían que un federal aún estaba entre ellos. Yo sería el que los entregaría a su destino, pero aún necesitaba que alguien diera fe de que yo no había matado a Willy. Lo peor era que si lo pensaba bien, en efecto era el culpable de su muerte. Si no me hubiera acercado a él, si no me hubiera hecho su amigos, si le hubiera avisado a la LSPD, tal vez Willy aún estaría vivo. En gran parte era mi culpa. En gran parte... yo había puesto una bala en su cabeza.
    –¡Ayuda por favor! –gritó Dominic en cuanto entró al hospital–. Le dispararon a mi hijo.
    Los médicos se movilizaron con gran velocidad y me pusieron en una camilla. La empujaron todo el pasillo hasta llegar a la sala de urgencias, después de eso empezaron a cortar mi pantalón con tijeras y empezaron a buscar mi vena. Tal vez me pondrían suero y esas cosas.
    –Ha perdido mucha sangre. Controlen la hemorragia ¿cómo se encuentra, señor? –preguntó una doctora, pero su voz se escuchaba lejana.
    –¿Por qué se ve borrosa? –pregunté–. Creo que me siento mareado.
    Mis palabras se quedaron flotando en el viento junto con la algarabía del hospital. No lograba entender nada. Mi mente se sintió confusa hasta que mis ojos se cerraron y todo pareció tranquilizarse.

    No tenía planeado que todo esto fuera a la par del rol, pero estoy muy feliz de que así fuera jsgjdhd. Tampoco tenía planeado subirlo hoy, pero había ganas. Bonita noche 💙

Recuerdos De Un Infinito || Volkacio AU || +18 Where stories live. Discover now