Minutos.

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Izuku vió su rostro reflejado en el espejo y suspiró

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Izuku vió su rostro reflejado en el espejo y suspiró.

Llevaba metido en el baño ya cinco minutos.

Sí, cinco minutos con veintisiete segundos, para ser exactos. Lo sabía porque en cuanto se metió ahí dentro puso su celular con el cronómetro corriendo encima del mueble de mármol blanco del lavabo. Se había dado siete minutos de tiempo para encerrarse en ese reducido espacio de cuatro paredes y respirar con calma. Para tranquilizarse, pensar y darse valor, porque de otro modo habría salido corriendo a los dos segundos de haber entrado a ese cuarto de hotel con ese desconocido no tan desconocido. Porque Izuku realmente quería estar ahí, a pesar de lo que su corazón acelerado y la boca de su estómago contraída de puros nervios tuvieran para decir en contra.

A pesar de que su mente le estaba diciendo que seguramente eso era un terrible error.

Bajó la cabeza y dejó que sus rizos oscuros le taparan la visión que tenía de su persona durante un momento. Después volvió a subir la mirada y se vió fijamente a los ojos, con sus cejas fruncidas y su boca en una fina línea. Con sus manos aferrándose fuertemente a la orilla del mueble, sus antebrazos reflejándose también en el espejo y sus dedos apretando debajo del rectángulo de granito hasta que las puntas de sus dedos estuvieron blancas.

Le echó una mirada a la pantalla de su celular. Seis minutos con quince segundos. Tenía apenas cuarenta escasos segundos para infundirse el valor que en seis minutos no había podido. Para hacerse a la idea de que en cuanto saliera de ahí se arrojaría literalmente a la boca del lobo y que no habría vuelta atrás. Para hacerse a la idea de que por fin, después de seis meses de tortuosa espera y tres días de "conocerse", de algún extraño modo lo tenía ahí afuera, en una recámara sumamente cara de un hotel, esperando a que saliera y pudieran comerse mutuamente la boca.

—Vas a salir —se murmuró a sí mismo, clavando su dedo índice para tocar la punta del dedo que le devolvía su reflejo. Lo quitó un centímetro y después lo volvió a clavar justo en el mismo punto, para darle más énfasis a lo que decía—. Vas a salir —se repitió—, y no vas a correr. Vas a ir y te vas a subir encima de sus piernas. Vas a tomarlo con las manos de esa marcada mandíbula y lo vas a ver a sus ojos desiguales. Le vas a decir cosas sucias y después vas a dejar que te desgarre tu matriz imaginaria con sus caderas, ¿estamos?

A él le gustaba pensar que el Izuku real le estaba dirigiendo una mirada decidida y furibunda al Izuku del reflejo. Que mientras ese ente, que decía ser él mismo pero volteado, le estaba regresando una mirada constipada y con el labio inferior temblando de puros nervios, él en realidad tenía los ojos brillando con decisión y una sonrisa ladeada en la cara.

Lamentablemente sabía que no era así.

El celular a su derecha comenzó a vibrar causando que su corazón dejara de latir durante tres segundos. Saltó por el susto y lo tomó entre sus manos, apagando el temporizador que también había puesto por si acaso le daba por ser más cobarde de lo que ya era y dejar que sus siete minutos se convirtieran en quince. Suspiró y abrió el grifo de la llave, dejando que el agua corriera en un grueso hilo y poniendo sus manos debajo, acunando un poco del líquido para después mojarse el rostro y unos cuantos mechones de cabello. Tomó su playera del suelo (esa que se había quitado en cuanto entró al baño para empezarse a mentalizar sobre lo que había ido a hacer a ese lugar) y metió el celular en su bolsillo trasero, caminando hasta la puerta y dándose cinco segundos extra para agarrar lo que le faltaba de valor y girar la perilla.

Minutos. [TodoDeku]Where stories live. Discover now