Capitulo 18

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Mientras Camila ayudaba a Lauren a bajar del taxi y se sentaba en la silla de ruedas, Clara se adelantó para abrir la puerta y tomar las cosas que Lauren había recibido de Camila, como la flor y la canasta de chocolates.

La casa era la típica americana tradicional: un hermoso jardín en el frente, un césped extendido por todo el lugar, que solo se perdía en la vereda que se formaba hasta la entrada de la casa. Junto a ella estaba la acera que conducía al enorme garaje, con una puerta de acero blanco.

- Mamá, dormí catorce años, ¿no? Lauren levantó la voz, haciéndola llegar a los oídos de su madre.

-- Sí, mi amor.

"Entonces, ¿por qué todo sigue tan ...?" Sus ojos viajaron por todo el lugar. - ¿Igual? - Clara sonrió antes de responder:

- Soñé con el día en que tu padre volvería a esta casa, pero lamentablemente no volvió. - Dijo con tristeza, pero tenía una sonrisa inquebrantable en su rostro. - Luego la dejé igual, solo renovando el cuadro y manteniendo todo así, solo para que cuando regresaras no te asustaras por el cambio. - le confesó. - Pasaron catorce años, hija, pero volviste.

Lauren sonrió, sin barreras, sin pudor. Sonrió de una manera tan pura que llegó a todos los rincones del alma de Clara y, por supuesto, a Camila, que lo miraba todo.

-- Yo te amo mama. - dijo Lauren. - Pero si nunca me hubiera despertado, realmente me gustaría que decoraras la casa de una manera que no te recuerde los días malos.

Sin siquiera darse cuenta de que Clara estaba llorando. No un llanto triste, todo lo contrario, eran solo lágrimas de alegría, de alivio, de paz. Su hija estaba bien, después de todo.

- Bueno, no me hagas llorar delante de Camila, mi amor. - preguntó Clara, llevándose el dorso de los dedos al rabillo del ojo para deshacerse de las lágrimas. - Vamos, no se queden ahí paradas, vamos.

Camila asintió y comenzó a empujar la silla hacia la casa. Sus ojos curiosos lo analizaban todo, porque a diferencia del exterior, el interior de la casa no se parecía a nada tradicional. Cualquiera notaría que allí vivía una familia de clase alta.

Todos los muebles de madera maciza destacaban entre las paredes amarillas y blancas. Las enormes pinturas abstractas que adornaban las paredes, con sus marcos dorados, transmitían el amor por el arte. En la sala de estar, que era la habitación donde se reunían, la enorme alfombra de felpa negra cubría el piso, contrastando con el candelabro de luces blancas en el centro de la habitación.

- Mami, ¿puedo mostrarle a Camz mi habitación? Lauren preguntó emocionada, recordando la cantidad de juguetes que solía tener.

- Tendremos que dejar eso para la próxima. Tu habitación está arriba y no quiero que Camila tenga que intentar levantarte. Les di tiempo libre a los empleados, así que hoy tendras que dormir en una de las habitaciones de abajo.

- ¿Y cuando vuelven?

-- Mañana. - informó Clara.

- Entonces, la próxima vez que venga Camz, ¿puedo mostrárselo? Preguntó esperanzada, al ver a Clara asentir.

-- Si querida. - Dijo amablemente. - Camila, toma asiento, por favor. Siéntete como en casa. -- Pidió. - Prepararé algo para comer.

- Gracias, Sra. Jauregui.

- Clara, querida. Llámame Clara. - preguntó sonriendo.

- Bien, Sra. Clara.

- Sin el Sra. - Dijo, haciendo reír a Camila.

- Está bien, Clara. - Dijo, viendo a la mujer desaparecer de la habitación.

- Camz, tenemos una gran piscina. ¿Crees que mis piernas ya esten bien para verano? -- Preguntó. Camila se acercó al sofá y dejó la silla frente a él, sentándose directamente frente a Lauren.

- Creo que estarán bien en primavera, Lauren. -- Respondio. - Tus piernas están perfectas, solo necesitas aprender a adaptarte a tu nuevo tamaño y peso y recuperar fuerzas.

- ¿Y vas a nadar conmigo?

- Si quieres que lo haga, lo aré.

-- ¿En traje de baño? - preguntó levantando una ceja. - No debe ingresar a la pileta con ropa.

- En traje de baño o bikini, lo que sea. - se encogió de hombros. - Tu casa es muy hermosa.

-- Tú también. - respondió Lauren con una suave sonrisa.

-- Gracias. - respondió con naturalidad; ya se estaba acostumbrando a los cumplidos de Lauren, eran puros y genuinos, algo que llenaba el corazón de Camila de un buen sentimiento.

- ¿Puedo sentarme en el sofá contigo? - preguntó, viendo a Camila asentir e inclinarse, tirando de Lauren hacia el sofá con toda la delicadeza que había en ellas. -- Gracias. Creo que estoy cansada.

- ¿Quieres descansar un poco? Preguntó Camila, viendo a Lauren asentir. - Entonces acuéstate y me quedaré a tu lado hasta que te duermas.

- ¿Duerme conmigo? - preguntó, rascándose uno de sus ojos.

-- Claro. - dijo ella, recostándose en el sofá y colocando a Lauren encima de ella.

- Camz, Leo también quiere un abrazo tuyo. - dijo Lauren, teniendo la visión en el osito de peluche que estaba en la canasta en la mesa de café. Camila se rió y extendió la mano, tomando el osito de peluche y pegándolo en el otro lado de su pecho.

-- ¿Asi esta bien? Camila preguntó y sintió que Lauren asentía antes de hundir su rostro en la curva de su cuello.

- Ally me dijo ayer que cuando creció dejó de escuchar cuentos. - le informó Lauren en voz más baja, cerrando los ojos al sentir el cariño de Camila en su cabello. - Así que decidí que a medida que crezca no lo escucharé más.

-- ¿Estás segura? - preguntó Camila, demasiado sorprendida, después de todo a Lauren le encantaba escuchar cuentos e historias, especialmente las románticas. - Lauren, no tienes que detener las historias.

- Ya he tomado una decisión. - Dijo con vehemencia, tomando su brazo izquierdo hacia Leo, abrazándolo a él y a Camila al mismo tiempo.

-- Todo bien entonces. - dijo Camila, manteniendo sus caricias sobre Lauren.

- ¿Camz? Volvió a sonar la voz ronca.

-- ¿Sí, mi amor? - preguntó con una voz llena de dulzura y paciencia.

- ¿Podrías contarle una historia a Leo? - Camila se rió con gracia, disfrutando del calor del cuerpo de Lauren sobre el suyo.

- ¿Contarle una historia? ¿Crees que lo quiere?

- Sí. Todavía es un bebé. -- Respondio.

- Supongo que quiere escuchar romance, ¿eh? - preguntó Camila en tono divertido.

- Sí. Le encanta el romance. - dijo Lauren y Camila asintió.

- Bueno, había una vez una chica que se hacía llamar Bela ...

- No, Camz. ¡Esa no! Lauren interrumpió. - Dile uno dónde se llama la niña Camila. - Camila se rió a carcajadas, porque todas las historias que le había contado a Lauren había reemplazado los nombres de las protagonistas con Camila y Lauren y, aparentemente, a Lauren le había gustado eso.

-- Muy bien. Érase una vez una niña llamada Camila ... - Y así fue, contó su historia hasta que llegó el sueño. No pudo decir quién durmió primero, pero cuando Clara apareció en la habitación, no pudo resistir reírse suavemente de la escena que había visto.

Camila sostenía posesivamente el cuerpo de Lauren con un brazo, mientras que con el otro hacía lo mismo con el osito de peluche. Lauren, con un solo brazo, los abrazó a ambos al mismo tiempo. La mujer suspiró tontamente, definitivamente era lo más lindo que había visto en su vida.

En un Parpadeo ~TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora