Capítulo 10: Clases peculiares

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Para cuando terminó la semana, se había montado un follón bastante grande en la comunidad de héroes. Pero, por suerte, consiguieron desarticular una nueva banda de villanos que podría haber puesto en jaque a la sociedad tal y como la conocían. Dicha banda tenía en su poder a una niña cuya singularidad era capaz de eliminar de forma permanente la de otra persona. Y esa habilidad la habían encapsulado y convertido en un arma.

Sin ir muy lejos, uno de los grandes de la UA había perdido su habilidad a causa de dicha arma. Además, varios de sus compañeros de clase estuvieron implicados en ello. Lo habían mantenido en secreto hasta que todo había explotado en las noticias.

Por fortuna, la niña ya estaba bajo la protección de la policía, por lo que el peligro de distintos villanos eliminando las singularidades de la sociedad se había controlado.

«Perder un poder...», pensó Shoto mientras observaba en la tele una tertulia que hablaba sobre el incidente. No quería ni imaginarse cómo podía ser eso. La gente convivía toda la vida con su particularidad; era innegable que el carácter de una persona estaba influenciado también por la habilidad que tuviera. De modo que perderla era como perder una parte de sí mismo.

A él le habría afectado. Incluso habiéndose pasado toda su vida renegando de la habilidad de su padre, no estaba seguro de haber querido perderla. Aunque no la quisiera para convertirse en héroe, era útil en otras circunstancias. Y desde luego, ahora que había hecho las paces con su lado izquierdo, no querría perderlo.

—¿Ya habéis vuelto? —le preguntó Yaoyorozu al tiempo que se sentaba en el sofá de enfrente.

—Sí, justo acabo de poner la televisión.

—¿Dan algo interesante? Hace rato que terminé los deberes, y como me aburría en mi habitación, bajaba a ver si echaban algo decente.

«Cómo no...», pensó divertido Todoroki. Siempre era la primera en acabar y con diferencia. A pesar de ser un estudiante que no tenía motivos para quejarse de sus notas, no podía dejar de considerar que era un don terminar tan rápido las tareas de clase. Eso dejaba mucho tiempo libre.

—Yo subiré en un rato a hacerlos. Ahora mismo sólo quiero descansar un poco.

—¿Qué tal ha ido hoy?

—Ha sido... peculiar —concluyó sin saber definirlo mucho mejor—. Nos han dejado encargados de unos críos.

—¿En serio? —Era un entrenamiento extraño, en su opinión.

—Me ha llamado la atención que los niños de ahora no tengan ningún miramiento en utilizar sus habilidades contra otra persona.

—¿Os atacaron? —cuestionó perpleja.

—Y con toda su fuerza, porque pretendían ganarnos. Nos dejó bastante sorprendidos. Si hubieran sido otras personas, podrían haber herido seriamente a alguien.

—Vaya... ¿Y qué hicisteis?

—Un campo de juegos —contestó sin más.

—¿Qué?

—Les hicimos ver que nuestra fuerza era superior, pero lo hicimos montando un parque de juegos en vez de pasarlos por encima.

—¿Y cómo pudisteis hacerlo?

—Estaba Yoarashi, el alumno de Shiketsu que manipula el viento —detalló, pues dudaba que le recordara por su nombre—. Él elevó por el aire un montón de juguetes de los críos y los utilicé como estructura para hacer toboganes.

—Aquello parecía un maldito parque de atracciones —se quejó Bakugo, quien se acercó hasta ellos desde la cocina con algo de comer y lo puso sobre la mesilla según llegó—. Y los muy desgraciados me relegaron al equipo de limpieza.

El resultado del examenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora