-¿K-katsuki podrías apagar eso? Mi garganta me pica -pidió amable entre una ligera tos y apuntó el cigarrillo que sostenía sus dedos.

-No -respondió sin ni siquiera meditarlo, dio otra calada y esparció el humo al techo a propósito.

Izuku sonrió sin decir nada y vio lamentándose como el humo se concentraba en esa reducida habitación de dos camas, una mesita entre ellas y un armario compartido.

Katsuki se irritó. Estúpida sonrisa pensó. Solo tres semanas y se largará. Estaba seguro que Izuku estaría un mes a su lado como los otros dos y luego lo echaría de cabeza por alguna estupidez y nunca vería sus labios curveados otra vez. De nuevo echó otra mirada, esta vez a su cuerpo pequeño y cuadrado que parecía tener buena salud. Provocó chasquear la boca.

-¿Oye, idiota porque te ves tan bien? -preguntó con su tono dominante de voz, fumó de nuevo y vio como la cara de su criado se sonrojaba sin razón.

-N-no, no creo que me vea tan bien como dices -contestó modesto como si oyera un cumplido y de nuevo formó una sonrisa esta vez una más pequeña y tenue.

-¿Ah? -Katsuki se preguntaba por qué diablos sonreía tanto y sus nervios crisparon. -¿Qué no vinieron unos tipos a arrastrarte algún rincón y te golpearon? A los novatos les dan palizas al llegar, ¿Porqué te ves intacto?

-¿P-palizas? -Su criado se sorprendió, no tenía idea. Tocó su mentón a la vez que tosía de manera intermitente -Bueno, unos chicos vinieron y me preguntaron si era nuevo, -tosió -y-yo sonreí, respondí que me habían asignado la habitación 308 -tosió -entonces se fueron corriendo como si hubieran visto el diablo detrás de mí. -De nuevo sonrió pero ahora el rubio amargado tuvo que escuchar su risa irritable combinada con su tos.

Mierda. Deja de sonreír, imbécil. ¡Ya para, maldito! ¡Te golpearé!

Su cara se arrugó y sus dientes rechinaron, Katsuki sintió sus tripas retorcerse y se movió en la cama intentado controlar sus impulsos.

Esa sonrisa de manera visual era como ese molesto chirrido de uñas contra un pizarrón que los oídos no toleran sin razón. Y estaba tan inmerso en esa sonrisa fea y fastidiado por esa tos que no paraba que el cigarrillo entre sus dedos se fue consumiendo y eso lo hizo gruñir.

A partir de ese día dejó de fumar en su habitación.

-Tres semanas y se irá -dijo entredientes y espero su huida.

Para la segunda semana, cada vez que Katsuki ordenaba lavar su uniforme, limpiar sus zapatos, hacer su tarea. Izuku asentía diciendo "de inmediato" y esa curva estúpida y tímida cambiaba su rostro cubierto de pecas de u a forma dulce.

Era una sonrisa de autodefensa. Al menos eso era lo que creía y al bastardo le funcionaba pues su sonrisa era larga y bonita para irritarlo pero no lo suficiente para querer romperle los dientes incluso si realizaba mal las cosas.

-¡A esto le llamas lustrar, inútil! -Katsuki regañó desde su cama ante el poco brilló de un zapato comparado al otro y se los arrojó directo a la cabeza.

La punta del zapato golpeó su coronilla pero Izuku no emitió ningún gemido de dolor o lloriqueo. Sé sobresaltó por su voz salvaje y se le erizó los vellos pero respondió enérgico.

ᴜᴠᴀs ᴀɢʀɪᴀsWhere stories live. Discover now