prólogo

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APOYÓ CON cansancio una de sus cajas en el suelo antes de girarse al maletero del coche a por la siguiente, su padre se encontraba acomodando las cosas mientras su madre limpiaba un poco la casa.

Tomó otra caja y fue a apilarla sobre la que había puesto en el suelo anteriormente, pero esta cayó al suelo tirando su contenido.

— Mierda.— Se agachó a recoger toda la cubertería agradeciendo que no era de cristal o cerámica, su madre la hubiera matado.

— ¡Qué demonios ha sido eso!— Inés miró hacia arriba encontrándose con un rubio malhumorado asomado a la ventana.— ¡Eh tú, me has desconcentrado, pelirrosa de mierda!

— ¡¿Qué me has llamado idiota?!— Gritó Ortega de vuelta mientras terminaba de meter los cubiertos en la caja.

— ¡Lo que oyes maldita sorda!

Los padres de Inés se asomaron rápidamente por la puerta, al igual que los del rubio por la ventana.

— ¡Pues baja aquí y comprueba que tan sorda estoy!— Inés se arremangó el suéter lista para pelear.

— ¡Pues igual bajo!

— ¡Pues aquí te espero!

— ¡Inés/Katsuki!— Exclamaron los cuatro adultos. La madre del rubio le propinó un golpe en la cabeza mientras que Magdalena Ortega, la madre de Inés, se acercaba a su hija para tomarla de la oreja.

— ¡Ay mamá!— Se quejó la niña dándole un manotazo a su madre.

— Disculpate ahora mismo.— Exigieron ambas madres mirándose con vergüenza.

— ¡Nunca!

— ¡Qué te disculpes, no me hagas volver a repetirlo!— Gritaron a la vez, los maridos de ambas se miraron con pena antes de seguir contemplando la escena en completo silencio.

— Lo siento teñida.— Se disculpó mordazmente Katsuki.

— Lo mismo digo, rubia.

A sabiendas de que no conseguirían más, Mitsuki y Masaru salieron a la calle para recibir a los nuevos vecinos.

— Lamentamos eso, nuestro hijo es... Muy explosivo.— El castaño tendió su mano hacia el progenitor de Inés.— Masaru Bakugou, ella es mi esposa Mitsuki. Un placer conoceros.

Alejandro tomó la mano de Masaru y le dio un apretón con una sonrisa amistosa:— Alejandro Ortega, ella es Magdalena.

Los niños observaban la escena desde sus posiciones y con la frente arrugada.

— Queremos pediros disculpas por la escenita de Katsuki.— Magdalena sonrió despreocupada.

— No es nada, Inés es muy impulsiva, asi que suele liarla mucho.

— ¿Os apetece venir a cenar esta noche?— Preguntó la rubia, los padres de Inés aceptaron la propuesta encantados. Mitsuki se giró hacia la pelirrosa, color heredado de su padre, y revolvió su pelo con cariño.— Nos vemos luego, pequeña.

— ¡¿A quién llama ust...?!— Alejandro cubrió la boca de su hija enseguida.

— Iremos encantados.— Respondió nervioso sintiendo como su hija pasaba la lengua por la palma de su mano.— Inés termina de llevar las cosas mientras nosotros hablamos.

Inés rodó los ojos y tomó una caja mientras murmuraba maldiciones por lo bajo.

LOS PADRES de los dos niños miraban de reojo como sus hijos se lanzaban miradas de muerte, en una de esas sintieron un temblor bajo la mesa y Mitsuki suspiró levemente sabiendo que había sido su hijo

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LOS PADRES de los dos niños miraban de reojo como sus hijos se lanzaban miradas de muerte, en una de esas sintieron un temblor bajo la mesa y Mitsuki suspiró levemente sabiendo que había sido su hijo.

— ¡Ay! Mamá esté idiota me ha pateado.— Se quejó devolviéndole la patada a Bakugou.

— ¡Eh! ¡Idiota no me patees!— Gritó el niño dejando sus cubiertos de golpe sobre el plato. Pequeñas chispas comenzaron a salir de sus manos.

— Oh, ¿vamos a usar los koseis? No me obligues a convertirte en un kebab.

Mitsuki y Magdalena compartieron una mirada y ambas golpearon la mesa de repente callando a los preadolescebtes de golpe.

— ¡Ya os vale a los dos!— Exclamaron a la vez.— ¡Ambas queremos una cena tranquila así que como volvamos a escuchar una sola queja no volvéis a ver la luz del Sol!

Alejandro y Masaru se miraron antes de sentir un escalofrío recorriendo sus espinas dorsales.

Inés y Katsuki se miraron antes de dirigir sus ojos a los platos para mantenerse callados durante lo que quedaba de cena.

— Para tener doce años tiene mucho carácter.— Comenzó el padre de Inés.

— Lo mismo digo de tu hija.— Ambos adultos soltaron una risa que agrandaron al ver las miradas matadoras de sus hijos.

La cena pasó entre más risas por parte de los padres burlándose de sus hijos, de vez en cuando ellos se daban malas miradas, pero no pasaba a nada más.

— Bien.— Exclamó Magdalena cuando se hicieron las doce pasadas.— Nos vamos, que la señorita mañana tiene clase.

Inés bufó:— Vaya mierda.— Murmuró. Katsuki la miró de reojo mientras él y sus padres acompañaban a los Ortega hasta la salida.

— ¿A cuál irá?— Preguntó Mitsuki con curiosidad.

— A la Secundaria Orudera.

— ¡Ah! ¡Katsuki va a la misma! ¡Esperemos que vayan en la misma clase!

— Esperemos que no, no quiero tener a esta mierda rosa dando vueltas a mi alrededor.

— Bueno, tampoco es como que quiera estar cerca tuyo. Imbécil.— Respondió la pelirrosa cruzándose de brazos y dándole la espalda.

Magdalena tomó a su hija por el hombro antes de sonreír:— Será mejor que nos vayamos antes de que comiencen otra pelea.

— Dile adiós a Inés, Katsuki.— Ordenó Mitsuki dándole un empujón en el hombro al rubio.

— Adiós, rata rosa.— Dijo abriendo la puerta invitándola a que se marchara. Inés pasó con lentitud para molestar al chico.

— Hasta mañana, pedazo de mierda teñida.— Inés soltó una risita al escuchar los gritos descontrolados del rubio.

Tal vez Katsuki Bakugou era molesto, pero Inés sabía que se iban a llevar bien.

mutual ▭ hanta seroWhere stories live. Discover now