FANFIC OBIKAKA | Kakashi es un sheriff con un secreto: una noche que nunca debería haber sucedido y un hombre al que parece que no puede olvidar. Pero con Obito nuevamente huyendo y sus propios deberes manteniéndolo en Konoha, parece que no hay espe...
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Resumen: Una misión, una resolución y una realización.
Nota de la autora: En caso de que se lo esté preguntando, este capítulo lleva el nombre de la canción del mismo nombre de Florence and the Machine, que casualmente era lo que estaba escuchando cuando lo escribí. Entonces, obviamente, si estás buscando una banda sonora adecuada, ¡eso es todo!
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Kakashi se despertó justo antes del amanecer con una pesadez saciada en sus miembros, un calor constante en su espalda. Se quitó con cuidado la manta que compartían para no molestar a la figura que dormía a su lado y se sentó, temblando cuando fríos zarcillos de aire se enroscaron sobre su piel desnuda.
Estaban en lo profundo del condado de Wind, acampados en lo alto de una meseta que dominaba las enormes colinas de arenisca que cubrían el paisaje. Era un escondite ingenioso, fácilmente defendible y accesible solo por una empinada y sinuosa escalada de roca casi escarpada, escondida detrás de una engañosa curva de piedra y matorrales. Nadie encontraría a la pandilla aquí a menos que ya supiera dónde buscar.
El sol se deslizaba sobre el horizonte, proyectando sombras profundas y pintando un oro con lancetas carmesí a través de un cielo de delicados cirros que se extendían en largas colas de yegua de un horizonte a otro. El rocío se había asentado de la noche a la mañana, un manto de gemas vivificantes brillando sobre la tierra reseca del desierto. Kakashi respiró la vista como si lo viera todo por primera vez.
Hoy fue el día.
El que determinaría su futuro y el de Obito, si existiera tal cosa.
Él realmente esperaba que hubiera.
En teoría, era simple; un último trabajo y seguirían recto. Por supuesto, entendía que Obito nunca estaría realmente libre de su pasado, que el riesgo de ser atrapado existiría por el resto de su vida. Pero al menos con una profesión honesta llamaría mucho menos la atención, y al menos era un país grande. Muchos lugares en los que perderse.
Sin embargo, de lo que estaba menos seguro era de cómo dar la noticia a sus amigos y colegas en Konoha. Por muy tentador que fuera simplemente desaparecer, sintió que les debía más que eso. Para al menos permitirles saber que estaba vivo y coleando. Pero imaginar cómo podría ir esa conversación era un obstáculo que no podía superar y le molestaba. Casi tanto como las persistentes dudas en sus entrañas, los traicioneros susurros que le decían que estaba pidiendo demasiado. Que los finales felices eran solo para los cuentos de hadas.
