𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓𝐒 ───── anime ; one shots

━ ✶⭒❛ 𝗢𝗦𝗔𝗠𝗨 𝗗𝗔𝗭𝗔𝗜 ❜ 🍓

        No era del tipo hombre inseguro, su determinación y confianza resaltaban en cada centímetro de su ser, al menos eso entendió cuando Kunikida le dijo —tienes una horrible cara de idiota—.

         Aunque las mujeres se acercaban más al castaño que al rubio por esa aura gentil y sutil que desprendía, estadísticamente diría que la mitad de la población femenina se excusaba de él por sus propuestas suicidas (alguna se ofrecía a pagarle el psicólogo), mientras un cuarto se encandilaba a sus excéntricas palabras y el otro tanto ponía una demanda de restricción.

        Ah, y luego estaba ella. Quién compartía la misma neurona y le había dicho —si te mueres, te mato—.

━━━ Ranpo-san, esa era mi última canica ━━━ se quejó restregandose el rostro frustrada. Claro que era su culpa por meterse en juegos de azar con un tipo que era prácticamente vidente.

━━━ Amaría tener una del radiante color de tus ojos, Ya-chan ━━━ le contestó suavemente con una ladina sonrisa.

        Yamada _____, una amigable y cariñosa mujer que había conocido durante su tiempo en la Port Mafia, bastante dulce y despistada como para levantar sospecha alguna, lo que había llamado su atención era la curiosa forma sádica que su personalidad daba durante el trabajo, colaboraban de una forma excepcional y de un momento a otro, se había percatado de esa sensación tan satisfactoria, incluso mejor que pensar en el suicidio.

        Y justamente por eso, no toleraba que su atención no fuera hacia él.

━━━ _____-san, yo aún tengo algunas ━━━ le dijo tímidamente el albino, dandole una pequeña red.

━━━ ¡Que lindo, Atsushi-kun! ━━━ exclamó acercándolo a su pecho para abrazarle.

━━━ ¡También quiero un abrazo! ━━━ Miyasawa se abalanzó emocionado.

        Tenía una extraña inquietud, fruncía el ceño y golpeteaba constantemente la madera para apaciguar el enojo que recorría sus venas, siguió recargado en su silla sin mucho ánimo atento a cada movimiento de la chica. Pensó que más tarde podría llevarla a cenar y recibir como recompensa un cálido abrazo, le gustaba la forma en que sus manos acariciaban su cabello.