trece

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-¿Cómo estas?- preguntó él sentándose junto a la cama.

-Duele si me muevo pero bien dentro de todo.- sonrió ella.

-Son para vos.- dijo él tendiéndole las flores.- Las mismas de nuestro primer encuentro.

-Te acordas.- dijo ella con una sonrisa en el rostro.

-¿Cómo olvidarlo? No te saque mas de mi cabeza.

-Exagerado.- rió ella.

-Para nada. Te vi y pensé, esta chica va a volverme loco. Te busqué por mucho tiempo en el mercado pero no te encontré. Tuve que volver bastante decepcionado a mi casa. Después te vi en el juzgado y pensé que soñaba. Te invité a salir y me dejaste plantado, dolió. Pensé que te burlabas de mi. Después me enteré de lo que pasaba y acá me tenes.

-Lamento haberte dejado plantado.- dijo ella mordiendo su labio para reprimir una sonrisa.

-No pasa nada, preciosa.

La puerta se abrió y se asomó Louis.

-¿Algún problema, tío?- rió ella.

-Solo quería ver que todo estuviera en orden.

-No me considero un violador.- dijo Peet y ella soltó una carcajada que le hizo doler pero no lo hizo saber.

-Todo puede ser.- dijo Louis.

Él salió de la habitación y ella miró a Peet.

-Así que no sos un violador, ¿eh?- rió ella.

-No, no creo. Pero no dije nada de que no me gustaras. Además si te beso no estaría violandote.

Ella se ruborizó.

-Supongo que no.

El chico se acercó a ella hasta que sus narices se rozaron.

-Si me pedís que me detenga voy a hacerlo.- dijo él.

Ella se mordió el labio y lo miró fijamente a sus ojos grises.

-No pensaba detenerte.

Los labios de él se pegaron a los de ella suavemente.

Al separarse le sonrió cálidamente.

-Así que, ¿qué te parece salir juntos cuando ya estes mejor?- preguntó él con una sonrisa tomándole la mano y jugando con sus dedos.

-Prometo no dejarte plantado esta vez.- sonrió ella.

La puerta volvió a abrirse y se asomó Liam. Vio las manos entrelazadas y ellos las separaron rápidamente.

-Nos vemos mañana, bonita.- dijo Peet besándole la comisura del labio.

Liam alzó ambas cejas y lo miró alejarse por el pasillo. Ese chico no tendría un buen futuro si se metía con su nenita.

-¿Todo bien, princesa?- preguntó él. Peny asintió inocentemente.

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