12

384 50 1
                                    

El pantano apestaba, por eso Azula lo odiaba, y odiaba estar separada de Ty Lee, y odiaba que estuvieran ahí en primer lugar. A Azula nunca le había gustado estar sucia, odiaba el barro, odiaba los malos olores. Ella era una princesa; se merecía algo mejor que estar atrapada en ese lugar, cubierta de agua de un pantano. Ella merecía ser llevada a través de líos como este. El circo había sido bastante malo pero se había logrado adaptar, en cambio esto era insoportable.

Definitivamente, no era algo a lo que pudiera adaptarse. Ni siquiera había la promesa de un baño tibio más tarde que la esperara.

   —¿Ty Lee? —ella gritó. Pero no hubo respuesta. —¿Sokka? ¿Aang? ¿Katara?

Sin embargo, todo lo que podía oír eran mosquitos y algún que otro pájaro. 

Bueno, eso era perfecto. Podría estar atrapada durante horas antes de encontrarlos. Estaría cubierta de picaduras de insectos e incluso más irritada de lo que ya estaba. Eso no serviría. Será mejor que empezara a buscar de inmediato.

Llevaba caminando unos diez minutos cuando vio un destello rojo por el rabillo del ojo. Se dio la vuelta, pensando que un soldado de la Nación del Fuego pudo haberles seguido de alguna manera al pantano, pero allí no había ningún soldado.

En cambio, estaba su madre.

   —Azula, —La llamó Ursa en el tono que siempre había usado cuando Azula había hecho algo malo. —¿Qué estás haciendo? Deberías irte a casa.

   —Es demasiado tarde para eso. —Dijo Azula como si responder a ese fantasma fuera lo más racional.

Ella negó con la cabeza tratando de aclararla.

Esto no puede ser real.

Simplemente no podía.

Madre estaba muerta. Azula había visto el cuerpo.

   —Tu tío y tu hermano te extrañan. Te aman... Y yo también. —Pero su tono era el mismo de decepción que siempre usaba, el mismo que había adoptado el tío cuando mamá se fue. Azula se abalanzó sobre ella gritando:

   —¡Cállate! —Aterrizó en más lodo pantanoso mientras su madre desaparecía, ahora ella estaba sola.

   —¿Estás bien? —Azula saltó, pero no fue su madre quien volvió a perseguirla de nuevo, solo era Sokka.

Ella se puso de pie.

   —Estoy bien. —dijo Azula negando de nuevo con la cabeza. —Vamos, busquemos a los demás. —La expresión de su rostro era sombría. —Tú ... —Volvió a hablar Azula. —¿Viste a alguien cerca de mí? —Sokka negó con la cabeza.

   —¿Tú también? Es el gas del pantano. Tiene que ser eso. —Ante esta explicación racional, Azula se sintió más tranquila.

Ty Lee no estaba demasiado lejos. La encontraron sentada en un árbol caído, temblando.

   —Todos se parecían a mí. —Habló cuando Azula la rodeó con un brazo y logrando así que dejara de temblar.

A Aang y a Katara los encontraron poco después, pero ninguno de ellos consiguió una palabra más de Ty Lee sobre lo que había visto.

Incluso después de que escaparon del pantano y reanudaron su búsqueda de un maestro Tierra Control para Aang, Azula siguió preocupada. Aunque estaba de acuerdo con Sokka en que las visiones que todos habían visto se debían al gas del pantano, Azula no era tan tonta como para no creer en los espíritus pero le parecía extremadamente improbable que los muertos regresaran incluso como visiones- siguió repitiendo su visión en su mente.

La Heredera | Yuri | TyzulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora