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Al final resultó que, fue más difícil encontrar la Tribu Agua del Norte de lo que habían anticipado. Sokka pasó su tiempo buscando humo en el horizonte, y Aang subió aún más en el aire para ver si podía detectar algo.

Azula y Ty Lee se acurrucaron debajo de cada manta que poseía el grupo, completamente miserables.

Cuando dijeron que haría frío, Azula había imaginado que sería como las islas más al sur de la Nación del Fuego durante el invierno. Ella había empacado un abrigo y había traído una manta extra, sin embargo, no fue suficiente. No sabía que el frío podía arder, pero lo hizo, y la calidez de Ty Lee a su lado hizo poco por ayudar.

¿Cómo podría un ser humano sobrevivir en este clima? Y aún así, Katara y Sokka se veían perfectamente cómodos con sus parkas, y Aang estaba feliz de volar con su ropa normal. Claramente, el Aire Control era útil para algo después de todo. Azula tendría que adquirir ropa adecuada lo antes posible. Por ahora, consideró si era una buena idea doblar un pequeño fuego debajo de las mantas. El sentido común dijo que no pues sus manos estaban entumecidas y ella estaba cansada, fácilmente podría prender fuego a las mantas y luego ¿dónde estarían? Sin embargo, tenía tanto frío que el sentido común estaba empezando a perder su dominio sobre ella.

   —Los encontraremos pronto, —dijo Ty Lee y se acurrucó más cerca. Pero considerando cuánto tiempo habían estado buscando, Azula no estaba tan segura. Aun así, la mentira era casi reconfortante.

   —Lo haremos, —mintió Azula a cambio. Ella durmió levemente por un rato.

Momentos más tarde Azula se despertó completamente en un segundo, en un ataque y lanzó bolas de fuego a los contrincantes, un grupo de Maestros Agua.

Realmente, ¿Por qué los maestros agua los atacarían? Estaban en un bisonte aéreo. Estaba bastante claro que no eran aliados o de la Nación del Fuego. O bueno, lo había sido, hasta que Azula les devolvió el ataque. Quizás no había estado tan despierta como pensaba.

Ella dejó de atacar. 

   —¡Paren! —Aang les pidió a los Maestros Agua—. ¡Ella está conmigo!

   —¿Quién eres tú? —preguntó la maestra agua principal.

   —El Avatar. —Hubo un abrupto cese de las hostilidades.

Uno de los maestros miró a Azula con recelo y luego la descongeló. Colapsó en un montón de agua, indigna, demasiado fría para siquiera moverse. Los siguientes minutos fueron borrosos cuando le dieron a Azula y Ty Lee parkas de repuesto y las cubrieron debajo de más mantas, murmurando sobre lo idiotas que se veían y sobre la hipotermia. Azula comenzó a sentirse más cálida de inmediato, por lo que perdonó el insulto por el momento.

   —¿Por qué el Avatar viaja con un maestro fuego? —Cuestionó la maestra agua líder, volviéndose hacia Aang.

   —Necesita dominar los cuatro elementos, —dijo Katara por él—. Azula ha aceptado ser su maestra de Fuego Control.

Continuaron pareciendo sospechosas, y Azula estaba segura de que la seguirían durante todo el tiempo que estuviera en el polo norte, lo que estuvo bien porque no tenía nada que ocultar o al menos nada que pudieran encontrar mirándola, en cualquier caso.

   —¿Qué pruebas tienes de que sea digna de confianza?

   —Ella nos ha sido más que útil, —explicó Katara. —Nos ayudó a luchar contra un ataque de la Nación del Fuego, hace apenas unos días. Luchó contra el almirante que nos ha estado siguiendo desde el Polo Sur. Y le ha estado enseñando a Aang. —Azula sonrió para sí misma, ya que la mitad inferior de su rostro estaba escondida debajo de sus mantas.

No podría haber planeado todo esto mejor. Cada ataque junto al grupo ayudó a cimentar su lugar con ellos.

   —Queremos detener esta guerra. —dijo Ty Lee, sacando la cabeza de debajo de la manta. Sus dientes castañeteaban y sus labios estaban casi azules. Pero había una especie de determinación en su rostro que Azula no se había dado cuenta de que Ty Lee realmente sentía.

Los Maestros Agua parecían influidos por la sinceridad de Ty Lee. Los espíritus realmente le sonreían. En su lugar, solo deseaba poder quitarse la sensación de que era una sonrisa malvada.

Como invitados de honor, a cada uno se le dio su propia habitación pero alguien movió todas sus cosas mientras comían. Azula trasladó sus pertenencias a la habitación de Ty Lee en la primera oportunidad, dejando todo lo demás intacto. Había una mujer que fue a ordenar las habitaciones, cuando Azula pasó junto a ella en el pasillo, la chica de ojos dorados pudo sentir una mirada de desaprobación seguirla. Podría haber sido por ser de la Nación del Fuego, pero podría haber sido porque la mujer notó que Azula se iba a dormir con Ty Lee. Sospechaba que era lo último.

Nadie más parecía estar enojado con ella por ser la Nación del Fuego. O al menos, lo escondieron mejor porque estaban contentos de que el Avatar tuviera un maestro de Fuego Control. Ella se propuso ser grosera con esa mujer a partir de ese momento y no fue útil, por supuesto, pero la hizo sentir mejor.

Y cuando uno de los chicos de la Tribu Agua empezó a coquetear con Azula, ella le dijo rotundamente:

   —Tengo novia. —Él la miró parpadeando.

   —¿Qué?

   —Una novia. —Su mirada seguía en blanco—. No me interesan los chicos, —le aclaró.

   —No soy un chico. Soy un hombre.

   —Todavía no estoy interesada, —dijo.

   —Tal vez un beso te haga cambiar de opinión. —Comentó y trató de inmovilizarla contra la pared y presionar su boca contra la de ella. Lo que siguió ni siquiera podría llamarse pelea, él no era un maestro y ni siquiera era un guerrero, solo era un idiota. Y ella le había quemado el brazo lo suficiente como para que él realmente no pudiera usarlo durante unos días, incluso con curanderos para ayudarlo.

El chico difundió rumores. Por supuesto que lo hizo. Y Azula sabía que estaban susurrando sobre ella, cuando creían que no podía oír. Acerca de cómo era lesbiana, una "desviada", dijeron, lo cual no debería haber sido un problema y también comentaban sobre cómo ella lo había quemado por lo que ella no era de fiar. La gente le dio un amplio margen mientras caminaba por los pasillos. Obviamente, Katara había escuchado los rumores, se veía muy incómoda cuando Ty Lee y Azula se sentaron demasiado juntas, o cuando, obviamente iban juntas a la misma habitación por la noche.

Sokka ocultaba mejor su reacción, y a Aang no parecía importarle en lo adsoluto. Pero todos los demás en la Tribu Agua del Norte parecían estar mirando todo el tiempo.

Entonces Azula hizo lo único que se le ocurrió. Le dio un beso profundo a Ty Lee durante un espléndido desayuno público.

   —Ahí, —Exclamó después de romper el beso. Todos miraban pero lo habían estado haciendo durante días—. Ahora tienen algo de qué hablar. —Y había salido del desayuno con Ty Lee muy cerca y casi llorando, y luego Azula se disculpó con ella por eso.

Había olvidado por ese momento que Ty Lee estaba recibiendo casi tanta atención como ella.

Fue más tarde ese día cuando Aang se sentó a su lado y dijo:

   —Creo que ustedes dos son una linda pareja.

   —Gracias, —dijo Azula tomando la ofrenda de paz por lo que era.

   —Los monjes siempre me dijeron que amar a alguien nunca está mal —continuó—. Todos los demás vendrán en un tiempo.

   —No me molesta, —mintió Azula. —Deberías tranquilizar a Ty Lee, no a mí. Pero gracias.

Después de eso, les tomó otro mes dejar la Tribu Agua del Norte. Azula odió cada minuto.

La Heredera | Yuri | TyzulaWhere stories live. Discover now