Día 9: Mensajes

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Continuación del día 7: Insomnio Mutuo.

¿Debería entrar en pánico? ¿Si? ¿ No? ¿Si?

Habían pasado días desde aquel suceso donde se dejó llevar por las sensaciones y acabó involucrado en una clase de Callsex con su compañero de trabajo. Si bien él y el comisario podían decir que tenían un pasado, esos sentimientos, que una vez fueron los que regían su vida, fueron enterrados el día de la explosión.

Cuando despertó desnudo a la mañana siguiente, se dio cuenta de su error y cayendo ante sus inseguridades decidió que lo mejor era fingir que esa noche solo había sido un gran y delicioso sueño. Se la pasó trabajando para la zona norte de la ciudad, ignorando las radios del Sur y temblando cada que el Jefe de la LSPD solicitaba refuerzos de la LSSD.

Y es que no podía evitarlo, no podía negar aquel poder que tenía el ruso sobre él, no importa cuantos años hubiesen pasado, cuántos errores hubiese cometido ni cuantas veces se repetía que debía olvidarlo.

Estaba enamorado hasta los sesos de aquel hombre.

Es por eso que cuando recibió un mensaje suyo en su móvil privado, sus piernas temblaron y tuvo que sentarse para leer lo que le había puesto.

«Tenemos que hablar sobre lo del otro día»

«Otro día? » — Se forzó a responder, conociendo al ruso, si no lo hacía, era capás de llamarle.

«Tú sabes a lo que me refiero. La llamada...»

«No sé a que te refieres, estoy liado con un caso, no creo tener tiempo» — Mintió.

«Horacio no puedes seguir ignorándome y fingiendo demencia.» «Si no me buscas tú, iré yo.»

No respondió, estaba cagado. No estaba listo, definitivamente no se sentía listo.

« Estaré en veinte minutos en tu casa, ni se te ocurra huir o ir a trabajar, ya anuncié que no ibas a estar disponible por hoy en radio. »

— ¡¿Pero qué cojones?! — Exclamó soltando el celular. Si bien recién se había duchado y quedaba tiempo para que iniciara su turno, no era necesario faltar al trabajo. Se puso nervioso, no quería afrontarlo aún; además ¿ Quién se creía que era? Aunque en el FBI tenían el mismo rango, para la LSPD él era su inferior, no podía andar anunciando su falta así como así.

Contradiciendo todos sus pensamientos buscó que ponerse, se sentía como un adolescente, él siempre había sido alguien de apariencias y no iba a cambiar eso. Se puso unos shorts que usaba para hacer running, una camiseta básica blanca y se maquilló como de costumbre. Internamente deseaba que el ojiazul lo encontrara atractivo, le gustaba sentirse deseado para callar todas las inseguridades que a veces invaden su cabeza.

No tuvo ni tiempo de pensar sobre lo que le diría al verlo, el timbre sonó y por inercia fue a atender.

— Priviet — Saludó el ruso. Horacio respondió tímido al saludo apartándose para que este pudiese pasar, se dirigieron a la sala en silencio, notó como el comisario estudiaba el entorno con la mirada. Desde su reencuentro solo habían quedado en el departamento del ruso para temas de trabajo, su imponente presencia lo ponía nervioso.

— ¿Quieres beber algo? — Ofreció viendo como el más alto tomaba asiento en uno de los muebles.

— Quería hablar contigo. — Respondió el ruso mirando al hombre a los ojos.

— Pues te esperas un momento porque yo si voy a necesitar un trago.— Huyó a la cocina a servirse de la primera botella de whisky que encontró, el primer vaso lo tomó de golpe haciendo una mueca al final, sentía la intensa mirada del ruso a sus espaldas; con el vaso lleno se sentó al lado del mayor.

VOLKACIO VALENTINEWhere stories live. Discover now