Día 8: Estrellas

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¿A quién le importa si se apaga una luz más en un cielo de un millón de estrellas?

El cielo empezaba a teñirse de tonos naranjas, rojos y rosados dando paso al más hermoso atardecer que habían visto en sus vidas.

La ocasión era especial, habían hecho el amor toda la tarde, compartiendo palabras llenas de sentimiento y promesas que sabían nunca iban a poder cumplir por el peso que conllevaban.

Habían decidido partir del departamento que había sido su hogar para emprender camino a las montañas donde recibirían el atardecer y terminarían su noche.

Dejaron el auto cerca de la autopista y tomando la canasta, junto a algunas mantas se tomaron de la mano y emprendieron camino hasta su destino.

Una vez ahí, se encargaron de extender la manta y, entre risas y juegos repartieron las pequeñas cosas que habían traído para su disfrute.

Comieron, bebieron, charlaron y besaron hasta llegar altas horas de la noche.

La velada era perfecta, pero aunque quisieran, no podía durar para siempre.

El momento para ellos había llegado, después de tantos años por fin ya no eran de utilidad a los de arriba.

Sin importar los trabajos realizados, no podían seguir existiendo gente con información tan valiosa suelta por ahí.

El primero en caer fue Conway, debido a su edad tan avanzada, fue sencillo atacarlo mientras dormía. La siguiente fue Michelle, herida y llena de ira por la muerte de su compañero, trató de tomar venganza por sus propias manos, se sospechó que había logrado causar daño, ya que por desgracia, no quedó restos que velar.

Gustabo trató de escapar de la isla, sin embargo las artimañas que siempre usó para engañar a los de la frontera no fueron suficientes como para evitar que lo rodearan y este mismo pusiera fin a su vida con un disparo en la cabeza antes de que alguien más lo hiciera.

Y así, la pareja teniendo en cuenta el día de su fin, decidieron aceptar su destino y aprovechar el tiempo que les quedaba, juntos.

Yacían recostados en el frío pasto a la cercanía del gran letrero de Vinewood observando el claro cielo estrellado.

—¿Tienes miedo? — Preguntó de repente un nervioso Volkov. Sus años como soldado no habían sido en vano, él ya se había dado cuenta.

—No — Respondió sonriente el cresta, tomando la fría mano para tranquilizar a su pareja. Mirando al cielo continuó — La vida es como este cielo lleno de estrellas, somos como un pequeño punto en este gran universo Viktor. ¿ A quién le importa si se apaga una luz en un cielo de un millón de estrellas? A nadie.

—Para mí — Susurró afligido tomando su rostro entre sus blanquecinas manos — Eres el universo entero Horacio.

—Es por eso que estoy tremendamente agradecido por poder desaparecer de este mundo a tu lado, Viktor Volkov.

—Te amo, te amo tanto Horacio — Lloró el Ruso. — Gracias por amarme y esperarme durante todo este tiempo.

—No llores mi amor, no podré descansar sabiendo que no estas en paz. — Dijo Horacio, acariciando con una mano las suaves hebras plateadas del mayor, mientras que con la otra secaba esas pequeñas lágrimas que habían escapado del cielo que eran los ojos del ruso. Esos ojos de los que se enamoraba casa que los veía, una y otra vez.

— Lo siento, sé que ya lo hablamos pero — Hizo una pausa buscando tranquilizarse — No quiero dejarte.

— No lo vas a hacer, estás conmigo ahora — Tranquilizó el moreno.

—Lo estoy, estoy contigo y no podría haber tenido un mejor final, Мое solntse.

Se besaron, y no dejaron de dedicarse palabras de amor hasta que el reloj tocó las doce y dos disparos que sonaron como uno solo, resonaron en forma de eco por las montañas desoladas de aquel lugar.

No hubo papeleo.

No hubo registro.

Así se hacía en el CNI. 







Mi twitter es @CatchyWonder por si alguien me quiere putear xd

VOLKACIO VALENTINEWhere stories live. Discover now